Camino a casa admiramos a una pareja de personas encendiendo globos de cantoya, utilizando una fogata que supongo elaboraron ellos mismos. Ambos se ríen abiertamente sin ocultar sus sentimientos y dejándose llevar por lo que sienten, instintivamente me pregunto sí Rainer alguna vez haría lo que ellos hacen. Yo sé, en el fondo, que no.
—¿Qué deseas cenar? — Vuelvo mi mente en sí, al presente.
—¿Podemos hacerlo en casa?, no se me apetece comer fuera estando empapada. — Infiero sin dejar de admirar el exterior.
—Perfecto. — Guiña su ojo derecho que logro ver de reojo. — ¿Comida Francesa o Alemana?
—A mí se me apetece una hamburguesa. — Farfullo acomplejada. Rainer me da una rápida ojeada molesto;Apenada,cubro mis manos hasta que lo escucho reír.
—No he probado una. — Dejo de esconderme. — Aprecio el arte de la comida rápida, sin embargo, soy amante de los alimentos gourmet y sin procesar.
—¿Es qué nunca fuiste niño? — Se encoge de hombros.
—Lo fui, pero también tuve a Richard de influencia y él detesta la comida grasa, cree que es la fuente principal para la mal nutrición o los derivados de las consecuencias de una obesidad. — Alzo una ceja. —En términos resumidos, mi padre nunca me dejó comer alimentos procesados, ya que estos engordan y si yo quería que en un futuro me respetaran, tenía que verme fuerte y no obeso.
—Eso es cruel.— Sus labios se unen formando una fina línea.
He visto ese gesto un par de veces en él, y todas las veces son en situaciones donde él se ha mostrado “vulnerable”, pero a la vez “despreocupado”.
Es su forma reprimir lo que siente; sin embargo, ya no puede hacerlo conmigo.—La industria lo es, Richard no es tan villano en esa historia. En todo lo demás sí, pero en esto, él también sufrió. — Presto completa atención.
—Osea, que...
—Richard era un hombre con sobre peso y eso hacía que se burlaran de él en las juntas de negocios o que lo hicieran menos. — Termina por inferir lo que yo suponía. —En los negocios todos se vale y jugar con la salud mental de tu enemigo es factor importante si necesitas sobresalir.
—Contar con un buen apellido también ayuda. — Hace una mueca.
—Un apellido no te segura que serás exitoso. Beck es un imbécil que llevó a su familia a la ruina; por el contrario, yo firmé contratos millonarios a mis dieciocho, él a mi edad estaba en Milán gastando todo en mujeres. No se nace siendo exitoso, tú tienes que aprender a serlo. Aunque acepto que tuve más oportunidades.
Relame sus labios, esta orgulloso, yo también lo estoy.
—¿Tienen una clase que se llama “cómo atacar a tu enemigo“? —Río en broma.
— No— Ríe. — creo, pero Richard cada viernes nos llevaba a Regan y a mí a sus juntas de negocios o cenas de beneficencia. Eso era una clase de economía y relaciones públicas, avanzada. Desde pequeño aprendí la psicología de atacar a tú oponente por donde más le duele, sin tener que llegar a dañar su familia.
—¿Y sí no hay punto débil? —Se detiene en un semáforo, por lo que aprovecha para conectar visualmente conmigo.
—Solo un par de veces he llegado a extremos y no es como si yo fuera un sicario que mata personas. Únicamente juegas con la mente de tus oponentes y basta con una advertencia.
—¿Estoy en peligro? — Toma mi mano y deposita un beso.
Sus ojos se iluminan. El semáforo cambia de color.
ESTÁS LEYENDO
Sin sentimientos (+18)
RomanceTerminar con tu antigua pareja es una mierda, pasar por una ruptura y darte cuenta que ahora él es dueño de un bar donde tener sexo es el primer requisito para entrar, es peor, pero nada se compara con darte cuenta que tu jefe esta frente a ti mient...