Capítulo 20|lazos Familiares.

2.9K 89 6
                                    

Camino a casa admiramos a una pareja de personas encendiendo globos de cantoya, utilizando una fogata que supongo elaboraron ellos mismos. Ambos se ríen abiertamente sin ocultar sus sentimientos y dejándose llevar por lo que sienten, instintivamente me pregunto sí Rainer alguna vez haría lo que ellos hacen. Yo sé, en el fondo, que no.

—¿Qué deseas cenar? — Vuelvo mi mente en sí, al presente.

—¿Podemos hacerlo en casa?, no se me apetece comer fuera estando empapada. — Infiero sin dejar de admirar el exterior.

—Perfecto. — Guiña su ojo derecho que logro ver de reojo. — ¿Comida Francesa o Alemana?

—A mí se me apetece una hamburguesa. — Farfullo acomplejada. Rainer me da una rápida ojeada molesto;Apenada,cubro mis manos hasta que lo escucho reír.

—No he probado una. — Dejo de esconderme. — Aprecio el arte de la comida rápida, sin embargo, soy amante de los alimentos gourmet y sin procesar.

—¿Es qué nunca fuiste niño? — Se encoge de hombros.

—Lo fui, pero también tuve a Richard de influencia y él detesta la comida grasa, cree que es la fuente principal para la mal nutrición o los derivados de las consecuencias de una obesidad. — Alzo una ceja. —En términos resumidos, mi padre nunca me dejó comer alimentos procesados, ya que estos engordan y si yo quería que en un futuro me respetaran, tenía que verme fuerte y no obeso.

—Eso es cruel.— Sus labios se unen formando una fina línea.

He visto ese gesto un par de veces en él, y todas las veces son en situaciones donde él se ha mostrado “vulnerable”, pero a la vez “despreocupado”.
Es su forma reprimir lo que siente; sin embargo, ya no puede hacerlo conmigo.

—La industria lo es, Richard no es tan villano en esa historia. En todo lo demás sí, pero en esto, él también sufrió. — Presto completa atención.

—Osea, que...

—Richard era un hombre con sobre peso y eso hacía que se burlaran de él en las juntas de negocios o que lo hicieran menos. — Termina por inferir lo que yo suponía. —En los negocios todos se vale y jugar con la salud mental de tu enemigo es factor importante si necesitas sobresalir.

—Contar con un buen apellido también ayuda. — Hace una mueca.

—Un apellido no te segura que serás exitoso. Beck es un imbécil que llevó a su familia a la ruina;  por el contrario, yo firmé contratos millonarios a mis dieciocho, él a mi edad estaba en Milán gastando todo en mujeres. No se nace siendo exitoso, tú tienes que aprender a serlo. Aunque acepto que tuve más oportunidades.

Relame sus labios, esta orgulloso, yo también lo estoy.

—¿Tienen una clase que se llama “cómo atacar a tu enemigo“? —Río en broma.

— No— Ríe. — creo, pero Richard cada viernes nos llevaba a Regan y a mí a sus juntas de negocios o cenas de beneficencia. Eso era una clase de economía y relaciones públicas, avanzada. Desde pequeño aprendí la psicología de atacar a tú oponente por donde más le duele, sin tener que llegar a dañar su familia.

—¿Y sí no hay punto débil? —Se detiene en un semáforo, por lo que aprovecha para conectar visualmente conmigo.

—Solo un par de veces he llegado a extremos y no es como si yo fuera un sicario que mata personas. Únicamente juegas con la mente de tus oponentes y basta con una advertencia.

—¿Estoy en peligro? — Toma mi mano y deposita un beso.

Sus ojos se iluminan. El semáforo cambia de color.

Sin sentimientos (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora