𝐁𝐄𝐋𝐈𝐄𝐕𝐈𝐍𝐆; Theodore Nott ✓ [2]

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« ¿QUE CULPA TENGO YO?»

Se sentía estúpida, más que estúpida incluso diría que no era ni ella misma.

La pelirroja había llegado de su "cita" y se fue directo a la habitación del Potter, le esperaba con una sonrisa pero ella simplemente se rompió a llorar en los brazos de su mejor amigo. Harry no le pregunto nada hasta que ella estuviste más calmada. Y cuando ella le contó, Harry encerio estaba por aplicar las cosas que Dolores le había hecho en él.

Harry pasaba su mano derecha dándole caricias al caballo rojizo de la Black, mientras que con la otra mano le abrazaba. Ella estaba acurrucada en el pecho de Harry mientras trataba de calmar sus lágrimas.

— ¿Que culpa tengo yo? Porque siempre tengo que sufrir. Porque sigo creyendo en sus mentiras.

Harry se detuvo le agarro de su mentón delicadamente.

— Tu no tienes la culpa de nada Lena. Él es un imbecil por no valorar lo que tiene. — Dijo Harry con los dientes apretados al final de su oración.

— No debí enamorarme. No debi amarlo. — Helena sollozo. — Debi notarlo cuando ponia excusas, cuando se iba con ella.

Helena abrazo a Harry mientras este le abrazaba escuchando los lamentos de su amiga.

— Nunca me calló bien ese. — Murmuró Harry.

Harry se levantó con cuidado y miro a su al rededor, aún los chicos no venían para dormir. Por lo que como pudo cargo a Helena y se la llevo hasta la habitaciónes de mujeres. Sabia que Hermione le podría calmar.

Al llegar Hermione abrio la puerta y solto una exclamacion al ver a Helena con los ojos rojos y toda decaída.

Con ayuda de Harry le dejo en cama, tapada. Ambos se fueron a la puerta.

Helena recargo su espalda en la pared y junto sus piernas para llevarlas a su rodilla. Miraba la pequeña bolsa de dulce que habia en su mesa de noche y se maldecía internamente. Eran los dulces que ella y Theodore compraban.

¿Ella no fue suficiente? ¿Todo era solo un juego para el? Porque nunca lo vio.

Hermione se acercó a ella y se metio en la cama. La pelirroja rápidamente le abrazo.

— ¡Ay Lena! — Exclamo la castaña en forma de lamento.

— Yo lo amaba. Lo amaba encerio.

— Lo se, cariño. — Ella pasaba su mano por su caballo — Pero es el amor adolescente, siempre lo amaras como también lo odiaras.

— Ya no quiero amarlo más. Por favor. Hasme olvidarlo. — Pido Helena entre llantos.

— No puedo.