Día 8: Caricias en el cabello

709 131 7
                                    

—Ngh, eso se siente bien —gimió Harry, suspirando satisfactoriamente al tiempo que se acurrucaba más contra la almohada.

Su mente aún estaba más dormida que despierta y su cerebro solo registraba la suave caricia sobre su cráneo que lo hacía derretirse en placer. Era como el masaje que no sabía que necesitaba. Además, hacía bastante tiempo que alguien jugaba con su cabello de esa forma tan intima. Debía admitir que lo extrañaba.

Hedwig maulló desde los pies de la cama, pidiendo que prendiera su fuente de agua, seguramente, o que limpiara su arena. No podía estar pidiendo comida porque Harry siempre mantenía su plato lleno. Su gata sabía cuándo tenía hambre y cuánto podía comer. Mientras no tuviera sobrepeso, la dejaría comer a su gusto.

—Sí, sí, ya voy —dijo sin abrir los ojos. La mano sobre su cabello no se detuvo.

Entonces Harry recordó algo extremadamente importante: en su pequeño departamento en el centro de Londres, solo vivían él y su gata.

Harry se levantó de un salto y miró a su alrededor confundido y más que asustado. Parecía que su corazón saltaría de su pecho y aterrizaría en medio de la cama. En medio de una cama vacía, aparte de él.

Hedwig saltó a su regazo y ronroneó, pidiendo atención. Harry la acaricio distraídamente, estudiando cada rincón borroso de su habitación sin atreverse a estirarse por sus lentes.

—¿Hedwig? —preguntó en un susurro —¿había alguien más aquí?

Hedwig solo lo miró con sus enormes ojos amarillos y se acomodó sobre las piernas de su dueño. Era hora de la siesta pre-laboral que tomaban antes de que Harry se quejara de lo tarde que era y saliera corriendo.

Su humano podía ser bastante torpe a veces.

Harry sacudió la cabeza y se frotó la cara con ambas manos antes de dejarse caer sobre la almohada de nuevo. No pasaron ni cinco minutos antes de que el joven estuviera profundamente dormido. Hedwig ronroneó, feliz, cuando el otro joven de ojos oscuros -muy diferentes a los de su humano- comenzó a rascar detrás de sus orejas.

Qué raro que su humano no lo hubiera visto, sentado como estaba justo a su lado.

Bueno, ya lo había mencionado, su humano podía ser algo torpe de vez en cuando.

Beneath the milky twilightWhere stories live. Discover now