Día 10: Reencuentro

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Harry partió la varita a la mitad y la arrojó hacia el acantilado.

Hermione y Ron lo miraban con orgullo y boquiabiertos respectivamente.

Y la entidad que se le había aparecido en el bosque asentía en aceptación.

Como último dueño de las reliquias que no renuncó a ellas, podrás mantener el título de Amo de la Muerte hasta que decidas rescindir de él.

Muerte no era como Harry había imaginado: una joven de piel morena, ojos claros y cabello rizado y tan oscuro como el suyo. Bromista, su ropa gótica no combinada del todo con su personalidad similar a la de Fred.

Ah, sí, Fred. Buen sujeto. Lo conocí hace rato. No estaba muy emocionado por irse pero cuando le presenté a sus tíos se animó un poco.

La varita invencible estaba ahora rota y perdida, a menos que Ron intentara recuperarla o le contara a alguien más lo que acaba de atestiguar (y si alguien intentaba repararla lo haría sin problema ya que no era una varita común). La piedra que invocaba a los muertos estaba totalmente perdida, a menos que alguien se pusiera a jugar con cada piedra que había en el bosque prohibido. La capa de invisibilidad estaba segura con Harry, lista para pasar a la siguiente generación Peverell como dictaba la tradición, a menos que alguien se la robara o él se la pasara a su ahijado por la falta de descendientes propios.

En realidad no importa. Sin las otras dos reliquias la capa solo será una capa extra especial y estra duradera. No la necesito en realidad. Solo tú podrás verme.

Pasó el tiempo.

Harry se volvió auror. Hermione fue ministra de magia. Ron trabajó junto a George.

Tom Riddle fue olvidado. Lord Voldemort se volvió parte de la historia pero jamás la historia.

Cuando Harry se enteró que era hora, le dio la capa a Teddy y se despidió de todos aquellos a quienes amaba. Tomó la mano de la joven que le acompañó por la mayor parte de su vida y se dejó guiar hacia lo desconocido.

Pero ese no era el final.

Puedes elegir. No hay palabras que expresen lo que hay más allá, solo puedo decir que es diferente. No dejas de existir pero no existes en este plano material. Tampoco eres un fantasma, atorado entre ambos mundos. Solo... eres. Y ya.

O puedes regresar. Hacer una nueva historia. Puedes elegir el momento, puedes cambiar detalles, puedes cambiar las cosas como las conociste en esta vida. Una de las ventajas de ser mi Amo. Genial, ¿no? Tendrías que pelear un poco con Destino, pero meh. A él le gusta el drama, te dejará hacer lo que quieras siempre y cuando le divierta.

Así que Harry regresó.

Regresó y conoció a sus padres. Tuvo una buena infancia en el Valle de Godric hasta los once años cuando llegó su carta de Hogwarts. Ahí, conoció a un presumido Ronald Weasley y la misma sabelotodo Hermione Granger. Le sorprendió hacerse amigo de un amistoso Draco Malfoy e intercambiar chismes con una misteriosa Luna Lovegood.

Pero sobre todo, lo que menos esperaba de esa nueva vida que "creó", fue enamorarse de un elegante Tom Riddle. Hijo de Merope Gaunt, descendiente de Salazar Slytherin, heredero de una fortuna muggle por parte de su padre.

Crecer con su madre en una cómoda cabaña y ser aceptado por su padre a pesar de sus problemas con Merope le dieron a Tom Riddle la mejor vida que pudo haber tenido.

Tenía compasión. Era amistoso. Aún era ambicioso. Sentía amor.

Aunque, si era sincero, Tom solo sentía amor por Harry. Todos los demás podían incendiarse frente a él y, si tuviera un vaso de agua, se la beberia.

En esta vida, Tom se volvió profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Su esposo, Harry, se volvió ministro de magia y organizó hogares temporales para mestizos e hijos de muggles que fueran violentados en sus casas.

Muerte lo observó todo y, al final, solo tuvo una cosa por decir:

Bien hecho, amo.

Harry sabía que no era el final.

Pero esa era una vida que podría repetir una y otra vez y disfrutar cada momento.



[[esto es algo que podría rescatar en algún momento en el futuro... si me acuerdo]]

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