Día 17: Beso en la mano

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Las marcas de almas gemelas son muy comunes en el mundo mágico, algo normal, natural, pero no en el mundo muggle. Por eso, cuando Vernon Dursley notó por primera vez la marca pálida de unos labios sobre el dorso de la mano de su sobrino, decidió hacer de todo para borrarla.

Primero la ocultó con una venda, y como el niño ya usaba una venda, aprovechó para intentar cortarla, quemarla, y taparla con otra cicatriz. Lo único que logró fue que el mocoso le tuviera miedo. Por suerte, o mala suerte, un accidente en clase de pociones solucionó el problema, y Vernon ni siquiera le dirigió la palabra durante el siguiente verano de feliz que estaba.

Se suponía que las marcas del destino mostraban el lugar en que tu alma gemela te demostraba su afecto por primera vez. Había marcas de todo tipo en cualquier parte del cuerpo. Hermione Granger tenía la marca de una rosa justo debajo de la nariz, tapando su labio superior y la punta de su nariz. Draco Malfoy tenía la yema de un dedo recorriendo la parte de atrás de su cuello. Ron Weasley escondía una mordida en su hombro izquierdo.

Harry tenía un beso en el dorso de su mano.

O, mejor dicho, tuvo.

Después del accidente, todos en el mundo mágico lo miraban con tristeza, como si la marca se tratara de lo más importante en sus vidas, lo que les daba una razón de vivir. Harry sabía que no era así. El profesor Dumbledore ya no tenía su marca, lo que significaba que había encontrado a su alma gemela en algún momento del pasado (era la única forma de que la marca desapareciera y no se confundiera con alguien más que quisiera aprovecharse) pero a sus más de cien años, vivía solo en un castillo lleno de niños y adolescentes, sin familia, sin pareja.

El profesor Snape tampoco tenía su marca, pero todos sabían que Regulus Snape había muerto de viruela de dragón cuando tenía solo 24 años. Seis años después, Severus se había refugiado en su antiguo colegio, enseñando a futuras generaciones el arte de hacer pociones y lamentando cada día la pérdida de su otra mitad.

La profesora McGonagall aún tenía su marca, y no parecía interesada en buscar a quien fuera que la complementara y, además de ser la bruja más poderosa que Harry conocía, se veía más que feliz con su vida.

Sin embargo, Harry sí deseaba, muy en el fondo, encontrar a su otra mitad, la persona que la magia consideraba su igual.

No fue hasta que se convirtió en jefe del Departamento de Aplicación de la Ley Mágica que llegó a conocer al subsecretario Tom Riddle que su marca cambió. Después de muchos debates, bromas y citas, Tom tomó la mano de Harry y besó la cicatriz que dejó la poción fallida en su tercer año.

Para sorpresa de ambos, la cicatriz desapareció junto con la marca que Harry tuvo en su infancia, y Tom sonrió de lado, una de sus muchas expresiones que hacía antes de molestar al menor.

—¿Quién diría que eres tan pícaro, Potter? —se burló con un tono retador —¿A que no adivinas en dónde está mi marca?

Esa noche, Harry la buscó con sumo cuidado por todo el cuerpo de Tom. Solo para saber dónde estaba, claro, no había otra razón.

Beneath the milky twilightWhere stories live. Discover now