Capítulo 1

1.4K 141 13
                                    

Maldiciendo al escuchar el timbre de la puerta, Jennie se quedó dónde estaba, con las manos en las rodillas, confiando en que fuera quien fuera, se cansaría y se marcharía, dejándola en paz para poder seguir limpiando. Sin embargo, el timbre volvió a sonar, esa vez de manera imperiosa.

Alguien estaba apretando con fuerza.

Jennie volvió a gruñir entre dientes, y salió del vestidor del piso inferior sintiéndose húmeda y acalorada. No le hacía ninguna gracia que interrumpieran su atareada sesión de limpieza mientras sus hijos gemelos estaban en el colegio. Se puso de pie, apartándose los suaves rizos de la cara antes de dirigirse a la puerta de entrada de la casa que compartía con sus dos hermanas mayores y sus hijos gemelos. La abrió de golpe.

—Mire, yo...

La frase se quedó sin terminar, su voz suspendida en el aire por el asombro mientras miraba fijamente a la persona que estaba en el umbral.

Shock, desconfianza, miedo, ira, pánico y una punzada de algo que no supo reconocer hizo explosión en su interior como un cañonazo, con una intensidad tan poderosa, que se quedó temblorosa y débil.

Por supuesto, iba vestida de forma inmaculada, con traje oscuro e impecable camisa azul. Ella, en cambio, llevaba sus vaqueros viejos y camiseta amplia. Aunque en realidad no le importaba el aspecto que tuviera. Después de todo, no tenía ninguna razón para querer impresionarle... ¿verdad? Y desde luego, no tenía ninguna razón para desear que esa persona la viera como una mujer deseable, arreglada y vestida para su aprobación.

Tuvo que apretar los músculos del estómago para contener el escalofrío que amenazaba con traicionarla. El rostro que la había perseguido en sueños y en sus pesadillas no había cambiado, ni tampoco envejecido. Si acaso parecía todavía más hermoso de como lo recordaba. La oscura mirada que la había hipnotizado entonces era tan seductora ahora como lo fue entonces. O tal vez se había dado cuenta al instante de su poderosa sexualidad porque ahora era una mujer, y no casi una niña como entonces.

La incredulidad que la había dejado sin palabras se había derretido como la nieve al sol, dando paso a un peligroso latigazo de miedo y horror en el interior de su cabeza... ¿Y de su corazón? ¡No! Fuera cual fuera el efecto que una vez provocó en su corazón, Lalisa Manobal no tenía el poder de llegar ahora. Sin embargo, de sus labios carnosos y naturalmente coloreados que habían llevado a sus padres a ponerle el nombre de Jennie Ruby, salió la pequeña y traicionera palabra:

—Tú.

Los ojos dorados de Lisa despidieron un brillo de arrogancia y desprecio. Ojos del color del rey de la selva, propios de una mujer que era dueña de una isla del Mediterráneo en la que vivía.

Jennie empezó a cerrar la puerta de forma instintiva. Deseaba cerrársela no solo a Lisa, sino a todo lo que representaba. Pero ella fue más rápida, agarrando la puerta y abriéndola de modo que pudo entrar al vestíbulo. Luego la cerró tras de sí, dejándolas a ambas encerradas en el pequeño espacio doméstico que olía a producto de limpieza.

Aunque el olor era fuerte, no fue lo bastante como para protegerla del aroma de Lisa. Un escalofrío le recorrió el vello de la nuca y luego descendió por la espina dorsal.

Aquello era ridículo. Lisa no significaba nada para Jennie ahora, como tampoco lo había sido aquella noche... pero no debía pensar en ello. Debía concentrarse en lo que era ella ahora, no en cómo era entonces. Y debía recordar la promesa que les había hecho a los gemelos cuando nacieron. Dejaría el pasado atrás. Lo que nunca hubiera imaginado era que aquel pasado fuera en su busca.

-¿Qué estás haciendo aquí? -inquirió, decidida a controlar la situació-. ¿Qué quieres?

Tal vez la boca de Lisa fuera estéticamente perfecta, con aquel fino labio superior que equilibraba la promesa de sensualidad de su grueso labio inferior. Pero no había nada de sensual en el rictus de labios apretados que tenía ahora, y sus palabras resultaron tan frías como el aire glacial que hacía en el exterior del hotel de Manchester en el que la había abandonado aquella mañana de invierno.

Esclavas de la pasión (Jenlisa G!P)Where stories live. Discover now