Capítulo 5

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-TIENE usted un pelo precioso y muy fuerte, pero como está tan rizado, creo que quedará mejor si lo cortamos a capas.

Aquellas fueron las palabras que le dijo el estilista del salón de belleza cuando examinó el cabello de Jennie. Ella se limitó a asentir con la cabeza, no le importaba demasiado cómo le cortaran el pelo. Todavía no se encontraba bien, le dolía aún la cabeza, y sabía por experiencia que aquellas jaquecas podrían durar dos o incluso tres días.

Sin embargo, ahora, cuando el estilista se apartó del espejo y le preguntó qué le parecía, Jennie se vio forzada a admitir que se había quedado prácticamente sin palabras ante lo que le había hecho, transformando aquella mata de rizos en un peinado asombrosamente chic que le acariciaba el rostro y le caía suavemente sobre los hombros. Era la clase de peinado que había visto en varias de las mujeres que tomaban el té en el hotel la tarde anterior, un estilo que parecía sencillo a simple vista, pero que exudaba elegancia y clase.

—Me... me encanta —admitió en un hilo de voz.

—Es fácil de mantener y volverá a recuperar esta forma cuando se lo lave. Tiene suerte.

Tras darle las gracias, Jennie se marchó. Al menos había conseguido comer unas tostadas por la mañana y se había tomado un par de pastillas que le habían apaciguado un tanto el dolor de cabeza.

Su siguiente cita era en el salón de belleza, y cuando captó las miradas que le dirigían otras mujeres cuando iba hacia allí, imaginó que debían estar comparando la elegancia de su nuevo peinado con su ropa gastada y el rostro sin maquillaje. Odiaba tener que admitirlo, pero era cierto que la primera impresión contaba, y que la gente, sobre todo las mujeres, juzgaba a los miembros de su propio sexo por su aspecto. Lo último que deseaba era que los gemelos se sintieran avergonzados de una madre a la que las demás mujeres miraran por encima del hombro. Los niños, aunque fueran pequeños, eran muy perceptivos para darse cuenta de esas cosas.

Tenía el salón de belleza delante. Aspirando con fuerza el aire, Jennie alzó la cabeza y entró.

Dos horas más tarde, cuando volvió a salir acompañada de la estilista personal que había ido a recogerla para ayudarla a escoger su nuevo guardarropa, Jennie no pudo evitar mirarse de reojo en los escaparates por los que pasaba. Seguía sin poder creerse que la joven que le devolvía la mirada fuera realmente ella. Tenía las uñas con la manicura hecha y pintadas de un tono oscuro de moda, las cejas arregladas, y el maquillaje aplicado de un modo tan sutil y delicado que parecía que no llevaba nada. Al mismo tiempo, sus ojos parecían más grandes y oscuros, la boca más carnosa y suave, y la piel tan delicadamente perfecta que Jennie no podía apartar los ojos del luminoso rostro que la miraba a su vez. Aunque nunca lo admitiría delante de Lisa, la experiencia le había resultado divertida una vez superada la incomodidad inicial de verse mimada y atendida. Ahora se sentía como una mujer joven en lugar de como una madre ansiosa.

—Tengo entendido que necesita ropa adecuada para vivir en una isla griega, no para pasar unas vacaciones allí, y que su vida incluirá reuniones sociales y cenas de negocios.

Sin esperar la respuesta de Jennie, su estilista personal continuó hablando.

—Por suerte nos han llegado ya varias prendas de la nueva temporada, y también contamos con ropa de diseñadores, así que estoy segura de que encontraremos todo lo que necesita. En cuanto al traje de novia...

A Jennie le dio un vuelco el corazón dentro del pecho. No había contado con que Lisa especificara que necesitaba un traje de novia.

—Va a ser una ceremonia muy sencilla en la oficina del registro —le dijo a la estilista.

—Pero es el día de su boda, y lo que lleve cuando se case con la persona a la que ama es algo que siempre recordará —insistió la otra mujer.

Jennie se recordó que la estilista personal sólo pensaba en el beneficio de la tienda. No había razón para que reaccionara de forma tan emocional a sus palabras. Después de todo, no amaba a Lisa, y ella desde luego tampoco a ella. Lo que llevara puesto resultaba irrelevante, porque ninguna de las dos querría mirar hacia atrás en los años venideros para recordar el día que se casaron.

Esclavas de la pasión (Jenlisa G!P)Where stories live. Discover now