Capítulo 7

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TENIENDO en cuenta la riqueza de Lisa, Jennie esperaba que volaran a la isla en primera clase. Pero lo que no esperaba era que viajarían en un avión privado de lujo inimaginable, en el que ellos eran los únicos pasajeros a bordo. Eso fue exactamente lo que sucedió, y ahora que el sobrecargo se había llevado a los niños a sentarse unos minutos con el comandante, Lisa y ella estaban solas en aquella cabina de asientos de cuero de color crema y moqueta blanca.

—Con el dinero que cuesta este avión y su mantenimiento se podría alimentar a cientos de familias pobres —no pudo evitar comentar Jennie.

El comentario y la velada acusación que encerraba llevaron a Lisa a fruncir el ceño. Nunca en su vida había escuchado a su madre expresar preocupación por las «familias pobres», y que Jennie lo hubiera hecho fue como si un papel afilado hubiera cortado la suave tela de lo que pensaba de ella. Para su propio asombro, se descubrió defendiendo su posición, y le dijo:

—En realidad no es mío. Formo parte de un consorcio de personas de negocios que compartimos el avión cuando lo necesitamos. En cuando a lo de alimentar a los pobres, en la isla funcionamos con un sistema que asegura que nadie pase hambre y que todos los niños tengan acceso a una educación de acuerdo con sus capacidades y habilidades. También tenemos un servicio de salud gratuito y un buen sistema de pensiones. Las dos últimas cosas fueron obra de mi padre.

¿Por qué diablos sentía que debía justificarse ante Jennie?

Estaba oscuro cuando el avión finalmente aterrizó en la isla. La oscuridad ocultaba lo que les rodeaba, sólo podían ver lo que iluminaban las luces de la pista cuando bajaron del avión y recibieron el abrazo aterciopelado de la noche mediterránea. Una suave brisa alborotó el cabello de los niños cuando se agarraron a Jennie, sintiéndose de pronto inseguros. Un coche parecido a un carrito de golf fue el vehículo encargado de transportarles a la terminal del aeropuerto, donde Lisa estrechó la mano de los oficiales que esperaban para recibirle antes de urgirles a que entraran en la limusina que les estaba esperando. Fue Lisa quien metió a los adormilados niños. Sentó a Leo en su regazo y le pasó a Lucca el brazo libre por los hombros, mientras que Jennie se sentaba sola. Sentía los brazos vacíos sin los gemelos, y experimentó la necesidad maternal de ir hacia ellos, pero se resistió. No quería molestarles ahora que se habían dormido. El dolor de cabeza y las consecuentes náuseas que le había provocado no habían vuelto a aparecer por suerte, aunque seguía sin encontrarse bien del todo.

El coche se dirigió hacia un camino recto antes de girar transcurrido un rato hacia una carretera con más curvas. A un lado, Jennie pudo ver el mar brillando bajo la luz de la luna. Al otro, había un empinado muro de roca que, al final, daba paso a una muralla antigua. Atravesaron la entrada, pasaron por delante de edificios altos y luego siguieron por una calle estrecha que se abría a la plaza cuadrada que Jennie había visto en internet.

—Esa es la plaza principal de la ciudad. Delante tenemos el Palacio Real —le informó Lisa.

—¿Y aquí es donde viviremos? —preguntó Jennie con aprensión. Lisa negó con la cabeza.

—No. Actualmente el palacio se utiliza sólo en ocasiones formales y como centro administrativo. Cuando mi abuelo murió, mandé construir mi propia villa a las afueras de la ciudad. No me interesa la pompa. Lo que me importa es que mi gente tenga una buena calidad de vida, igual que a mi padre. No puedo esperar contar con su respeto si ellos no tienen el mío.

Jennie apartó la vista. Sus comentarios mostraban el tipo de actitud que ella admiraba, pero, ¿cómo iba a permitirse admirar a Lisa? Ya era suficientemente malo que la excitara físicamente sin que además tuviera que sentirse emocionalmente vulnerable ante ella.

—La ciudad debe de ser muy antigua —comentó para cambiar de tema.

—Mucho —respondió Lisa.

Como siempre que regresaba a la isla tras una ausencia, se sintió dividida. Le encantaba la isla y su gente, pero también tenía que enfrentarse a dolorosos recuerdos de su infancia. Hizo un esfuerzo por apartarlos de sí y concentrarse en otra cosa, así que le dijo a Jennie:

Esclavas de la pasión (Jenlisa G!P)Where stories live. Discover now