Capítulo 15. Miradas reveladoras

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ROSE RIVERS

...

Distraída, saboreo y deslizo mi dedo índice por mis labios. Pese a que ha pasado una semana, el cosquilleo de su boca contra la mía y ese sabor dulzón siguen intactos.

Durante ese lapso de tiempo, lo he evitado de todas las formas posibles. No ha habido ningún intercambio de palabras entre nosotros ni él tampoco ha hecho el mínimo intento de acercarse, tal vez para darme mi espacio. Quisiera decir que esto me llena de satisfacción, pero no, soy adicta a su cercanía.

«Es como si mi corazón tuviera su propio plan, incluso cuando mi mente intenta resistirse».

Tengo pánico de lanzarme al fuego y quemarme.

—Creo que me gusta un chico.

Su cara es un tragame tierra para mí. Me mira con una sonrisa que quiere contener y a la vez con mucha ternura.

No permitas que el miedo te impida ser feliz —susurra, transmitiéndome su apoyo incondicional—. Pero sobre todo, no te presiones por nada ni nadie. Son tus sentimientos y tú decides qué hacer con ellos.

Froto la mano por mi frente y suelto un suspiro.

—Creo que necesito tiempo.



🔮🔮🔮

Llego puntual a la celebración del aniversario de la institución. El campus rebosa de vida: dos grupos de chicos juegan dominó y ajedrez, mientras otros disfrutan de juegos más activos como el tiro al blanco. El sol desciende en el horizonte y el cielo se tiñe de un hermoso color violeta.

Camino deprisa sobre la grama con los brazos cruzados para generar fricción. No puedo hacer mucho por mis piernas descubiertas; tal vez fue una mala elección ponerme un vestido. Recorro el perímetro en busca de Hanna y Sun, pero no veo ni sus luces. Espero que vengan, pues me insistieron bastante. Aunque al final fue una decisión que tomé por mí misma, necesitaba distraerme un rato.

Las luces coloridas provenientes de una ruleta giratoria llaman mi atención, y voy directo hasta allá. Observo cómo varias chicas se detienen a una distancia moderada y golpean el centro.

«Quiero jugar».

Me acerco al mostrador, pago, enderezo mi postura, tomo la flecha y apunto hacia el círculo blanco. El dardo golpea en dicho objetivo y una sonrisa se forma en mis labios.

Bingo.

—Eres una caja de sorpresas.

La voz de Román a un lado me toma por sorpresa, estaba demasiado concentrada en el juego.

—¿Por qué lo dices?

—Porque pareces una chica tranquila, pero ahora que te veo, es como si fueras otra persona. 

Me río ante su razonamiento ilógico.

—Soy la misma de siempre, no me conoces bien.

—Eso quiero —contesta, mirándome con cierta picardía.

Me muevo de sitio y me siento en una mesa vacía. Levanto la vista hacia el firmamento estrellado y vuelvo a escuchar su voz.

—Perdón si te causé incomodidad con mi respuesta.

—No pasa na...

Y pierdo el hilo.

Finalmente, Khai aparece. Viste unos pantalones de vestir negros, un polo de cuello alto del mismo color, una gabardina encima y una finísima cadena dorada en su cuello.

Azares del destino [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora