Capítulo 19:

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KHAI OLIVETTI

Las cortinas del lado de las ventanas de la sala se ondean con el soplo de la  brisa que se cuela por algunas que están medio abiertas. Mamá está sentada en el comedor de granito frente a su computadora, con unos papeles y una taza de café humeante a un lado, cuyo vapor se eleva en espirales. Le doy un beso antes de arrastrar una silla contigua y sentarme.

—¿Jacob no está? —le pregunto, mirando la colorida pared frontal con la galería de fotografías, entre ellas una de mi difunto tío sobre un caballo en la antigua finca familiar.

—No, salió muy temprano —informa sin dejar de teclear ni desviar la vista de la pantalla—. Todavía no ha llegado. No se sabe en qué andará.

Dice algo más, pero no lo capto.  Mi mente está en otro lado.

—Mi tío.

—¿Qué?

—¿Quiero que hablemos de él.

—Khai, lo mejor es que cerremos ese asunto —contesta, quitándose los lentes.

—Creo que tengo derecho a saberlo. Somos una familia y no debe haber secretos, y menos uno tan trágico como ese. No soy un niño; tengo la capacidad de entender lo que pasó.

Apoya sus codos en la mesa y frota su sien con la yema de sus dedos, como si la conversación le causara malestar. Puedo ver la vacilación y preocupación en sus ojos.

—Prométeme que no le dirás ni a tu padre ni, mucho menos, a tu abuelo que te hablé de esto —me mira con una clara advertencia.

—Te doy mi palabra —Alzo mi palma para sellar el juramento.

—Bien, no me tomaré mucho tiempo; tengo que enviarle unos asientos de cierre a mi jefe en unas horas.

—De acuerdo.

Tomo un momento para ordenar mis pensamientos. Mi curiosidad crea un ciclo de preguntas que no puedo contener:

—¿Quién lo asesinó? ¿Por qué? ¿Cómo?

—Lo primero es que no lo sabemos con certeza. Hubo un sospechoso, pero nunca se confirmó. Las autoridades no encontraron evidencia en su contra; su único argumento fue la amenaza que aquel hombre le hizo a tu tío días antes del asesinato.

—¿Entonces, por esa amenaza quedó bajo sospecha?

Asiente con lentitud.

—¿Qué clase de problema había entre ellos? 

Ella se rasca el mentón. Sus ojos parpadean mientras considera su respuesta. Exhala y me mira con una mezcla de tristeza y resolución.

—Ese hombre estaba obsesionado con Aurora y no soportó que ella fuera feliz con Alvaro. Hizo de su vida un tormento. La llamaba, la perseguía por todos lados e incluso, en una ocasión, intentó secuestrarla.  Ellos vivían aterrados, sin poder disfrutar su matrimonio en paz. Tu tío se veía obligado a estar siempre alerta, cuidando cada paso de ella.

Un escalofrío recorre mi espalda al escuchar la magnitud de esta tragedia. La impotencia y la indignación se abren paso en mi estómago como una úlcera. ¿Cómo pudo alguien hacer algo tan horrible?

Aunque no conocí a mi tío, el dolor por la forma en que terminó es inevitable. Fue asesinado por un jodido miserable que tal vez esté viviendo sin remordimientos por la vida que cegó y el sufrimiento que causó a mi abuelo, a mi padre y a mi primo Jacob. Es demasiado injusto.

—Es una historia bastante trágica —murmuro, impresionado.

Mi madre continúa relatando los acontecimientos, a pesar de la angustia que le causa remomedarlos.

Azares del destino [Editando]Where stories live. Discover now