Capítulo 55: Corazones invencibles

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KHAI OLIVETTI

🔮🔮🔮

El único ruido audible en la sala de estudios es el de las páginas impresas del formulario que el maestro encargado de nuestra preparación para las olimpiadas pasa una tras otra.

—Pasemos a la quinta página del formulario, pregunta cuatro. Lean y escojan la respuesta correcta.

El ejercicio es sobre los elementos químicos, y pide que identifiquemos el elemento que ocupa el puesto número veintiocho en la tabla.

—Opción E —contesta Románg.

—La B es la correcta —afirmo, convencido.

El maestro masajea las sienes antes de tirar el formulario sobre la mesa.

—¡Esto es insostenible! ¡Ambos están mal! —exclama. Suspira y, tras unos segundos de silencio, añade—: Si no logran superar sus diferencias, no contarán con mi respaldo.

Recoge sus libros y pertenencias, los guarda en su bolso y sale del salón, dejándonos a solas.

—Deja tu ego a un lado y comportarte como una persona madura —el tono de Románg es calmo y sereno.

—Hablas como si fueras la persona más pacífica del mundo, pero sabemos que no es así. ¿No fuiste tú quien inició?





...


Cuando el taxista se detiene frente al hospital, salto del asiento y cruzo corriendo la puerta eléctrica. Recorro un largo pasillo donde hay un letrero con una gran X roja y un pequeño mostrador donde se depositan  los documentos de admisión.

Me quedo paralizado en medio del pasillo, que se vuelve cada vez más lejano, amplio, abrumador y desmesurado.

«¿Dónde estás, Ros?». 

El ruido de las ruedas de una camilla me arranca de mis pensamientos y me acerco al área de recepción.

—Buenos días. Vengo a visitar a Rose Rivers. ¿Podría indicarme dónde puedo encontrarla?

—Permítame un momento —responde la enfermera.

Ella teclea algo en su computadora y dice:

—Habitación 102.

Dejo mis datos y recibo un pase.

—¿Qué haces aquí? —Su mirada parece haber sido tallada por un artista capaz de esculpir la furia misma.

—Vine a ver a Ros —replico sin rodeos.

La señora Juls no dice nada, pero su semblante me grita que no le cuente lo que hubo entre nosotros.

—De ninguna manera, no verás a mi hija —Hace un ademán, señalándome la entrada—. Tienes un minuto para irte o llamaré a seguridad. 

—Lo siento, señor, pero no me iré hasta que la vea —Levanto el mentón, decidido—. No me iré.

Me muerdo la lengua para no gritar a los cuatro vientos la verdad, una verdad que debería conocerse, porque Rose y yo no tenemos la culpa de lo que sentimos y vivimos. Si me contengo las ganas es por ella y por la señora Juls, que agarra el brazo de su esposo como un animalito asustado.

—Khai, por favor —al fin habla. Su tono es conciliador y firme.

Mis pies se clavan en el suelo de mármol con una fuerza que desafía la misma estructura del hospital.






...

—Mi hija está bien, no hay motivo de preocupación. Tiene una fractura en la pierna, pero no será necesario que se someta a cirugía.

Una gran roca se desprende de mi pecho. Cierro los ojos, sonrío y doy gracias porque ella está bien y su estado no reviste gravedad.

—Por favor, déjeme verla.

Ella toma mis manos entre las suyas.

—Sé que eso es lo que querría mi hija.

—¿Quiere decir que...?

—Aaron y yo iremos a casa un momento a buscar un cambio de ropa para Rose. Mi hermana Jena se quedará aquí y hablaré con ella para que te deje un rato con ella.

—Te quiero mucho, hijo.

FINAL DE CAPÍTULO

Feliz martes! 🥰 Espero que hayan disfrutado de este nuevo capítulo y que tengan una maravillosa noche llena de alegría y felicidad.

Azares del destino [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora