Capítulo 52

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Renunciar a nosotros no tomó mucho. Vi el final antes de que comenzara.
Aún así seguí, seguí, seguí, sigo adelante.

~Arcade.

KHAI OLIVETTI


Me obligo a tragarme las ganas de inclinarme, sostener su mentón y besarla. Si no estuviéramos en el momento y lugar inadecuado, lo haría sin pensarlo. Hacía tres semanas que no estábamos tan cerca, y eso me mata. O nos mata a ambos. La manera en que entreabre sus labios rojizos y mira los míos con hambre en los ojos, lo deja claro.

La campana escolar suena, ella da un respingo y vuelve a su asiento. Le siguen los pasos, el chirrido de sillas arrastrándose y el cierre de mochilas. Todos parecen seguir con su rutina, mientras que el mundo, para mí, se ha detenido por un instante. Ellos son como piezas de ajedrez, movidas en un juego del que no soy parte.

Un segundo campanazo me arranca del Inframundo. Regreso a mi asiento, en el extremo opuesto al de ella. Es inevitable que nuestras miradas se crucen.

—Sus opiniones son respetables, y fue fantástica la manera en que expusieron sus puntos de vista con tanta pasión —La maestra arquea las cejas mientras examina nuestros rostros—. Como ya leyeron, los protagonistas enfrentaron muchos retos juntos. Eso demuestra su compromiso el uno con el otro. Sin embargo, también se debe de considerar si esas dificultades fortalecen su relación o si la ponen a prueba de manera excesiva.

Levanto mi dedo pulgar ante su argumento. Tenga razón o no, yo mantengo el mío.

—Maestra, ¿podemos retirarnos ya? —pregunta Adnan con un tono monótono—. Medio salón ya se ha ido.

—Adelante.





[🌪️🌪️🌪️]

—¡Oye, Hanna! —llamo, acercándome con una sonrisa juguetona.

—¡Khai! —Baja los brazos después de colocar un cartel en el pasillo sobre una fiesta destinada a recaudar fondos para nuestro evento de graduación—. ¿Qué tal? —Su voz, como siempre, transmite una serenidad que hace difícil no sentirse cómodo.

—Bueno, mejor si tienes un minuto para mí —respondo con un toque de broma, mientras me acerco más.

Asiente con la cabeza, su sonrisa intacta.

—Los que desees, ¿qué necesitas? —Se cruza de brazos, mirándome con curiosidad mientras espera.

—Quiero que hablemos sobre Adnan. De verdad está arrepentido, quiere arreglar la situación entre ustedes.

—Khai… —empieza, con un tono suave que se vuelve más firme—. Le dejé claro que lo nuestro terminó. Y está bien. Ya hablamos, no queda nada más que decir. Está fuera de mi vida, y estoy en paz con mi decisión. Está borrado.

—Hace poco me dijiste que lo querías.

—Eso ya cambió.

—Nadie puede dejar de querer la noche o la mañana.

—Claro que pasa. Cuando abres los ojos y te das cuenta de que esa persona no ha hecho más que lastimarte. El hecho de que él creyera en los mensajes falsos que le mostró su hermanastro y me diera la espalda destruyó lo que teníamos. Me di cuenta de que fui una tonta, de que tiré mi dignidad a la basura por él —las palabras salen de su boca llenas de rabia.

Asiento, un poco sorprendido por lo contundente que suena. Hanna rara vez pierde esa calma espiritual que la caracteriza. Es el tipo de persona que enfrenta lo peor del mundo con una sonrisa y un comentario que te hace reconsiderar tu perspectiva. Siempre busca una manera de conectar con los demás, incluso con quienes la lastiman. Pero esta vez, parece que ha cerrado esa puerta por completo.

Azares del destino [Editando]Where stories live. Discover now