Capítulo 39: Confusiones

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KHAI OLIVETTI

Ella gira su cabeza hacia mí y apoya su mejilla sobre mi hombro. Sus lágrimas calientes atraviesan la tela de mi camisa y humedecen mi piel. Cierro los ojos y la atraigo más cerca, sintiendo la delicadeza de su cuerpo y su respiración en mi nuca. Me quedo inmóvil, temeroso de romper el hechizo y la paz, mientras mis lentos suspiros se unen al ritmo de las aguas del arroyo que fluye a nuestro lado, en su danza sin cesar.

-¿Sigues enojada conmigo? -inquiero, anhelando encontrar en su mirada una señal de perdón que alivie el peso de mi culpa.

Ella se queda en silencio por un momento. Luego, con un sollozo que rompe su voz, responde con sinceridad y vulnerabilidad:

-No tanto como antes.

Es evidente que el daño causado ha dejado cicatrices profundas, pero también hay un atisbo de esperanza en su voz, una pequeña señal de que tal vez, con el tiempo, pueda encontrar la manera de perdonarme.

-Pensé que no volvería a verte en mucho tiempo -enuncio.

-Tenemos mucho por hablar, Khai.

-Sí, y te proporcionaré una explicación detallada, abarcando desde el inicio hasta el desenlace -respondo.

Sigo deslizando mi mano por su cabello de arriba abajo, anhelando la suavidad de sus delicados bucles, esos rizos en forma de espirales que solía acariciar y enredar entre mis dedos. Cuando los extrañaba, mi mano buscaba instintivamente el tacto de su cabello. Me deleito al envolverla entre mis brazos con una fuerza desbordante, como si quisiera compensar en cada abrazo los momentos que estuvimos separados. Cada efusivo apretón es un intento de recuperar el tiempo perdido, de fundirnos en un abrazo que trascienda el pasado y nos ancle en el presente, donde solo el amor que nos une importa.

Ni en mil años me hubiera imaginado que un agotador viaje de casi tres horas me llevaría directamente hacia ella, como si fuera mi destino inevitable. Mientras caminaba por los alrededores, tratando de despejar mi mente, de repente la vi avanzar con grandes zancadas, como si estuviera siendo atraída por una fuerza magnética hacia este preciso punto.

Apartamos nuestros cuerpos, juntamos nuestras cabezas y en un segundo, nuestros labios rozan de forma tierna, pero con un destello de pasión incontenible. Es como si estos tuvieran una vida propia, explorando, buscando cada curva y recoveco del otro. Las ansias crecen como una marea, arrastrando suavidad y pasión. La tensión crece hasta que, de repente, explota en un beso apasionado, como un relámpago que atraviesa el cielo. La caricia de nuestras bocas se vuelve casi desesperada, como si estuvieran intentando absorber cada parte del otro. El sonido de nuestra respiración acelerada y el latido de nuestros corazones mezclados, crean una melodía sin palabras.

-¡Khai, ¿qué diablos haces aquí?! -exclama una voz furiosa, resonando con un tono grave y cavernoso que me sacude de mi trance.

El estallido de enojo cae como un trueno sobre mi sorpresa, dejándome aturdido. Ros se separa de mí de un respingo, y en ese instante, giro rápidamente hacia la fuente del grito, encontrándome con Jacob. Mi semblante muestra un gran signo de interrogación, tratando de comprender cómo es que están en el mismo lugar.

Me encuentro inmóvil, como si estuviera atrapado en un remolino de confusión. Todo a mi alrededor parece girar mientras las piezas del rompecabezas empiezan a encajar. Los recuerdos de las palabras de mi abuelo, su sonrisa enigmática y su misterioso comentario sobre el encuentro con Jacob, se hacen presentes. Ahora comprendo que todo esto fue planeado y manipulado desde el principio.

-Será un viaje emocionante -dijo con un tono cargado de misterio.

-Estoy seguro de que también les encantará reencontrarse con su primo -agregó con una sonrisa retorcida.

Azares del destino [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora