Capítulo 51:

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ROSE RIVERS

Sacudo los dedos, agotada de escribir tanto. Ya casi son las diez de la noche, pero al menos he terminado las prácticas. Solo me falta hacer la maqueta del tracto digestivo que será la próxima semana

Froto los ojos y estiro mis brazos. El cansancio no es lo único que me afecta; también el desafío de entregarle la carta a Jacob. No sé cómo lo tomará, pero no puedo alargarlo más. Leila se fue esta mañana y es mejor contárselo antes de que empiece a preguntarse por ella o cometa alguna locura.

Saco el sobre del primer cajón y apago la luz de la lámpara de noche. Salgo de mi habitación y me dirijo a la contigua. Toco y Jacob me da permiso enseguida

—¿Cómo estás? —Empuño la carta entre mis manos, consciente del impacto devastador que tendrá en él.

—Mal, no quiero estar ni un segundo más en esta casa. —Acomoda las almohadas detrás de su espalda mientras jala las sábanas hacia arriba y se cubre las piernas—. Por otra parte, Leila no responde mis llamadas. No ha venido a verme. ¿La viste en la escuela hoy?

Meneo la cabeza, negando. No soy capaz de emitir ni una sílaba.

—Ya es hora de que vuelva al apartamento. Debo verla.

—No es necesario. Dejó esto para ti. —Le extiendo la carta como si fuera un ser querido a punto de morir en mis brazos.

—¿Qué es? ¿De qué se trata?

—No la he leído.

Arquea las cejas, frunce el ceño y la arrebata de mis manos.

—¿En serio? —cuestiona. Puedo ver las dudas en sus ojos, el asomo de su curiosidad. Sabe que algo no cuadra—. ¿Entonces, por qué tienes esa cara?

—Léela ya —ruego, tocándome el cuello. Mi pulso late fuerte en mis sienes. No estoy segura de si podré manejar esto.

—De acuerdo. —Rompe el sobre y extrae la hoja.Paso saliva.Él lee en un tono bajo, pero lo suficientemente audible—: Lo siento, sé que pareceré insensible al dejarte de esta forma, pero si me despidiera, sé que no me habría ido. Entendí que debía aceptar la propuesta de trabajo de la que te hablé, porque es lo más conveniente. Creo que tal vez esté fallando en mis principios éticos como psicóloga, pero soy humana. Te deseo lo mejor. Lo creas o no, te amo.

Arruga el papel en una bola y lo tira al suelo.

—Ella dijo que te ama —le explico, entristecida—. No quería hacer esto.

—¡Es una mentirosa! —grita, enfurecido—. ¡No se hubiera alejado de mí!

—Eso no tiene nada que ver —le espeto.

Su semblante se torna frío y oscuro, como un fenómeno natural.

—Vete, déjame a solas.













[🌪️🌪️🌪️]

Deambulo por los pasillos de la preparatoria, rodeada de un océano de estudiantes que se empujan entre sí. Esquivo a varias personas y abrazo con fuerza las pilas de carpetas contra mi pecho. Resoplo al llegar a un rincón del pasillo, vacío. Subo el primer peldaño del tramo de escaleras, pero me detengo. Justo a la vera hay un tablero informativo. Está cubierto de coloridos anuncios sobre las actividades de nuestro último año y fotos de los seleccionados para las olimpiadas estudiantiles. Khai está entre ellos. Su foto destaca en una estrella dorada que brilla en el centro. Sonrío. Aunque estemos en caminos diferentes y no nos hablemos siempre me alegraré por sus logros. Él soñaba con este momento y lo logró.

Azares del destino [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora