"F" of forever [Felix sandman]

Capitulo 15

Los recuerdos de la noche anterior eran bagos, borrosos, distantes como si nunca hubieran sucedido y solo me los estuviera imaginando. Mi mente viajaba en el tiempo ida y vuelta sin poder poner las imágenes en un orden conciso, lo que me desorientaba aun mas por no poder guiarme en como unos eventos llevaron a otros y a otros.

-¿Realmente estas diciéndome que crees que son los duendes quienes se llevan las cosas que se pierden?- Preguntó Felix achinando los ojos, riéndose de mi teoría.
Hacía poco mas de veinte minutos que nos habíamos levantado. Su pelo se encontraba desordenado, con algunos de sus clásicos mechones dorados cayendo sobre su frente, y sus ojos estaban mas chinos que de costumbre. Por alguna razón su sonrisa parecía incluso mas grande en las mañanas.
-¡Pero claro que si!- Exclamé. - ¿Sino como explicas todos esos calcetines que se pierden cuando lavas la ropa?.
Felix negó con la cabeza y sonrió por lo bajo, incrédulo.
-Ay por favor, alguien va a tener que dejar los libros de fantasía.
-¡Basta! -Me quejé, lanzándole un almohadón que tenia a mano.

Felix hizo su mejor imitación de una cara de sorpresa y en forma de venganza tiro de mis brazos hacia el, dejándome recostada sobre su pecho. Lleve las rodillas a mi pecho, anticipando el ataque de cosquillas que estaba por venir.
-¡No por favor! - Exclamé incluso antes de que sus dedos tocaran mis costillas. -¡Perdon, perdón!.
-No iba a hacerte cosquillas, que poca confianza me tienes. - Dijo Felix abrazándome. Cambio de planes repentino. - Entonces, ¿Quieres ir a desayunar a la playa, o quieres desayunar aquí?.
-Mmm- Titubie llevando mis dedos a mis labios. -Aunque un desayuno sin arena suene tentador, no hice las compras, por lo tanto creo que tendremos que desayunar en la playa.

Baje a la cocina a revisar en que condiciones había quedado, porque la verdad ni siquiera me había fijado.
Las alacenas se encontrabn totalmente vacías - a excepción de un té de frutilla, que había estado ahí desde el invierno pasado- y el lava platos estaba lleno de vajilla. Mi trabajo como ama de casa había sido un fracaso total.
Por último abrí la heladera, casi sin esperanzas, y con razón ya que no había mas que medio vaso de leche y una naranja a medio comer.

Era casi increible pensar que yo había hecho todo ese desastre por mi cuenta. ¿En que momento? No lo sé.

-¡Mags, vamos sube. El baño ya esta listo!- La voz de Felix me sacó de entre mis pensamientos.
-Si claro, ya subo. - Contesté ya dando los primeros pasos sobre la escalera. - Espera, ¿Que?.

No conseguí respuesta, en cambio solo el sonido de la ducha. Al entrar en la habitación un vapor espeso recorría todo el techo a lo largo y empañaba las ventanas. El aire se había vuelto caliente y húmedo.

-¿Felix, que es todo esto?. - Pregunte adentrándome en el baño. Entre la espesa nube de vapor salió Felix.
-Te preparé el baño- Contestó simple, encogiéndose de hombros. -Duchate y yo mientras tanto voy a ordenar el desastre de tu cuarto, tomate tu tiempo. Deje el shampoo y acondicionador cerca, y el agua de la bañadera ya tiene perfume y burbujas. Creo que no falta nada mas.

Susurré un "Gracias" estupefacta, a lo que el contesto con una pequeña sonrisa y dejo dos toallas apoyadas sobre mis brazos antes de retirarse de la habitación.

Lo que había hecho Felix con el baño era increíble y casi de película. Un profundo olor a melón inundaba el aire, dándole un toque fresco y limpio. La bañadera estaba llena hasta arriba de espuma, con la temperatura del agua perfecta.
Era una escena preciosa en la que me daba lastima irrumpir, pero la tentación de ese baño perfecto fue irresistible, así que me despoje de la ropa que traía y me hundí en la espesa espuma blanca.

Pasé alrededor de diez minutos luchando contra mi cabello enredado, luego otros diez para lavar mi cuerpo y unos cinco mas para aprovechar los últimos minutos de agua caliente que me quedaban.
Poco a poco las burbujas fueron disipándose hasta que el agua quedó como si nada, mis dedos ya estaban rugosos para este momento.
El agua ya no estaba tan caliente como antes, ni siquiera rozaba lo tibio, aunque los vidrios habían quedado finamente empañados y tenía un aire húmedamente tibio.