-Tu dolor-

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   Siento la frialdad de tus manos cual delicado collar alrededor de mi cuello. No puedo sentir el aire ingresar por mis pulmones, como se supone que debe ser, como siempre lo fue. Aquel sucio aire que entraba por mi cuerpo, ahora no lo permites.

   Me miras directo a los ojos. Detrás de esa imperturbabilidad puedo ver tu desesperación, rogandome ayuda, pidiéndome a gritos que te salve. ¿Será un espejo? ¿Por qué tus manos siguen apretando mi garganta cuando tanto quieres mi atención?

   Te contradices, y yo te compadezco. Se que no puedes dejar que lágrimas corran por tus mejillas, así que tranquilo, yo lloraré por ti. Se que entonaciones no pueden deslizarse por tus labios, no te preocupes, yo partiré la tierra con los gritos que no gritaste. Y si,  se que estás enojado conmigo, contigo y con la vida, pero no te dejaré irte; tienes que quedarte para escuchar como grito, lloro y siento por ti.

Tus brazos caen débiles a los costados de tu cuerpo, este se hace pequeño. Tus manos se cierran en puños apretados  siendo el único signo de emoción humana. Aún manteniendo tu escultural rostro bajas tu mirada y te vas, pero se que regresarás, como siempre lo haces, acorralandome y con tus gelidas manos cortando mi respiración. No te juzgo, el dolor físico que siento no es absolutamente nada comparado con tu desolación, con tu silencioso sufrimiento.

  Así que seguiré aquí para que me encuentres.

Poesía y cuentos cortos - AntologíaWhere stories live. Discover now