-¿Me dices cómo se sintió volar?-

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Me han contado que volar es placentero, que el rozar de la piel con el viento es todo un sortilegio, que el aire es divinamente puro y sincero, y que sentir todo aquel espacio para ti en el cielo es extrañamente perfecto.

Allá arriba dicen que cuando vuelas el cielo azul se vuelve turquesa, y la intimidante infinitez del llano te hace sonreír, también dicen que la excitación de volar te hace gritar de alegría y más aun sabiendo que aquellas pequeñas figuras difuminadas abajo te pueden ver pero no escuchar.

¡Oh, pobre de mí! Eh caído tan bajo como para extasiarme de palabrerías, para imaginar experimentar experiencias que nunca han sido mías y para soñar sueños inalcanzables alimentados por voladores. ¿Quién soy yo para permitirme volar? Si mis alas han cortado ya. Pero no lo puedo evitar, mi alma ansía aquellas en el cielo estirar. Un pinchazo de emoción carcome todo mi ser y me veo envuelto en deseos que no hacen más que crecer.

Acá la tierra parece tan común, el suelo húmedo solo impregna con su nauseabundo aroma, burlándose de mí por estar junto a él. ¡Oh cuan feliz sería si mis alas no hubiesen cortado! Podría dejarme besar por la libertad en una infinitez de emociones sin cadenas... pero el cielo está muy lejos ¿no?

Cielo santo, discúlpenme. Mis palabras, más que por mis dedos, por mis ilusiones han sido llevadas, porque solo son eso, ilusiones tan grises como el abajo, tan grises como mis alas y cadenas que me acorralan y tan grises como el color que ha adquirido mi piel. Porque mis deseos y ansias me han consumido, se llevaron el color de mis ganas, devorándolas como si no fueran más que un simple trozo de pan.

Dime, ¿tan mal está que quiera volar? ¿Tan mal esta que mis alas heridas quiera desplegar? Y ¿tan mal esta que mis sueños quiera yo lograr?

Deja que mis temblorosos dedos débiles respondan mis preguntas, porque no he de hacer más que molestarte con las incoherencias de un alma soñadora y desolante.

Si, esta tan mal como lo has ya de saber. Porque si has de observar ni soñando mis alas se han curado y marchitas han quedado, si tanto de mirar arriba la punzada en el cuello me ha obligado a mirar hacia abajo.

Pues discúlpeme señor, por poner en el aire un tono melancólico, por ser tan atrevido para que la llama de deseo aun arda en mi pecho, discúlpeme querido lector harto de mi indigno ser, por repudiar a las figuras que este suelo ha de tener y por anhelar sin fronteras querer volar.

Mi guía es la palabra, es el decir emocionado de los que vuelan y han volado, de aquellos que sin el respeto que no merezco me echan en cara lo que mi corazón por tanto tiempo ha ansiado.

Pues no puedo dejar que la llama se apague, que este anhelo en mi pecho desaparezca y que de mí se apiade, pues porque es mi tortura y mi razón, si, pues ¿quien más soy yo que un simple soñador?

No puedo si quiera pensar quien sería este errante ser en tierra sin soñar, viviría sin el deseo flameante que eh de tener y en causa a ello vería lo que siempre eh de temer.

¿Vería a las negras personas lúgubres sin rostro? ¿Vería aquel hielo gélido y mugroso que cubre sus harapos? ¿Acaso me atrevería y vería mi propia figura entumecida por esperar con retorcida paciencia que un simple deseo se cumpla?

¡Ya déjeme de atormentar! Señor, sabe usted que juzgar está mal. Solo soy una silueta gris y tambaleante con alas muertas que han sido más que una carga a mi consiente. Aquel dolor que se resguarda junto a la flama, aquel que me dice burlándose despiadadamente "¿imagina usted, buen señor, que hubiera pasado si no hubiera pasado?" ¡Oh aquella interrogante maliciosa me retuerce el alma! Si no fuera tan indigno dejaría fluir aquella agua contaminada que pica en mis ojos, pero solo el nudo hiriente en mi garganta amenaza con ahogarme y la presión sofoca la mísera sombra que soy.

Solo vivo, señor, por la vana esperanza que habita en mí, vivo por resguardar las lágrimas que hierven en mis ojos, vivo por soportar las heridas en mis omoplatos y rasguños en mis huesudos tobillos opacos. Porque así de pesado es mí ser, así de pesadas son mis alas dañadas, porque así de pesadas son mis cadenas y así de pesada es mi tétrica esperanza.

Poesía y cuentos cortos - AntologíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora