La gente que está herida ama diferente

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   Dicen que la gente que no es feliz molesta. Mentira.
   Vi con mis propios ojos gente rota capaz de levantarte de una cama. Gente cargada de tristeza, dándote el envión necesario para que te animes a lo que ellos no pueden todavía.
  La gente que está herida ama diferente. Te cuida diferente. Te mira diferente. Sabe lo que siente al estar atravesada por la angustia y, entonces, palmea tu espalda para que no te quedes en el medio del camino.
   La gente que no es feliz no sabe cómo serlo. No puede. No alcanzó a entender de qué manera. Pero esa persona es la primera que se pone la camiseta y deja lo que está haciendo para golpearte la puerta cuando sabe lo que estás viviendo.
    La gente que no es feliz no jode.
    El rencor molesta. La envidia. El egoísmo. La mentira. El miserable que no es capaz de compartir por miedo a quedarse con menos de lo que a vos te falta. Ese sí que molesta.
La gente que está herida aprendió a amar desde su propio vacío, usando a veces la fuerza que le queda solamente para no dejarte caer. Yo tengo gente rota que tuvo que lamer mis propias heridas, que supo acunarme para que descansara y pudo acariciarme el alma tan solo con su presencia. La tengo. La ví. Lo fuí.  Y cada tanto lo soy.
   Es mentira que las personas rotas no suman. Hay personas lastimadas que lo arreglan todo. Y a veces, con una simple mirada, te ayudan a curar tu mundo.

Rota se camina igual (Lorena Pronsky)Where stories live. Discover now