El hueso es el límite

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  Yo ya me quemé con leche mas de treinta veces y eso no me alcanzó para evitar la vaca.
  Repito la idea de que esta vez va a ser distinto y, hasta no darme la pared en ma frente, no paro. No me interesa parar. Le doy para adelante porque siempre termino creyendo que quizás, esta vez, sí valen la pena las ganas y el intento. El dolor que viene después no me sirve como excusa para quedarme en el molde y no darme la oportunidad de lanzarme de nuevo.
   Prefiero la herida y no el cuerpo impoluto y casto de no haber probado todo. El hueso es el límite. Lo que viene después es la verdad y me la banco. Me banco lo que venga, antes de pegar la vuelta sin hábermela jugado por algo o alguien.
  No me importa huir de nada que guarde la ínfima posiblidad de que esta vez puede ser diferente. No dejo posibilidades tiradas en la vereda para que venga un perro y la cague. Prefieri cagarla yo, sí es que es así está marcada la historia, pero no irme a la cama sin sentir que al menos hice mi parte.
  Las trompadas que tengo en la cara son de intentos, no de silencios. Porque hace tiempo entendí que el único dolor que no estoy dispuesta a sentir es el de la duda y el miedo.
  Las dudas me las saco y el miedo salta conmigo. Todo puede pasar. Todo. Pero huir es lo único que no se me cruza en la cabeza como opción. Es mi paz. Ponerme la mano en el corazón, sentir qué me está marcando y marchar. Lo que viene después nunca depende solo de mí. A veces es un bajón
  Y si. Pero apoyo la cabeza en la almohada con la certeza de que mi parte la tengo saldada.
 

Rota se camina igual (Lorena Pronsky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora