Capítulo 21.

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No quiero ir con mamá, quiero estar aquí con Andrew. Y no me importa lo mucho que tengamos que correr, lo haré si es necesario.

No he mirado atrás desde hace unos minutos, pero lo hago nuevamente, y puedo percatarme de la sudosa y atractiva cara de Andrew. Y desgraciadamente la cara de los guardias, que cada vez más están más cerca de nosotros. Corro aún más rápido, y me percato de que Andrew me siga.

Cuando logramos encontremos dentro de una tienda..., Andrew comienza a decirme las teorías de lo que supuestamente va a pasar con nosotros si no volvimos a la clínica. Cosa que no me gusta oir, y justo cuando voy a debatir mi punto de vista del caso, él se apresura a decir que la casa de sus tíos está cerca. Y puedo darme cuenta de que recalca constantemente que aunque esté cerca, él se niega a entrar allí.

Creo que mi cara de confusión se hace presente, para luego que el proceda a explicarme el que su tia vive allí. Le pido explicación.

Él sólo se limita a soltar un par de lágrimas, y comenzar a contarme las cosas que ella le hacía cuando era pequeño. Las cosas que hacía cuando él estaba asustado, cuando él sólo necesitaba apoyo.

No puedo evitar plantearme todo lo que está pasando por mi cabeza. La ira me invade, pero no hay nada que pueda hacer. Él me da a elegir entre sollozos las dos opciones que se ponen delante de nuestros ojos; el de quedarnos en la casa de su tia, y el de la clínica.

No dudo en elegir la segunda; pues prefiero irme con mamá y hablar con él por todos los medios posibles, a que él tenga que ver a su tia. A el horrible mounstro a la cual se le hace llamar tia.

Lloro mientras lo abrazo, y él jadea mientras acaricia mi cabello por última vez. Este sería el fin, esto se acabaría. Adiós Andrew, adiós reputación, adiós autoestima, adiós felicidad.

-Prometo contactarme contigo todos los días... -sollozo, mientras que aprieto un poco más el agarre de mis brazos hacia su cuello. - En verdad lo prometo.

-Miranda..., chiquita, gracias por todo. Estaremos en contacto, no te olvidaré, porque, espero que sepas todo el tiempo que eres el único tema en el que me gusta pensar.

-Gracias a tí también, haz sido la roca que me ha mantenido durante todo este tiempo.

Dicho esto nos separamos, y comenzamos a caminar tomados de la mano hacia la clínica. No dudo en preguntarle las millones y millones de preguntas que tengo para él antes de que se valla. Y bueno, cabe más decir que la primera y más importante pregunta que le hice fúe el saber que iba a pasar con él después de esto. Porque, supuestamente no se iban a ir a su país de México en 6 días. Es decir, ¿qué pasaría con los pasajes ya comprados?, ¿quién vendría a buscarlo?.

Pero él dijo que yo no debía preocuparme de ello. Que él iba a llamar desde la clínica para luego avisar lo ocurrido. Y por último, hablamos de cuanto nos ayudamos el uno al otro, para luego finalisar a pasos de la clínica con el último beso, abrazo y caricia.

-Te amo. -digo, y el esboza un intento de sonrisa entre sollozos.

-Te amo. -repite, y limpio mis lágrimas al igual que él antes de entrar a la clínica y casi entregarme sin ganas a mamá.

Andrew ve directamente dónde la psicóloga no con la mejor cara, y coge el teléfono para marcar el número de su tío y avisar. Me guiña un ojo, para luego sacarme ese peso de encima, levantando su dedo pulgar.

Mi mamá me sienta en el sillón junto a ella, mientras que la psicóloga se va con Andrew, a buscar las cosas que son mías dentro de la habitación que supuestamente me habían asignado.

-Hija, mañana sera un nuevo día. Lamento mucho todo lo ocurrido; hoy mismo pediré la orden de restricción hacia tu padre. Podemos vivir sin él. No soy, ni seré la primera ni la última madre en tomarse las responsabilidades sola. Ya recapacite, pero no estoy de acuerdo con que me mires de esa forma.

Me tomo un par de segundos para masticar y no escupir todas las palabras que quiero decirle.

-¿Cómo quieres que te mire, mamá? En verdad estoy molesta. No tienes la menor idea de en lo que me has metido.

-¿A qué te refieres? Esto es mejor para tí, mañana podrás convivir con tus amigas en el colegio, podrás ser mejor persona en un futuro si continúas con tus estudios ahora.

-No vengas a hablarme de preocupación ahora, porque que yo recuerde, mentiste. Le dijiste a la estúpida psicóloga que tenías que pagar el jodido colegio que nunca pagaste. Que estabas preocupada por mí, cosa que jamás hiciste. Estoy alterada, ¿qué pasa contigo? En el único que confió es en Andrew. Todos están mintiendome. Tú "supuestamente" estás bien, pero, ¿desde cuándo?, ¡nadie me había dicho nada!, era todo el tiempo ese rollo de; "no te dejamos ver a tu madre porque está mal, y verla mal puede hacerte daño." Mentiras. No tienes idea lo preocupada y estresada que estaba con el hecho de tí mal, de tu delirando. De no tener posibilidades de verte estando en un estado de mal... y...tu...

-Miranda, ya es suficiente.

-No. -digo, acomodandome en mi asiento, y soltando más lágrimas.- Lo entiendo, mañana iré al colegio sólo porque quiero hacerlo. Sólo porque quiero ser alguien cuando cresca, alguien que pueda alejarse de personas que estuvieron despreocupadas y mintiendo todo el tiempo.

-Está bien. -es lo único que se limita a decir mientras se para y se acomoda su camisa ya arrugada. -Comprendo que estés así ahora, pero luego te acostumbraras. Estoy mejor, mejore, y entiendo...

-No, nunca entendiste nada. -le corto- ¡Nunca entendiste una mierda de lo que me pasaba! ¡Mañana volveré a la escuela donde todos molestaran!

-Yo me encargaré de eso, tu sólo has lo que debes hacer y ya.

-Pero, es que..., yo... -hago una pausa, tomó aire, aclaro mi garganta porque siento que mi voz está lo suficiente entrecortada como para seguir hablando. -No puedo hacer lo que de verdad tengo que hacer. Lo que tengo que hacer es quedarme con él.

-¿Con el pequeño que viene con maletas junto a la psicóloga?

-Sí, con el que siempre estuvo para mí, cosa que nunca supiste hacer.

Ella calla, cosa que me da cierto aire de tener razón, cosa que entiendo, porque de verdad tengo razón.

-Nos vamos de aquí. -dice seca para luego sonreirle a la psicóloga y agradecer.

No hace ningún gesto a Andrew para luego salir hacia la puerta. Abrazo a Andrew rápidamente y me voy.

Siento el leve vacío en mi pecho, de tal forma que estoy helada. Me siento sin fuerzas para seguir avanzando, para seguir llevando cosas, para seguir yendo detrás de una persona que no entiende nada de lo que en realidad está pasando aquí.

Minutos después llegamos a casa, y mamá sale, porque está viendo todo ese rollo de las cosas del colegio y ya. Pedí quedarme en casa, para poder hablar con Andrew.

Cosa que hago, y aún me sorprende la fácil actividad de apretar el botón de encender el celular, y apretar "llamar" y luego "webcam", y así vernos de un lado de la pantalla.

Escaneo cada rasgo del rostro de Andrew, mientras que limpio las lágrimas de mis ojos.

-No sabes cuanto voy a extrañar a mi roca. -murmuro refiriéndome a él.

El sonríe de forma perezosa.

-No sabes cuánto voy a extrañar a mi pilar. -respondo y reímos al unísono mientras recordamos todos los momentos importantes de nuestra relación.

El; "es demasiada información para un desconocido", no pasa desdesapercibido. El; -¿Estas bien? -Sí, literalmente. -¿Por qué dices literalmente? ¿Acaso no estás bien del todo?", tampoco queda en el olvido.

Y el último y el más importante;
¿Andrew, que somos?.

Y creo que desde ese minuto, mi mundo, ya no era el mismo.

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