Capítulo 8.

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-Mhm... -me safé de su agarre, y caminé hacia el otro lado de la habitación mientras me tomaba el pelo con mis manos que estaban sudadas.

-Acabas de decir que soñaste conmigo...-dijo persiguiéndome al otro lado de la habitación- ajám, nunca creí que este momento llegaría.

-¿Cúal? -pregunté.

-En el que una chica soñara conmigo. -respondió acercándose más a mí.

Creo que no pude disimular mi emoción y quise seguir tratando de que él no se me acercara mucho. Era por precaución. Tenía unas tremendas ganas de abrazarlo, y decirle que le quería demasiado cómo para no despegarme de él, pero no podía, no podía hacerlo.

Acomodó su cabello claro, y lo tiró hacia atrás.La habitación estaba oscura, pero aún así sus ojos se veían geniales.

-Miranda -me llamó- como ahora me quedaré más tiempo aquí, quisiera recordarte que siempre estaré aquí para tí, y que todo este tiempo que llevamos hablando te sirva para que al fin puedas confiar plenamente en alguien, ¿está bien? No estás sola y no lo estarás si estoy yo aquí. -él sonríe- lo prometo.

- Gracias. -dije algo triste, me había distraído mucho con él pero algo me hizo volver a la realidad; mamá estaba postrada en la habitación de al lado y yo estaba aquí por papá.

-Oye... ¿qué ocurre? -dijo acariciandome el pelo- te pusiste tímida de la nada, ¿pasa algo?

-No... solo, acabo de recordar por qué estoy aquí...

-Oh... -dice él mientras se acerca más a mí- tranquila Miranda, debes dejar que el tiempo actúe, ¿pero quién dice que no podemos disfrutar ese lapso?

Me abraza de imprevisto, y yo atino a agarrarme con fuerza a él, me había mareado un poco y la vista comenzaba a nublarse.

-Miranda tranquila -dice al verme sin fuerzas- espera, tranquila...

Veía todo negro y mis piernas habían dejado de reaccionar.

Siento que me toma en brazos y me lleva a la camilla, escucho que aprieta todos los botones, y que la enfermera llega de inmediato.

-¿Qué ocurrió? -dice ella preocupada y tomándome la frente y el pulso.

- No lo sé, estaba bien y de un momento a otro se puso más blanca y sus ojos se cerraron y...

-Tranquilo traeré el suero y las cosas, gracias por avisar.

-De nada.

Siento que me acaricia el pelo.

-Tranquila Miranda todo estará bien, estaré aquí cuidándote pase lo que pase.

Y eso fue lo último que escuché.

[*]

-Es importante que le toques la frente cada vez que le ocurra eso, la temperatura es la que nos dirá en que estado se encuentra y qué medidas debemos tomar, el color que adquieran sus ojeras también, y sobre todo el pulso para...

Escuchaba una conversación extremadamente larga desde lejos, y al poder abrir un poco los ojos veo a Andrew anotando todo en un papel, y asintiendo cada cosa que le decía la enfermera.

Atino a levantar mi mano de la nada, y una aguja, no me permite moverla más, tenía suero, y las miradas de ambos estaban sobre mí de nuevo.
Cierro los ojos, y Andrew da las gracias nuevamente y escucho a la enfermera cerrar la puerta.

-¿Qué ocurrió? -pregunto volviendo a levantar la mano, y la aguja vuelve a tirar.

Andrew agarra mi mano y la deja en una posición perfecta.

-No muevas esta mano, la aguja puede quedar en una mala posición, y si es que se sale de golpe puede doler demasiado. Y estamos 6 horas más tarde que la última vez, te desmayaste de nuevo, pero ya sé qué hacer en caso de que pase de nuevo, o al menos lo básico -rie tomándose la nuca nervioso.

-Muchas gracias, tengo mucha jaqueca...

-De nada, Miranda. -dice acariciándome la cabeza.

Siento que dormí durante algunos segundos y vuelvo a mover la mano, la aguja esta vez tira fuerte y me quejo del dolor. Veo acercarse a Andrew desde el sofá directo hacia mi mano.

La toma y la vuelve a dejar en su lugar.

-Dioss, que niñita tan porfiada... -dice apuntándome con el dedo índice con su otra mano- es por tu bien, y si no me obedeces...

-¿Qué harás? -digo riendo.

-¡Te haré cosquillas eternas! -dijo mirándome con una cara rara, finjiendo ser un "psicópata", para luego acercarse más y aún teniendo la mano en la mano con suero, comenzar a hacerme cosquillas en el ombligo.

Reía, reía, y no podía parar de hacerlo, estaba con la garganta cansada, y ya me había aburrido de mis intentos de tratar de sacarlo con la poca fuerza que tengo. Hasta que hice un ademán (medio brusco) y aparté su mano.

-Oh, lo siento. -dice él- creo que fueron muchas cosquillas al parecer...

-Demasiadas -digo aún riendo con nerviosismo.

Andrew seguía mirándome confuso por la pura razón de que yo me había safado de él, y de tan brusca forma. Le sonrío avergonzada y creo que el capta el mensaje.

Escuché un ruido proveniente de la habitación de al lado, y al principio puedo jurar que no me importó, pero luego recordé que mamá estaba en esa habitación.

Me moví rápidamente hacia la puerta en dónde supuestamente estaba el seguro, pero al tomar la perilla de la puerta, me doy cuenta de que en realidad no es así. Y recuerdo el por qué; cuándo Andrew entró a la habitación y casi me da un ataque por ver su cara, la psicóloga se nos quedó mirando un pequeño tiempo y luego se largó sin hacer nada más. Y no recuerdo haber escuchado el sonido de los mecanismos cerrarse.

Los recuerdos comenzaron a llegar más rápido de lo que yo creía. Y eso no me hizo pensar muy bien mis acciones, y sólo apreté con más fuerza la manilla para abrirla y la giré con fuerza, pero algo me detuvo.

-¿Estás estás consciente de lo que haces? -la voz de Andrew cerca de mí me ponía de pelos. Pero se me pasó al instante.

-Sí. -dije y salí corriendo a la habitación de mamá.

Las alarmas comenzaron a sonar, cada vez más fuerte. Y una vez dentro, antes de estar completamente decidida a cerrar la puerta con llave, y ver a mi mamá que estaba a mis espaldas, alguien entra. Pegué un salto ya que pensé que sería un guardia, pero me dí cuenta de que era Andrew.

Lo miré seria al principio.

-Porfavor no te enojes, sólo quiero estar contigo para estar allí cuando tomes alguna decisión si algo llega a pasar. -dijo entrando a la habitación y yendo hacia mí.

Esa oración no me sonó muy bien, entre esas palabras había algo oculto que tal vez preguntaría luego; depende de qué pasaría ahora.

-Miranda. -una voz femenina invadió mis oídos. La misma voz que alguna vez me quiso, la que extrañaba escuchar regañarme, o aveces ni siquiera hablarme. De todas formas, ella era mí mamá. Y debía respetarla, y quererla a pesar de todo.

-¡Mamá! -exclamé y me dirije hasta ella- ¡te extrañe mucho!

Ella me abrazó y pude sentir algo que no sentía hace años;

El amor de mamá.



AMOR SUICIDAWhere stories live. Discover now