3. La Heredera

1.1K 134 21
                                    


Amelia odiaba las fiestas de ricos a las que su padre le obligaba a asistir desde los 18. Tenía que poner buena cara a gente que era despreciable y a la que no soportaba.

En el caso de la fiesta de esa noche no podía ni quería quejarse. Era una fiesta benéfica para la asociación Devoción González, que ofrecía becas y ayudas para los estudios a familias con problemas monetarios o pocos recursos para acceder a la educación superior.

Tanto la asociación como el nombre fueron idea de Amelia. Al cumplir 20 decidió hacer algo por la gente que no tenía tanto como ella. Sabía que su madre había sido una gran benefactora de los menos favorecidos, y cuando heredó el dinero que ella le había dejado, así como el 50% de las empresas Ledesma, Amelia se puso manos a la obra para continuar el legado benéfico de su madre.

Su padre, como no podía ser de otra manera, se puso furioso al ver en lo que invertía el dinero y su valioso tiempo. Pero cuando la asociación empezó a recibir premios, reconocimientos por parte de políticos y halagos y apoyos de los más poderosos, su padre decidió subirse al carro y hacer como que todo aquello había sido idea suya.

A Amelia no le importaba, lo único que quería era que la asociación siguiera creciendo y llegando a todos los jóvenes brillantes que no podían acceder a la universidad por falta de medios. Eso y que se honrara la memoria de su madre.

Así pues la morena bebía de una copa de champán mientras observaba a todos aquellos ricos y poderosos casi pelearse por salir en las fotos.

Uno de esos ricachones se acercó para ofrecerle conocer a su hijo. Un niño pijo con nosecuantos títulos, por supuesto comprados con el dinero de papá.

Amelia sonrió con amabilidad. - Lo siento. Todavía no me he recuperado de la enfermedad venérea de la que me contagié en mi viaje a Grecia el año pasado. - La cejas del hombre casi se salieron de su cara al escuchar aquello. - Necesito un par de años más de tratamiento.

Su padre apareció al momento y la agarró por el brazo con fuerza. Se disculpó con el ricachón, diciéndole que ya sabía lo bromista que era su hija, todo un personaje. Y se la llevó a un lugar alejado intentando no causar una escena.

- ¡Compórtate, maldita sea! - su padre le advirtió, tratando de no alzar mucho la voz. - ¿No puedes actuar con un poco de clase y saber estar?

- Mejor decir eso a que soy lesbiana, ¿no crees? - Amelia replicó con sarcasmo.

Los ojos claros de sus padres centellearon con rabia y la señaló de manera firme. - Te lo advierto, Amelia. Si me dejas en ridículo una vez más...

- ¿Qué? - la morena lo desafió.

- Siéntate y compórtate de una vez. - la llevó del brazo hasta la mesa principal. - Y cállate. No quiero escucharte en toda la noche. - se abrochó la chaqueta y se acercó a hablar con más ricachones con su mejor sonrisa, dejando a Amelia sola en aquella mesa.

Amelia lo ignoraba, pero en una mesa cercana se sentaban Luisita y su amiga Rocío, que lo habían visto todo.

Estaban allí porque ambas era beneficiarias de una de las becas de la asociación, y al igual que una docena más de estudiantes, estaban invitadas a aquel evento.

- Qué tensión. - Roció susurró. - ¿Quién será ese tipo tan desagradable?

Luisita se encogió de hombros mientras observaba a Amelia. La rubia nunca había visto a la morena así de elegante. Con aquel vestido negro de tirantes y aquellos taconazos. Casi ni parecía ella.

- ¿Crees que ella también tiene una beca? - Rocío insistió.

- Puede ser. - Luisita sentía que la morena no parecía para nada feliz de estar allí.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora