15. Golpe Tras Golpe

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Luisita buscaba a Amelia entre la gente. Después de lo que pasó en el resort habían pasado ya una semana sin ningún tipo de contacto.

Sentada en la cafetería de la universidad, ni siquiera Rocío y sus ocurrencias lograban animarla.

La echaba de menos. Echaba de menos sus bromas tontas, sus miradas, el que fuera a buscarla en la moto para tomar algo, hablar por las noches por WhatsApp antes de dormir...

Y sus besos.

Solo se habían besado una vez pero Luisita no podía parar de pensar en ello.

Pero Amelia parecía haberse esfumado.

En el fondo Luisita sentía que Amelia le había dicho la verdad sobre Lourdes, y que no se acostó con ella por mucho que la chica se lo dijera aquella noche aciaga. Algo en su corazón le decía que Amelia era sincera. Y se odiaba un poco por echarla tanto de menos. Estaba acostumbrada a verla todos los días y ahora...

Sabía que Amelia simplemente le estaba dando el tiempo y el espacio que le había pedido. Pero la seguía echaba de menos.

- ¿Luisita? - Rocío dio unos golpecitos en la mesa para llamar la atención de su amiga. - ¿Qué te pasa esta mañana? Estás empanada.

La rubia alzó la vista y se encogió de hombros. - Estoy cansada. Creo que necesito otro café.

Y sin más se levantó y se dirigió hasta las cafeteras al final de la cafetería. Tomó una y se sirvió un vaso bien cargado.

No puedo creer su mala suerte cuando Aitor apareció ante ella, con las manos en los bolsillos y su mejor imitación de cara triste y compungida.

Luisita tomó aire y se dispuso a volver a su mesa, pero el chico se puso delante. Aquello hizo que la rubia tuviera un flashback y no le gustó nada. Empujó al chico tratando de no derramar su café y Aitor dio un paso atrás.

- Quítate de mi vista. - la rubia exclamó.

- Luisita, por favor. - el chico alzó las manos en gesto de paz. - Quiero pedirte perdón y decirte que te echo mucho de menos. La he cagado a lo grande, pero lo que más quiero es estar contigo. Por favor, dame otra oportunidad.

Luisita bufó. - ¿Estás de broma o qué? No quiero ni verte la cara.

El chico pareció enfadarse ante sus palabras. - ¿Es por la tal Amelia?

- Es porque eres un cerdo y un miserable. - Luisita contraatacó. - No volvería contigo ni aunque fueras la última persona sobre la faz de la tierra.

Aitor apretó la mandíbula. - Si me sigues tratando así te vas a arrepentir.

- Demasiado bien te estoy tratando. - Luisita lo quitó de su camino con un empujón y volvió junto a Rocío.

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Amelia entró en su despacho alterada y rabiosa. Su padre detrás iba detrás y no estaba menos alterado y rabioso.

La reunión de esa mañana había terminado casi en batalla campal cuando Amelia le dijo a los ricachones que buscaban un contrato con las empresas Ledesma que se largaran y no volvieran.

Su padre trató de calmar las aguas, pero los ricachones se marcharon ofendidos e insultados, asegurando que nunca volverían por allí.

Amelia no soportaba a ese tipo de gente. De los que pensaban que por tener dinero e influencias podían hacer lo que quisieran. Y ella no estaba dispuesta a ponerles una alfombra roja y cumplir sus caprichos.

- ¡Eres una inconsciente! - Tomás cerró la puerta con un golpe sordo. - ¿Sabes lo que has hecho?

- ¡Perfectamente! - Amelia se dio la vuelta para enfrentar a su padre. - ¡Me he negado a que arrasen una zona arbolada solo porque a esos les apetece construir un campo de golf para reunirse y regodearse de lo ricos que son!

EllaWhere stories live. Discover now