9. Paso A Paso

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Amelia despertó lenta y pesadamente. Abrió los ojos momentáneamente y los volvió a cerrar arrugando la frente y dejando salir un gruñido cansado y dolorido.

Casi no se acordaba de nada de lo que había pasado en día anterior... Excepto por las palabras de su padre.

Gruñó de nuevo y trató de sentarse sobre el colchón. Se quejó y masajeó las sienes intentando entender dónde estaba y cómo había llegado allí. Todo le daba vueltas.

Se dio cuenta de que conocía el lugar. Era uno de los cuartos de invitados del apartamento Marina.

Ok. Llegó al club, se emborrachó y Marina la llevó a su casa. Vale, ahora todo estaba más claro.

Quiso frotarse los ojos con las manos y descubrió alarmada que tenía la mano izquierda vendada. Entonces, como un flashback, le llegaron imágenes del día anterior y recordó estar bebiendo en el club y también unos ojos marrones mirándola con preocupación...

Luisita

La rubia había estado en el club y... ¿María? La recordaba conduciendo.

Se miró la mano vendada y, junto con el dolor de cabeza que le taladraba el cerebro, comprendió que había hecho alguna estupidez. Y de las gordas.

Se levantó a duras penas y sin casi equilibrio. Quiso ponerse los pantalones, pero es que iba a acabar en el suelo. Así que salió de la habitación así, con la parte de arriba y solo con la ropa interior abajo.

Marina la recibió en la cocina con una taza de café cargado. Amelia le dio las gracias y se dejó caer sobre una silla con un suspiro pesado.

- ¿Cómo te sientes? - Marina se sentó frente a ella.

Amelia tragó un sorbo de café. - He estado mejor. - dijo con la voz cansada.

- Vaya espectáculo. - Marina sonrió. - Y ahora me lo puedo tomar con humor, pero menudo susto nos diste.

- ¿Nos? - Amelia abrió los ojos hinchados y enrojecidos.

Marina asintió. - No sé qué habría hecho sin la ayuda de María y Luisita.

Amelia enterró la cara en las manos. - Así que no ha sido un sueño.

- Amelia. - Marina cubrió la mano maltrecha de la morena con sumo cuidado. - Sé que discutiste con tu padre, pero... nunca te había visto así y me asustaste.

Amelia se lamió los labios. - Lo siento de verdad, Marina. No sé muy bien qué me pasó.

- Que te lo guardas todo, Amelia. Eso es lo que pasa. Y no es bueno.

- Ya lo sé. - la morena se frotó los ojos con cansancio.

- Estoy muy preocupada por ti.

Amelia sabía que su amiga era sincera y acarició su mano con cariño. - Estoy bien. De verdad. Solo tengo que... - se encogió de hombros. - que aprender a ignorar a mi padre.

Marina negó con la cabeza, porque realmente no parecía muy convencida. - No creo que esa sea la solución.

Amelia ojeó su móvil y vio un mensaje de Luisita.


Luisita

Espero que te sientas mejor esta mañana


La morena sonrió fugazmente.

- ¿Qué pasa? - Marina preguntó mirando al móvil por encima.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora