7. Noche De Miedo

1.3K 134 19
                                    


Ya había pasado una semana desde el cumpleaños de Amelia, y tal y como Luisita le prometió la desbloqueó en Instagram y se empezaron a seguir. No solo eso. Empezaron a mensajearse y al final intercambiaron teléfonos.

Luisita tenía que admitir que Amelia le hacía reír y que en el fondo la morena no era como ella pensaba.

Su hermana le dijo que fuera cauta, porque la reputación de Amelia no era algo que tomarse a la ligera. Y Luisita se sorprendió a si misma saliendo en la defensa de la morena, argumentando que Amelia era bastante más humilde y amable de lo que se pensaba la gente, incluida ella misma.

María le contestó que tampoco se hiciera ilusiones y Luisita se puso a la defensiva. ¿Qué ilusiones se iba a hacer con Amelia cuando apenas habían empezado a ser amigas?

Desde luego vaya cosas tenía su hermana.

Esa mañana la rubia volvía a casa después de comprar algunas cosas relacionadas con sus estudios de arte. Esperaba que sus padres no las vieran y eso la llevó a pensar en que tenía que contarles la verdad antes de que se enteraran por otras personas. Porque eso sería demasiado injusto.

Luisita caminó hasta la parada de autobús y vio con fastidio cómo acababa de marcharse dejándola atrás. Resopló y se puso a consultar su móvil mientras esperaba al próximo.

Un claxon repentino la hizo saltar del susto y comprobó que venía de una moto parada frente a la acera.

- Hola. - Amelia dijo con una sonrisa mientras se quitaba el casco. - El mundo es un pañuelo.

Luisita rodó los ojos y se acercó a la morena. - ¿Qué haces por aquí?

- Voy camino de una reunión con los socios de mi padre.

La rubia observó el outfit de la morena con una ceja levantada. Vaqueros ajustados, chaqueta de cuero negro, botas y una camisa medio desabrochada.

- ¿Vas así vestida a una reunión de señoros ricachones?

La morena se encogió de hombros. - Esa gentuza no merece nada por mi parte.

Luisita negó con la cabeza y miró la parada de autobús. - Tengo prisa y esta cosa no llega.

- Yo te llevo. - Amelia ofreció. - Sube.

- ¿A la moto? Ni hablar.

- Que no pasa nada. - Amelia se bajó y sacó otro casco del baúl de la moto. - Soy una conductora muy responsable. - y le ofreció el casco.

La rubia dudó, pero al final aceptó el casco y Amelia se subió a la moto con una sonrisa. Se puso su casco y esperó a que Luisita se montara detrás.

La rubia se agarró con fuerza a la cintura de Amelia y la morena arrancó.

- Tranquila. - Amelia le dijo con confianza.

Luisita seguía tensa y se apretó con más fuerza contra la morena. - No te hagas la chula.

Amelia rio y se puso en marcha. Luisita, en mitad de todo el nerviosismo y miedo, pensó en que la morena era bastante fuerte, pero a la vez rezumaba sensualidad. Su perfume la atontaba. Es un olor que nunca se había encontrado. Dulce y firme a la vez, como la propia Amelia.

El viaje se le hizo cortísimo y hasta le fastidió tener que bajarse y separarse del cuerpo de la morena.

- Gracias. - le dio el casco de reserva.

- No ha sido nada. - Amelia le ofreció una pequeña sonrisa ladeada. - Si quieres puedo ser tu chófer personal.

- ¿Eso le dices a todas las chicas?

EllaWhere stories live. Discover now