III. "La Princesa y Heredera De Driftmark"

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Capítulo III

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Capítulo III.

"La princesa y heredera de Driftmark"


La marea se mostraba apacible y en la playa no había señales de huellas de que individuo alguno hubiese dado un paseo esa mañana.
En el horizonte, atisbos de una tormenta dibujaban las nubes a lo lejos con tonos azules, naranjas y rojizos como si un Dragón hubiese tomado de lienzo al cielo para el manifiesto de su poder.

El castillo de Pentos no permanecía del todo en silencio, sin embargo, cada doncella, paje, mucama, Lord y sirviente caminaba como fantasma y se dirigían los unos a los otros con miradas cómplices y saludos cordiales en tono bajo.

Daemon cruzaba despacio el pasillo que llevaba a la habitación de las mellizas, cada paso queriendo descifrar al otro pues en su cuerpo se denotaba una duda y falta de sueño inmensas y el terror que lo inundaba el tener que llevar aquella noticia a oídos de sus hijas.

Un suave rechinar de puerta hizo que los ojos rojizos de Baela fuesen abriéndose de a poco, en ellos el reflejo de cansancio por el llanto de toda una noche aún era perceptible. Su hermana menor por el contrario se encontraba ya de pie mirando a través de la ventana, pero Rhaena en realidad no miraba ni al cielo, ni a la marea ni los jardines de Pentos, su mente se encontraba aún en un trance que la mantenía ahí de pie cual fantasma sin voz que no había revuelto siquiera su cama.

Rhaena alcanzó a ver al inmenso Dragón de su madre surcando los cielos a través de las nubes grises y el cielo rojizo antes de que su padre interrumpiera sus pensamientos al llamar a la habitación. Vhagar iba dejando a su paso un canto parecido a lo que podría llamarse "el llanto de un Dragón" un sonido poco común y escuchado de aquellas bestias míticas que podría erizar la nuca y alma de cualquier hombre o mujer que fuese testigo de el.

— Rhaena, Baela... Su madre y hermano... — y antes de poder terminar la tormentosa oración Daemon guardó silencio al ver como Baela se tiraba a llorar apretujando su almohada contra el pecho y Rhaena agachaba la mirada contra el cristal de la ventana.
Sus hijas ya lo sabían.

Helado e inerte permanecía Daemon junto a la puerta. Laena, la madre de sus hijas Targaryen a la cual le dolía admitir cuanto había llegado a amar había muerto, llevándose consigo al primer varón que el príncipe había engendrado.

— Padre... tenemos que llevarla a Driftmark, a donde pertenece. — dijo la menor de las hijas del príncipe canalla dejándolo aún más absorto con todo lo que estaba sucediendo pues a pesar del dolor que Rhaena sentía y a pesar de su corta edad, demostraba una valentía y madurez dignos de un Dragón.

— Ya se están preparando los navíos para transportar a Laena... su madre — salió de los labios de un Daemon conteniendo el llanto en sus adentros.

The Lord of Driftmark/ a Lucerys Velaryon & Rhaena Targaryen storieWhere stories live. Discover now