Capítulo cinco

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-¿Qué?

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-¿Qué?

-En tus rodillas ahora.

-¿Qué? -ni siquiera soy capaz de parpadear porque Richard coloca sus manos en mis hombros y me empuja con rudeza hasta que estoy arrodillada en el suelo ante él.

-Pero ¿qué haces? -intento levantarme, pero sus manos aún en mis hombros me detienen.

-Dejaré unos puntos muy claros. Soy un dominante, primero, odio que me contradigan, segundo, aborrezco las desobediencias, y tercero, amo ejercer castigos.

Mi boca se seca, mientras miro sus ojos echar llamas.

Está furiosamente celoso.

Y si está celoso, eso solo quiere decir una cosa:

Castigo.

No hay que ser muy inteligente para sumar dos más dos.

-Richard -intento razonar, pero está tan cegado por los celos que no me escucha.

Su mano viaja a mi mejilla y la acaricia suavemente para luego mover su dedo y estirar mi labio inferior.

Un suspiro escapa de mi boca por la acción, mientras siento mi vagina mojarse.

-Nos divertiremos un rato antes de darte tu castigo.

Él es tan brusco y dominante.

Que, en lugar de temerle, me mojo.

Baja su cremallera, lo siguiente que veo me deja sin aliento, su enorme miembro hace tienda de campaña en sus bóxeres.

-Sácala -ordena mientras tira de mi cabello obligándome a mirarlo-. Quiero que le des amor, mucho amor, hazme sentir bien y todo será recompensado.

Está más que claro que quiere que se la chupe, la verdad no sé si es un buen momento para decirle que nunca he hecho una mamada.

Opto por no hacerlo, muevo mis manos impacientes a sus bóxeres y los bajo conteniendo el aliento, ahí está su duro y viril miembro erecto apuntando directamente a mi cara.

Tan enorme, gordo y largo, que hace que mi coño se apriete con anticipación.

Probablemente, esa monstruosa polla me destrozará.

Y no estoy del todo segura de que quepa en mi boca.

Muevo mi temblorosa mano hacia su miembro, primero dándole una caricia y luego masturbándola descaradamente.

Ni siquiera cabe en mi mano.

Jadeo.

-Sí pequeña, es algo grande, pero tranquila... te hará sentir muy bien.

Eso no lo dudo. Acercándome a su miembro, beso el capullo, para luego pasar suavemente la lengua por todo su pene.

Un sabor marcado y salado golpea mi paladar, repitiendo la acción pruebo un poco más de su pre-semen.

Es delicioso.

Intento llevarlo todo a mi boca como en el porno, pero me atraganto y ni siquiera llevo la mitad.

Tosiendo lo saco, y le miro, él acaricia mi cabello con suavidad para luego rodar los ojos cuando lo llevo nuevamente a mi boca, blanquea los ojos por el placer, mientras yo muevo mi cabeza y mis manos en función de su propio placer.

Me encanta esto.

Verlo desvanecerse en el placer y saber que yo soy la causante, me inunda de un inmenso orgullo.

-Suficiente -aparta mis labios de su verga después de unos minutos y me hace levantarme del suelo para besarme.

Gimo en su boca, probando juntos su sabor.

-Eres delicioso -estiro su labio en una mordida.

Richard comienza a repartir suaves besos alrededor de mi cuello mientras aprieta mi trasero.

-Y tú jodidamente caliente.

Me agarro a sus brazos cuando nos mueve hacia la cama sin detener el beso.

Saco la lengua para saborear lentamente la suya mientras sus manos se trasladan al nudo de mi bata desasiéndolo al instante con un gruñido.

-Eres perfecta.

Me hace apoyarme en los codos para quitar parte de mi bata y luego suavemente bajar el resto, deslizando lentamente los tirantes por mis hombros y besando el camino que estos recorren, con amor.

-Pero ni creas que me he olvidado de darte tu merecido, cariño.

Toma mis caderas y me hace girar con brusquedad hasta que mis pechos desnudos tocan directamente las sábanas.

-Eres muy traviesa -muerde una de mis nalgas, haciéndome jadear fuertemente y levantar la cabeza de la cama, su mano fuertemente me aprieta el rostro contra el colchón, regañándome.

-Quieta.

Muerde mi otra nalga y ahogo otro gemido mordiendo mis labios. Moviendo sus manos a las tirillas de mis bragas las deshace arrastrándola por mis muslos hasta mis pies para luego tirarlas por alguna parte de la habitación y darme una fuerte nalgada.

Gimo por el impacto.

El golpe hace eco en todo el lugar.

-Veo que ya te has dado cuenta de cuál será tu castigo - masajea- así que comienza a contar en voz alta, si te pierdes, me temo que tendré que volver a empezar.

Golpe

-¡Uno! -grito

Golpe

-¡Dos!

Golpe

-¡Tres!

Masajea mis glúteos mientras yo gimo adolorida, arde.

Golpe

-¡Cuatro!.

 -¡Cuatro!

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Ardiente Oportunidad © [+18] Where stories live. Discover now