Capítulo catorce

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Kaely:

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Kaely:

Sin duda la vida nunca te prepara para el momento de llevarse algo que tanto amas.  

Sentir como te falta el oxígeno y como por microsegundos quedas en shock esperando que todo sea una pesadilla, esperando que no sea cierto, porque la verdad puede romperte en muy pequeños trozos.  

Es la peor sensación de la tierra.  

En estos momentos sin duda estoy en la etapa de negación, esto no puede haber pasado, pero está pasando.  

Respiro con fuerza al sentir la falta de aire en mis pulmones, como el oxígeno demora en llegar a mi cerebro. Síntomas eminentes de un eminente estado de shock, o a lo mucho pánico, desde los siete no los sufría.

—Repite eso. 

—Richard tuvo un accidente, no sé la gravedad de sus heridas porque su tío ahora fue que contactó conmigo, el accidente fue hace tres días planeo volar de inmediato a Italia. Todo apunta a que fue un atentado, alguien quería quitárselo del camino de la manera más fácil, matándolo.  

Matarlo, han intentado matarlo, todo sucedió hace tres días, ¿por qué no me había enterado antes de eso?  

—Richard, él no, él no puede estar...  

—Kaely no sé qué tipo de relación tienen ustedes dos, solo sé que su tío me llamó desesperado por contactar a una tal Kaely. Hermanita, al parecer antes del accidente él había gritado tu nombre, creo que tuvo el accidente poco después de eso.  

Fue mi culpa, tuvo el accidente por ir detrás de mí. Es mi culpa, Richard está así por mí.  

—Y no quiero que te culpes por ello, pasara lo que pasara entre ustedes, tú no tienes la culpa de ese accidente —adivina mis pensamientos mientras lo siento regañarme desde la línea telefónica, lo imagino negando con el ceño fruncido.  

Quizás si tengo la culpa.  

Necesito verlo.  

—Nos vemos en Italia hermano. 

Cuelgo mientras empiezo a lanzar órdenes a diestro y siniestro. 

No me importa la hora que sea, mi prioridad en estos momentos es Richard, necesito comprobar su estado.

Pese a todo lo acontecido entre nosotros, no lo dejaré solo en estos momentos.


***


Un hombre de mediana edad se me acerca en cuanto entro por las puertas de la sección de terapia intensiva. 

El accidente fue de tal gravedad, que tuvieron que inducir a Richard en un coma profundo para que sus heridas pudiesen sanar de forma segura.

Por supuesto, lo primero que hice al ingresar en el hospital fue preguntar por su estado médico. 

Se me partió el corazón al escuchar todo lo que le han tenido que hacer a mi amor. 

Porque da igual que no seamos nada en mi mente y corazón, él, es completamente mío. 

—¿Eres Kaely?

Asiento.

—Soy Lewis, el tío paterno de Richard, creo que hay algo que debo contarte. 

Tiende su mano para presentarse, estirando la mía, la tomo con duda.

¿Qué será?

***

—¡Esa hija de puta! —suelto con enfadado, al caer en la cuenta de que lo he dicho en voz alta y delante de su padre, me tapo la boca con las manos apenada—. Ay, perdón. 

Su rostro ni se inmuta mientras asiente.  

—Solo quería arreglar un poco el desastre cometido por mi hija, entiendo y respeto tu opinión respecto a ella, aunque claro, nunca lo digas delante de su madre.

Bajo la cabeza avergonzada y muy enojada me comienzo a mecer sobre mis pies. Esa maldita.

Intentando distraer mi enfado y no soltarlo sobre la única persona mínimamente decente de su familia me centro en un cuadro de la pared.  

A esa perra de Carina si la estuviese ahora mismo en frente le daría tal sufra que eso que llama cara ni se le diferenciaría de las demás partes de su cuerpo de lo hinchada que la dejaría, no entiendo por que no la reconocí, lo único nuevo que traía desde la última vez que nos vimos era el color de pelo, cabe aclarar que nunca me cayó bien y ahora, pues, la odio con todo mi ser.  Por perra mala y psicópata. Con razón esa chica me sonaba conocida.

***

Una arcada sube por mi garganta, mientras que colocando mi mano en mi boca intento no devolver mi almuerzo encima del pulido piso.

Corro hacia el primer baño que veo, y ahí vacío mi estómago para luego abrazarme a la taza al sentir que las energías me fallan. 

Algo de lo que comí esta tarde de seguro me cayó mal. 

Levantándome me limpio las manos y la boca, para luego mirar mi desmarcado rostro frente al espejo. 

Las bolsas negras debajo de mis ojos lo dicen todo. 

Han pasado tres semanas desde el accidente. 

Al cuarto día después del accidente le retiraron a Richard los medicamentos que lo mantenían en ese sueño profundo. 

Se suponía que debía despertar a las horas transcurridas después de eso y no lo hizo. 

De eso hace semanas y aún no ha despertado. 

El doctor dice que en algunos casos esto suele suceder como reflejo del propio cuerpo para dar tiempo a que sanen aún más las heridas. 

No me he podido separar de su lado por temor a que nunca despierte.  Pero lo hará.

Tiene una razón para hacerlo.

Faltan dos capítulos por publicar

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Faltan dos capítulos por publicar.

Uno de ellos es el final.

Gracias por haber leído y apoyado esta historia ❤️😘

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