La emperatriz plateada y la villana abandonada. Parte 4. Sección I.

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Hola, antes de comenzar, debo de advertir que hay un salto de tiempo del fin de la competencia de caza hasta la mayoría de edad. Por cuestiones de espacio he decidido reducir gran parte de la aventura de Aristia junto a Calisto y Penélope junto a Carsein.

Ahora sí, las aclaraciones.

• La varita en forma de espejo (aquella que le permite a Penélope realizar hechizos de magia antigua en la novela) la encontró Aristia en una subasta. Sintió una atracción inmediata por lo que no escatipo en gastos para adquirirla ganándose un discurso de Derrick por gastar dinero. Con ayuda del mago supremo, se fortaleció lo suficiente para enfrentar a Leila.

• Aristia (en el cuerpo de Penélope) es consciente de las muertes brutales que ha sufrido Penélope a manos de las personas que ama. A pesar del miedo se acercó a Calisto ya que tiene el pensamiento de que todos merecen una segunda oportunidad, además de que en este bucle, a diferencia de los anteriores, Calisto ha velado por el bienestar de Penélope —ya sea directa o indirectamente—.

• A estas alturas, Penélope (en el cuerpo de Aristia) tiene sentimientos conflictivos por Carsein. Es consciente de que desea vivir a su lado más piensa que no necesariamente tienen que casarse. Ella cree falsamente que tiene sentimientos románticos por Reynold, ya que es el único de los dos Eckart que ha comenzado a tratarle como humano (ignorando el hecho de que está en el cuerpo de Aristia y Reynold trata de conquistar a Aristia no a Penélope).

• Carsein tiene en estima a Penélope. Es el primero en tenderle la mano a Penélope en Castina, además de ser su soporte emocional, ya que a diferencia de la Penélope de la novela, la Penélope de mi historia tiene recuerdos de los bucles anteriores lo cual le causa pesadillas con frecuencia. El hechizo que borró todo rastro de Calisto de su memoria también causó que Penélope olvidase las muertes ocasionadas por el rubio.

• A estas alturas, Calisto acepta a Aristia como su pareja de por vida. Le propuso la oportunidad de ser socios sin sentimientos románticos de por medio. Sin embargo, Aristia está en plan “el amor no es para mí” debido a lo sucedido con Ruvelis.

• Yvonne se encuentra en el ducado. Fue llevada por Eclipse, un esclavo que casualmente escapaba de la casa que lo compró. A diferencia de Penélope, Aristia reaccionó tan natural que desconcertó a los Eckart, para posteriormente salir de paso sin importarle la situación en apariencia cuando en realidad fue a adquirir el báculo del espejo.


Que pasaría sí...

La emperatriz plateada y la villana abandonada.

Parte IV.

Sección I.

Sé que te vas en tu mayoría de edad.


La mayoría de edad es el evento en el cual el festejado finaliza la etapa de la adolescencia abrazando los deberes y responsabilidades de un adulto. En las señoritas es un caso particular. La mayoría de edad en una señorita simboliza el inicio de su vida en el amplio mundo de la sociedad en búsqueda de una pareja con la cual formalizar en el futuro con el matrimonio en mente.

Desde pequeña, a Penélope se le instruyo que en el futuro sería la emperatriz de Ioka. Penélope creció rodeada del apoyo total de la difunta emperatriz como su sucesora sin importar los sentimientos de su querido hijo, Calisto. El príncipe heredero, de igual forma que la pequeña Penélope, se le instruyó desde el momento en el cual la conoció que aquella pequeña maga ancestral sería su esposa en el futuro.

Sin embargo, años después, todo cálculo de la emperatriz falló totalmente en tanto Leila descubrió la existencia de los últimos descendientes del linaje ancestral, cazándolos tal cual presas de la humanidad. Elijah, el hijo mayor, fue el primero en desaparecer, seguido de la madre, Selene. César, temeroso de que la siguiente en desaparecer sea su querida hija la siguiente emperatriz de Ioka, selló su poder a la par que su memoria y la dejó con un civil que fingió ser su madre hasta el final y el mago César no dudo en partir en busca de los seguidores de Leila y aniquilarlos.

Sin embargo, la guerra por la cual el imperio Ioka pasó en ese momento impidió total libertad en César, después de todo como mago al servicio de Calisto partió a la guerra hasta el final de la misma desapareciendo misteriosamente sin dejar rastro alguno. Calisto volvió a la capital con la idea de buscar a Penélope y ponerla al tanto de la situación. Conocedor del sello impuesto en Penélope planeó acercarse a ella de diferentes formas sin contar que ella misma tomaría la primera oportunidad para acercarse a él. Desafortunadamente Calisto se enteró de la cruel verdad. Su hermana Penélope acabó con su vida lo cual dio pie a que una intrusa se apoderase de su cuerpo por órdenes de Vita, el dios de la vida. Con el deseo de matarle se detuvo en tanto descubrió el oráculo de la misteriosa dama.

Ella es Aristia la Monique del imperio de Castina.

La futura emperatriz de Ioka.

Aquel oráculo dejó helado a Calisto y a regañadientes accedió a interactuar con ella con la promesa de romper la maldición del intercambio de cuerpos. Aristia la Monique partió del jardín con la promesa de recibir su ayuda dejando un extraño sentimiento en Calisto, sentimiento que se intensificó en tanto interactuó con ella a través de cartas mostrando a una mujer de cualidades que Calisto encuentra fascinantes, causando que el pesar en su corazón por fallar en la promesa de su madre comenzara a crecer con cada palabra pulcramente escrita por Aristia la Monique en el cuerpo de su hermana menor.

...

La mayoría de edad de Penélope Eckart llegó. Desde temprano en la mañana Penélope se levantó por insistencia de Emily y el resto de las mucamas asignadas a ella por órdenes de Derrick Eckart. La preparación de Penélope duró horas en las cuales las mucamas se esfuerzan por hacer lucir a su señorita como la rumoreada princesa heredera.

—Hoy es el día— murmuró Penélope, mirando su reflejo en el espejo —el día en el cual moriré— cerró los ojos con dolor por un momento.

Gracias a la ayuda de Jean, un mago al servicio de Calisto, logró contactarse con Secundus y explicar a grandes rasgos la situación. En palabras textuales de la raíz de Vita, las dos señoritas deben de dejar ir los pesares que representan la maldición de cada una. Es decir, Penélope debe de dejar ir el rencor acumulado en estos setecientos años de muertes injustas a manos de sus seres queridos manipulados por Leila de igual forma que Aristia debe de dejar ir el amor por Ruvelis que permanece con insistencia en su corazón tal cual parasito consumiendo la vida en su cuerpo.

Lo último le dolió, a decir verdad, después de todo su antiguo prometido ha cambiado. La imagen de un cruel emperador sometiéndola a sus bajos deseos tratándole de prostituta en cada ocasión que se le presente ha desaparecido de su mente siendo sustituida por un emperador amable invitándole a comer en las ocasiones en las cuales se encuentra deprimida.

—Penélope.

La voz del duque de Eckart interrumpió la línea de pensamientos de Penélope. La dama plateada que de la noche a la mañana se volvió una señorita digna del título de “princesa Eckart”, observó a su padre. El duque de Eckart quedó maravillado en tanto descubrió la apariencia con la cual su hija debutaría ese mismo día quedando cautivado por su belleza.

—Padre— Penélope le saludó —gracias por venir— con un gesto de manos le indicó al hombre sentarse en su cama.

El duque de Eckart, dudoso, accedió a la petición de su hija. Penélope observó al hombre nervioso con la calidez de un padre en sus ojos. Penélope se sintió terriblemente mal en tanto vio aquella mirada y apartó la mirada pensando que decir a continuación. Afortunadamente el duque de Eckart pareció notarlo por lo que rompió el silencio.

—Es probable que su alteza no te escolte el día de hoy— inició el duque de Eckart —tengo entendido que discutiste con él el día de su cumpleaños— sonrió avergonzado — ¿puedo saber que sucedió? — se atrevió a preguntar.

—... Su alteza se muestra interesado en Aristia la Monique— explicó Penélope, inesperadamente feliz en su interior.

—Ya veo— el duque observó a un punto en específico —si la señorita accede a su cortejo Reynold definitivamente estaría triste— miró a Penélope — ¿estás celosa? — preguntó con cautela.

—... Estoy triste— admitió Penélope —pero no es porque anhele a su alteza como mi amante tal como se me hizo creer de niña— explicó su punto —veo a su alteza como un hermano mayor— admitió —me encuentro triste porque su alteza sufrirá si llegase a mostrar interés en Aristia— continuó —ella tiene la creencia que el amor no es para ella— miró al duque con una expresión al borde del llanto — ¿Cómo debo de consolar a su alteza cuando la señorita Aristia le rompa el corazón? — le preguntó en busca de una respuesta.

—... Penélope— el duque negó, aclarando su garganta —es suficiente, señorita Monique— miró el rostro sorprendido de Penélope derramar lágrimas por la oración del duque —me he dado cuenta desde el comienzo, señorita— admitió con vergüenza —el sello que César utilizo en Penélope solo es capaz de romperse una vez el mago a sellar termina con su vida— admitió al borde de las lágrimas —mi hija... ¿Murió? — se atrevió a preguntarle.

—... Penélope murió— dijo Penélope con un nudo en la garganta —no me dio explicaciones de la forma en la cual acabó con su vida, pero dio a entender que se suicidó— confesó con un nudo en la garganta mientras las lágrimas no dejan de caer por sus orbes color ámbar —Vita nos maldijo a ambas— continuó a pesar del dolor palpable en el corazón del duque ¿o es en el suyo? —mientras no aceptase mi destino no volvería a mi cuerpo de igual forma que ella no volvería al suyo en tanto ella aprecie el valor de la vida— mordió su labio inferior.

— ¿Por qué no me contaste la verdad, señorita Monique? — preguntó el duque con un nudo en la garganta.

—En los recuerdos de Penélope... Eckart es el infierno— miró al duque con la mirada vacía — ¿Cómo confiar en el diablo? — le preguntó sin emoción en su hablar.

—Por eso buscaste a su alteza— admitió el duque de Eckart con amargura.

—Es el único en el cual pude confiar— Penélope sonrió con amargura —ya sea por los recuerdos sellados por papá o porque es el primer amor de Penélope— apartó la mirada —sea cual sea la razón, lo busqué por ayuda— miró al duque.

—... ¿Qué tiene que ver sir Rass en esto? — preguntó el duque, frunciendo el ceño.

—Carsein es quien ha cuidado de Penélope mientras habita mi cuerpo— dijo Penélope —le prometió enseñarle lo que es vivir y ¿sabe lo que sintió Penélope al respecto? — le preguntó y sin esperar respuesta contestó —Carsein dijo que ella rompió a llorar en su regazo agradeciendo una y otra vez por creer en ella a pesar de tener un día de conocerla— miró al duque y sintió su corazón romperse, ¿será acaso los sentimientos de Penélope que permanecen en su cuerpo? o ¿siente lastima por su nueva amiga? —... Diga algo, duque— Penélope cambio el tono de voz a un tono serio — ¿se siente mal al abandonar a su hija en las manos del joven duque? — le preguntó con un toque de burla.

—Yo...— el duque de Eckart bajo la mirada, incapaz de responder a una desconocida que posee el rostro de su hija.

—... Penélope puede y no lo demuestre, pero tiene en estima a Carsein— sonrió —si su amistad evoluciona a más, ¿le negara la felicidad por su sentimiento de culpabilidad? — le preguntó directamente.

—Yo...— el duque dudó en responder. Apenas y acepta la idea de su hija casada con un ciudadano de Ioka, ¿aceptará si su hija se casa con un extranjero?

—Yo los apoyare— Penélope murmuró un hechizo restaurando su maquillaje al instante dejándola tan hermosa como antes de derramar lágrimas —y Calisto también— continuó —el día de hoy Penélope es mayor de edad— se levantó de su asiento comenzando a caminar hacia la salida de la habitación —ya no está atada a Eckart— sentenció Penélope dejando atrás al duque de Eckart.

...

La fiesta en todo su esplendor demuestra el estatus de Eckart. Aristia miró a su alrededor con un semblante de tristeza en su rostro. La ceremonia de mayoría de edad que ha presenciado por más de setecientos años, ¿será diferente a las anteriores? ¿sobrevivirá más allá de los dieciocho años de edad? ¿morirá Aristia en su lugar?

— ¿Se encuentra bien, mi señorita? — preguntó Reynold.

Penélope miró a Reynold en silencio, encontrando su apariencia más arreglada de la que usualmente es, ¿se arregló intencionalmente solo para llamar su atención? Ella sintió sus mejillas arder ante el pensamiento causando una sonrisa de victoria en el rostro de Reynold.

—... No— admitió —me trajo recuerdos de mi fiesta de mayoría de edad— explicó Aristia mirando a su alrededor —me recuerda a mi antiguo prometido— miró a Reynold.

— ¿Se refiere al emperador de Castina? — preguntó Reynold, curioso —si no es molestia, ¿puedo saber por qué canceló su compromiso? — preguntó con cautela, después de todo le costó más de tres meses de visitas diarias, horas de té en silencio absoluto y demás situaciones diversas para ganarse su interés.

—... No lo amo, ¿Cuál razón sería? — miró a Reynold —pero el emperador insistió hasta que casi pierdo la vida en varias ocasiones— explicó perdiéndose en el recuerdo —de no ser por la niña bendita a estas alturas estaría muerta— miró a Reynold y sonrió con amargura — ¿irónico, no cree? Ser salvada por mi “rival de amores”— Aristia escupió con amargura.

— ¿Esa es razón para odiar su mayoría de edad? — preguntó Reynold, confundido.

—... A diferencia de la princesa el día de mi mayoría de edad perdí la esperanza de romper mi compromiso— admitió en voz alta el secreto más profundo de Aristia —su alteza me acompañó en mi primer baile como adulto— entristeció —si fuese una niña tonta deseando la atención de un príncipe estaría contenta, pero...—
—Sintió una soga alrededor de su cuello— Reynold terminó la frase.

—Si— Aristia admitió, avergonzada.

—... ¿Y qué es lo que siente ahora? — se atrevió a preguntar Reynold mientras con cautela sostiene la mano de Aristia.

—... Siento alivio— admitió Aristia, sin corresponder el gesto de Reynold, pero de igual forma sin rechazarlo —el alivio suficiente como para decir esto en voz alta— miró a un Reynold sorprendido por la sonrisa en su rostro —... Te amo, hermano Reynold— admitió Aristia, no, Penélope Eckart, en el cuerpo de Aristia la Monique.

...

Penélope se detuvo en tanto visualizó la silueta del príncipe heredero ajustar su corbata mientras espera por ella. Penélope observó con una serie de sentimientos carcomiendo en su interior, entre los cuales destaca la felicidad mezclada con la vergüenza. Penélope apartó sus pensamientos de su mente, suspiró profundamente y avanzó hacia el rubio.

—... Creí haberte rechazado, su alteza— Penélope avanzó hacia él manteniendo el caos de su corazón oculto a los ojos de Calisto tanto como le sea posible.

—Y yo te dije que pensaras hasta tu mayoría de edad— Calisto miró a Penélope —Aristia, he venido por mi respuesta— sonrió de lado mientras extendía la mano.

—... El amor no es para mí— repitió Penélope tal cual grabadora.

—No te estoy pidiendo amor, Aristia— dijo Calisto con tranquilidad.

—Mi padre me espera en Castina— Penélope respondió con tranquilidad.

—Tu padre puede visitarte las veces que quieras, Aristia— Calisto tomó un mechón de cabello, acariciándolo con dulzura por un momento —siempre será bienvenido a Ioka y será tratado con mucho respeto— añadió el rubio.

—Quiero ser marqués— Penélope admitió su meta en voz alta. Portar el título de marqués Monique en lugar de la corona de una emperatriz. Blandir su espada en lugar de utilizar su habilidad de socializar y obtener aliados en una batalla contra la facción noble.

—Tengo entendido por parte de Penélope que el emperador te permitió conservar tu título aun después de casarte— Calisto recordó —el acuerdo puede mantenerse aun si no es el emperador de Castina tu esposo— sonrió.

—... No vas a escoger a otra mujer, ¿entendido? — Penélope recalcó —si voy a aceptarte, tengo que asegurarme de que soy la única para ti— pensó Penélope, observando la reacción de Calisto.

—No planeo ser mi padre que trae su amante al palacio como su reina— dijo Calisto, encogiéndose de hombros.

—Mi padre puede entrar a Ioka las veces que quiera cuando requiera su presencia, ¿entendido? — Penélope embozó una sutil sonrisa. No planea dejar a su padre de lado solo por casarse con un extranjero.

—Por supuesto. El dispositivo de teletransportación de la familia imperial está a su entera disposición— Calisto dudó en acercarse por temor a alejarla de él ante su cercanía.

—Si recibe un mal trato de tus subordinados puedes despedirte de tu emperatriz— Penélope se acerca con lentitud hacia Calisto, tanteando el terreno.

—Castigaré a cualquiera que intente faltarle el respeto a mi futuro suegro— Calisto se sintió extraño en tanto Penélope comenzó a cortar distancia.

—No hagas lo que quieres que yo no haga— dijo Penélope —si lo haces te devolveré el favor, ¿entendido? — recalcó la chica de pelo plateado.

—Totalmente de acuerdo— Calisto cedió.

—... ¿Apoyarás a Penélope en su escape con Carsein? — preguntó Aristia, riéndose de la expresión de desagrado de Calisto.

—... De acuerdo— cedió Calisto —los ayudare— admitió muy a su pesar.

—... Entonces tenemos un trato, Calisto Regulus— admitió Aristia.

Calisto abrió los ojos, sorprendido, en tanto observó cómo Penélope se levantó de puntitas, depositando un tierno beso en su mejilla con un claro sonrojo en su rostro. Penélope sintió su corazón estallar de alegría en tanto sintió la tibia piel de Calisto bajo sus labios. Calisto cerró los ojos, sintiéndose dichoso.

...

—... ¿Penny?

Aristia levantó la mirada, encontrando a Carsein sosteniendo un par de copas y una bandeja llena de varios postres dulces. Aristia observó como el pelirrojo le extiende la copa en silencio aceptándola. Llevó la copa hacia sus labios, bebiendo en silencio mientras lágrimas cristalinas comienzan a caer por sus hermosos ojos color turquesa.

—No digas nada— dijo Carsein, sentándose a un lado de ella —sé que duele— admitió con una expresión de tristeza —demasiado— recordó el dolor en su corazón en sus dieciséis años el día en el cual intentó confesarse a Aristia —pero un día el sol volverá a brillar, Penny— aconsejó el pelirrojo recordando a sus propios padres como ejemplo de una segunda oportunidad de amar —te lo aseguro— sin mirar el rostro lloroso conteniendo las lágrimas sostuvo la mano de Aristia en todo momento —es mejor ir al tocador— le ayudó a levantarse con cautela.

Aristia no dijo nada y permitió que Carsein la sostenga de la cintura y el brazo derecho. Bajo la mirada curiosa de los demás invitados que presencian la escena comenzando a murmurar entre ellos, Carsein guía a Aristia hacia el tocador del ducado Eckart, encontrándose con Emily en el pasillo. La mucama se ofreció a ayudar a Aristia acto que Carsein agradeció de corazón dejando a Aristia en manos de Emily.

Carsein volvió hacia el salón en donde se encuentran los invitados esperando pacientemente el inicio de la ceremonia de la mayoría de edad. Observó entre los invitados un conocido con el cual pasar el rato mientras Emily ayuda a Aristia a retocar su maquillaje por segunda ocasión.

— ¿En dónde está ella?

Carsein volteó a ver a la persona que le hizo la pregunta. La confusión se instala en el rostro del pelirrojo al descubrir al segundo hijo de Eckart, después de todo son contadas las ocasiones en las cuales le dirige la palabra. Reynold Eckart demostró interés por Aristia razón principal por la cual desprecie abiertamente a Carsein de Rass, el segundo hijo del primer duque del imperio de Castina.

—... Aristia se encuentra retocando su maquillaje con ayuda de Emily— explicó Carsein, incomodo por la expresión de Reynold.

—... No estoy hablando de Penélope...— Reynold chasqueo la lengua —estoy hablando de Aristia— dijo Reynold, serio.

—... Ya veo— Carsein se sintió aliviado —Penny te dijo la verdad— murmuró más para sí mismo, observando el retrato de la familia Eckart.

En el retrato, se aprecia al duque de Eckart, en compañía de sus tres hijos. el duque se encuentra sentado en una silla observando hacia el pintor manteniendo la elegancia que lo caracteriza. A un lado del duque, portando un majestuoso vestido que hace juego con su cabello plateado, Penélope Eckart, manteniendo una expresión apagada. A espaldas de la falsa princesa de Eckart, colocando una mano sobre su hombro derecho, se encuentra Derrick Eckart. Reynold, por el contrario, se encuentra a espaldas de su progenitor.

—Es una maravillosa pintura, sir Reynold— alabó Carsein.

—No cambies de tema— Reynold levantó la voz — ¿A ella le gusta jugar con los sentimientos de los caballeros? — se atrevió a preguntarle.

—Ella no es así— dijo Carsein, conteniéndose.

— ¿Enserio? — Reynold embozó una sonrisa torcida —estoy seguro que mis sentimientos por ella fueron solo un juego— continuó — ¿Por qué ordenarle a mi hermana confesar un falso amor sabiendo que su destino es ser emperatriz? — preguntó Reynold con amargura.

—... Aristia no es esa clase de dama, sir Reynold— Carsein levantó la voz —le pido que cuide sus palabras a partir de ahora después de todo es la futura princesa heredera de quien está hablando— Carsein miró a Reynold, molesto por su actitud.

—... ¡Ja! Aristia no es más que...

—Te atreves a terminar esa frase y yo mismo te mato.

Carsein palidece en tanto escucha la voz que viene detrás de los dos. Con una pálida expresión en su rostro dirigió su mirada hacia el origen de aquella voz tan conocida como desconocida para el pelirrojo, después de todo jamás escucho del propio marqués Monique aquel tono de voz tan siniestro.

— ¿Qué? — Reynold volteó encontrando a un hombre adulto — ¿Quién eres tú? — preguntó en un tono rudo.

¿Qué pasaría si?Onde histórias criam vida. Descubra agora