II. Humillación.

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❝—Te odio.
—¡Mucho mejor que la indiferencia! ❞


Jace tiene una meta. Cazar a ese idiota al costo que sea. Pase lo pase va a retener a su tío. Atraparlo y hacerlo quedar en ridículo.

Para comenzar a descubierto que ese hombre no es leal. El aroma impregnado en la ropa que brindo para su búsqueda no es suyo. ¡Ha engañado a todos por años! El pañuelo tiene feromonas de otro omega. Lo sabe porque en su anterior encuentro ha podido percibirlo. Su olor es suave casi imperceptible. Un suave olor a crisantemos. Le queda tan bien ese olor. Aegon podría darse por muerto.

Jace ha soportado demasiadas burlas de su tío desde joven. Nunca ha buscado nada por esos agravios. Pero, ¿por qué sólo debe recibir? Está harto, es tiempo de un pequeño ajuste de cuentas.
Cómo un depredador busca a su presa. Su olfato es sensible pero increíblemente no puede percibir el aroma de su tío. En cambio, percibe el del impostor...

¡Qué demonios!

Cazó al impostor. Capturarlo fue difícil, le tomó demasiado tiempo. Tenía dos pares de patas extras. Y una cola esponjosa. Escondido bajo tierra en una madriguera, sacó al regordete conejo...
Un pañuelo amarrado contra su diminuto cuello. Dos ojos rojos, y un rostro inocente moviendo su naricita desesperado.
Jace frotó su frente. Ese hijo de puta. Hacía trampa hasta el final.
Buscó desesperadamente por toda la extensión del lugar. Aegon no se encontraba ahí. Les había tomado el pelo. ¡Ni siquiera forma parte de esa absurda carrera! El maldito seguro se queda cerca de la meta.
No tenía mucho tiempo,  dejo de buscar y fue directo a la meta. Sólo debe pillarlo antes que salga de su escondite. Seguro es un agujero impensable, cómo la rata que es.

El presentimiento de Jace no está del todo lejos. Sólo que este odiado roedor. No está bajo tierra. Esta arriba de ella. Descansando en la comodidad del lomo de su dragón. Estos ni siquiera deberían de estar cerca de la prueba. Pero a Aegon ese detalle le tiene sin problemas.
Jace tiene un instinto casi bestial cuando se trata de su tío. Sonrió cuando lo encontró.
Usó su voz y no dudo en someterlo.

— Baja a mi —  Fue la orden.
Aegon palidecio. No vio venir a su sobrino. De haberlo hecho. Hubiera cruzado antes la meta. ¡Al diablo cualquier sospecha!  Era mejor eso que lo cazara ese sabueso.

— Esta prohibido usar la voz. ¿Vas a romper un tabú? — Demasiada molestia en el aturdido Omega. Obediente llegó hasta su sobrino.

Ambos hombres se encontraron en tierra. Frente a frente.

— ¿Me juzgas? — Jace le mostró el conejo a su tío. Este sínico Sonrió y respondió sin afán: —¿Qué? Buscas que celebre que has atrapado tú cena — Jace lo tomó de la muñeca estaba harto de escuchar tantas tonterías.

— En silencio sígueme.

La nueva orden fue acatada. Aegon estaba furioso. Pero eso no importaba. Era un Omega y debe someterse a la voz de un Alpha.
Algunos Omegas enferman. Incluso se orinan encima al ser sometidos por la voz. Aegon no. En cambio está más tentando a buscar la oportunidad para devolverle el favor a Jace.

¿Era divertido? Bien, él también sabe divertirse.
Sus muñecas fueron amarradas con un lazo y como un esclavo fue tirado hasta la meta.
El asombro se escuchó en el público. ¿Alguien había atrapado a ese escurridiza omega?, no, aún más sorprendente. ¿Por qué había sido Jacarys Velaryon?
Lo que seguía era claro. Jace iba a reclamar a ese dragón.

— No armes un escándalo — ordenó como una nueva instrucción. Tantas veces usando su voz debe ser cansado para el Alpha. Pero el rostro sereno de Jace no parece agotado.  Si no fuera el propio Aegon su conejillo de indias, lo alabaría por esa resistencia.
Jace de un inusual buen humor. Tiró el lazo y empujó a Aegon frente al Rey.

— Te lo devuelvo.

¡Maldito hijo de puta! Aegon lo maldice en silencio y fulmina con la mirada. Mordió su lengua, quiere hablar. Pero la orden de mantenerse en silencio seguía vigente.

El rey miró con extrañado a Jacerys. No entendía a qué se refería — Si lo has atrapado, es porque deseabas darle tú protección ¿no ibas a ser su benefactor?

Jacerys es ahora el que sonríe — No buscaba eso. En definitiva, no me enlazaría con la puta del reino.   Soy un poco conservador — agrego con ironía.

Risas fortuitas. Otros pesados silencios. ¡Qué buen espectáculo!  Los presentes incluso acomodaron su culo más cómodamente en sus asientos.
La mano de Aegon tiembla. Pero sigue con la cabeza agachada en medio del rey y Jace.

Su padre esta enfadado. Pero no piensa darle cara. En el fondo sabía que su hijo estaba sucio. Conocía que su moral era ligera. Un hedonista por naturaleza.  Al que no ha podido nunca comprender. A eso debía sumársele la clara y perpetua preferencia a los hijos de Rhaenyra.
Aegon no debería y tampoco espero nada.

— No es este el lugar para venir a criticar el estilo de vida de tú familia. Sí no quieres tomarlo es tú decisión. ¿Le permites que vuelva a la competencia? — fue la única respuesta para zanjar el asunto.

— Déjalo ser. Cómo si alguien lo quisiera.

Jacerys se marchó. No tenía nada más que discutir. Nunca pensó que el sabor de la venganza fuera tan dulce. Tampoco supo que esa acción cambiaría el resto de su vida.

Aegon que fue la burla de esa competencia, por fin se libero de la “voz” de Jace. No iba a volver a participar. Simplemente ser marcho en silencio, que les dieran por el culo a todos los que estaban riéndose a sus espaldas. Ahora esta abajo, mañana estaría arriba.

Rhaenyra esta confundida ante todo el espectáculo que han brindado, Jace era bastante contenido, su sangre hierve solo cuando esta al lado de su tio, y esto es un mal presagio.

Lo sabe ella, que ha experimentado esta sensación antes. Una y mil veces al lado de Daemon.
La peor respuesta ante todo es la indiferencia, pero el odio esta demasiado ligado con la pasión y amor. Espera desde el fondo de su corazón que su hijo no siga inconscientemente su mismo camino. Espera estar equivocada. El tipo de sentimiento lleno de insinceridad y complejidades es demasiado difícil de manejar.

Su atención ahora se dirigió a la meta. Si el espectáculo de antes fue hilarante. ¡EL DE AHORA ES EMOCIONANTE! , pero, ¿Por qué en medio de todos estaban sus hijos envueltos?

Lucerys es ahora el protagonista, el centro de las miradas. Esta manteniendo una lucha bastante desenfrenada con la espada contra Aemond.

Tras de ellos, siguiendo todo el proceso. Sin interferir,  en silencio se encuentra Daemon. Ya uno de estos idiotas perdió tiempo atrás un ojo. No quiere que ahora se mutilen una pierna, una mano. Suficientes lisiados en la familia.

Lucerys es mucho mas joven y bajo, pero su temperamento no se cohíbe cuando esta seguro que tiene la razón. Y sabe que la tiene. Su tío, esta simplemente loco.

¿Qué obsesión es esa con pedirle un ojo?
Solo ha usado la competencia como una excusa para cazarlo y pelear hasta matarlo. ¡¿Qué clase de trato es ese una vida por un ojo?!
Su espada ha caído lejos. Es fuerte, pero aún mucho más joven e inexperto que el hombre mayor.

Daemon desenfunda su espada, sus hijos no van a morir frente a sus ojos. Rhaenyra y el rey también han interferido.
Aemond suspira. ¿Ese mocoso tiene un club de fans? ¿Qué jodida mierda es eso de proteger al mas débil?  Si es tan débil ni siquiera debería estar vivo, esta vida es el derecho de los mas fuertes.
Guardo su espada. Su madre le ha abrazado por la espalda. Busca inmovilizarlo y que no haga ninguna estupidez. Ya una vez intento que Lucerys pagara por el ojo de su hijo. Pero no ha obtenido venganza, si esta vez vuelven a pelear, sabe a donde va inclinarse la balanza.

— ¡ENTRA EN RAZÓN! — grito desesperada — Aemond le observo con cierto asco, su único ojo le brindaba una apariencia mas calculadora.

— ¿Qué hay con entrar en razón? , ¿Por qué de pronto todos se alarman? Aegon entro a rastras frente a ustedes y no vi ninguna espada desenvainada por él.  Este es el mismo caso. Diferentes métodos. Lo he encontrado y vencido. Estoy haciendo valer mi derecho.
Lucerys paso saliva por su garganta… su sangre parecía congelarse y su cuerpo pesaba al punto de no permitirle avanzar ni un paso.

¿SU DERECHO?
¿HACIENDO VALER SU DERECHO?
Su mirada busco desesperadamente ayuda, pero parece que todos estaban perplejos…
Como un trozo de carne, por un capricho, ¿ese loco de un ojo podría reclamarlo como suyo?

Hate me..Where stories live. Discover now