V. Ajuste de cuentas.

591 62 6
                                    

❝ A veces solo actuó como si lo supiera todo,

Pero en el fondo, solo soy un niño ❞


La noticia se corrió como pólvora.

Y Lucerys fue dado por muerto.

No existía ninguna prueba además de su desaparición y el supuesto avistamiento de la lucha y persecución de dos dragones. Pero este fue suficiente detonante para que el cuello de Aemond y Aegon prendieran de un hilo.

Su padre les interroga mientras su madre les defiende, ella se vuelve una verdadera fiera cuando algo les involucra, quizás es un extraño amor, o parte de su orgullo.

Aegon aun ebrio de la noche anterior le importa poco el asunto. Esta tan distanciado de lo que supone el termino vivo, que el que otros mueran o vivan no es asunto suyo.

No hay una verdadera conexión sentimental familiar, no ha existido un tipo de amor que cultivar, así que realmente no hay nada de relevante en este asunto.

Claramente se defiende — No fui yo, anoche estuve de putas. Oh... ¡toda la semana lo he estado! , quizás todo el mes — una débil sonrisa se dibujo en su rostro, alzo su mano y le brindo una palmada en el hombro a su hermano — Pero, si fuiste tú, ¡felicidades! ¿no deberíamos hacer un festín? ¿no hay que celebrar que hay un bastado menos que va a causar rumores sobre la sangre de nuestra casa? Tal vez así hermana empiece a ser menos una puta y a tener los hijos de su marido y no los de los Strong — no ha terminado de hablar , Aemond se quito esa mano de encima y esquivo el golpe que su padre le dio a su hermano frente a su ojo.

Quiso detenerlos y su mano con ahora menos dedos le hizo el recordatorio que en todo este tiempo nadie pregunto por esa herida..., o se molestó en entender porque pidió una espada de un aprendiz para entrenar con su zurda. Incluso vivo valían menos que un supuesto muerto.

—¡Tenemos suficientes escándalos contigo!, ¿y te atreves hablar mal de tu hermana? , ¿tú? , ¡que somos incapaces de contar, incluso juntando todos los dedos de nuestras manos la cantidad de mujerzuelas con que has dormido! , LARGO, VETE ANTES QUE OPTE POR CORTARTE ESA LENGUA.

La mejilla de Aegon arde, pero no es la primera vez que alguien le pega. No importa, se levanta en silencio y obedece. No hay sentido en discutir con su padre.

Aemond no dijo nada, no tenía que confesar ningún pecado, su sobrino no estaba muerto, seguía en coma, pero aun no pasa al mundo de los muertos. Así que, ¿Por qué va a presumir un trofeo que no es aún suyo?

Mientras se hacen las averiguaciones no se puede aun castigar a nadie... no acusar de cara a los hijos del rey.

Rhaenyra está desolada, algo le dice que ha perdido a su hijo.

Algo le dice que no volverá. Teme esta realidad. Y se encierra en un luto donde no permite que nadie se le acerque, este golpe la ha dejado débil. Con una ambigüedad sobre si debe confiar y esperar o dejar ir a su hijo.

Abraza la primera mantilla con la que le envolvió al dar a luz. Y recuerda ese día, agradeció tanto que su hijo fuera un Omega, con la esperanza que no se viera envuelto en disputas venideras por un trono.

Su vista es nublada por el llanto, recuerda sus primeros pasos, esa inexplicable felicidad cuando le llama por primera vez mamá.

La angustia de su primera enfermedad. Y la ilusión cuando forjo su lazo con su dragón.

Un grito ahogado. Mientras cae en el piso y esconde su rostro en sus piernas.

Es un niño...

Es su niño, ¿Qué clase de madre no lo protege?

Hate me..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora