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Ada

-Lo único que nos faltaba. – Gray apretó la mandíbula mientras trataba de no maldecir.

- ¿no era que hoy era la coronación? – pregunto Daren achinando sus ojos claros mientras cruzaba los brazos, la gente se estaba dispersando lentamente. Iba hacia una recepción en la parte de la izquierda del salón redondo para agarrar una llave y luego subía por las escaleras de ambos lados del lugar en forma de caracol, perfectamente lijadas de mármol blanco.

-eso pensaba, o eso me dijo mi padre. Pero se confundió de fecha. – dijo Erwen apareciendo desde atrás, una vez que le explique lo anterior mencionado el príncipe se fue directo a buscar las llaves de las habitaciones, diciendo que era un primo lejano de la reina.

Daren, frunció aún más el ceño. Lo miré esperando su respuesta.

-empiezo a sospechar que el Rey en realidad quiere matarnos.

Pensé que Erwen reaccionaria, pero simplemente miro las llaves lanzándonos a mí una y otra a Gray. No me sorprendió demasiado que ni siquiera haya pensado en llevarle la contra a Daren, según lo que entendí de lo que me dijo no quería ni respetaba demasiado al padre y le hizo hacer cosas. Matar personas. Asique no. No me sorprende que quiera excusarlo más que defenderlo. Aunque yo creo que sentía vergüenza, vergüenza de su propio padre.

Yo nunca podría tener vergüenza de mi padre.

Pero tu padre es muy diferente al rey de Ostium, y Erwen casi considera que no tiene una figura paterna.

-arréglense las habitaciones, no me dieron más que esas. – hablo Erwen suspirando, su ancho pecho se inflo y se desinflo rápido mientras trataba de mirar hacia otro lado. Fruncí el ceño abriendo la boca para decir algo, lo veía extraño. Como enfermo. Era extraño, siempre veía a los demás con superioridad y autoritarismo, ahora parecía un perrito mojado que se había resfriado por quedarse debajo de la lluvia.

Pero no dije nada. No tenía por qué preocuparme por él.

Mire la llave y mire las escaleras, el número de la habitación era la 366, supongo que tendría que subir varias escaleras porque era las del último piso.

-en treinta minutos vengan a la 366. – les dije a todos. – tenemos una cosa que aclarar y aquí, claramente, no podemos charlar tranquilos.

Después de ir hacia el vestíbulo y agarrar mis cosas otra vez para esconderlas tras mi cuerpo cuando pasábamos por el salón, caminé hacia las escaleras, luchando para no trastabillarme con el vestido y con mis toscas botas. Subí escalones sintiendo pasos atrás míos, los demás me seguían y yo estaba tardando es subir por el vestido, tenía ganas de sacar mis navajas y cortarlo, pero era algo que no podía hacer, uno por lo que salía y dos porque no sería fino de una dama ante la sociedad de Monet que nos observaba constantemente.

Cansada, tomé el vestido por décima vez para subirlo hacia arriba, me negaba a aceptar algún tipo de ayuda alguien asiqué me esforcé el triple y subí más rápido los escalones.

Una vez que llegamos al piso adecuado, casi tiro un suspiro de puro alivio, esas largas escaleras resbaladizas fueron una tortura para mi estado físico y mental. Y no me avergonzaba decir lo del vestido, en cambio sí me daba vergüenza estar tan aliviada de que pueda respirar con tranquilidad sin tomar aire.

Busqué con la mirada entre las puertas que tenía alrededor, eran tan hermosas que podía quedarme mirándolas durante creo que décadas, talladas, pintadas, pulcras, al igual que las de la entrada.

Encontré la 366 y fui directo hacia ella, sin esperar que nadie en particular me siga, pero cuando metí la llave con un metal brillante y diferente en la cerradura no me sorprendió nada que sienta a tras mío la presencia de América. Pero déjenme decir que una vez que abrí la habitación y vi tres camas separadas en una habitación redonda perfectamente limpia y vi a Manya pasar por mi lado y sentarse en una de las camas, si me sorprendí.

Guerra De Corazones (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora