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Ada

Esto era un error.

Simplemente tenía que serlo, Erwen no tenía que salir en el sorteo, en realidad solo una persona debería salir en el sorteo y créanme cuando les digo que no tenía que ser Erwen. Graicor me lo había dejado bien claro, me carcomió la cabeza con lo que iba a pasar, me lo advirtió en nuestra caminata, diciéndome los pasos estructurados que tenía que seguir es toda esta ceremonia a la cual yo no quería asistir y por eso le hice una carta a mis padres, prevení lo que me podía llegar a pasar con tinta en el papel, por eso estaba aceptando mi destino sin quejarme, ni siquiera la voz de mi madre entre el gentío o el sol cayendo por los arboles dándole paso a la oscuridad me hizo desconcentrarme.

Pero cuando salió el nombre del príncipe, tuve que contenerme, en serio, contenerme para no saltar encima de Graicor que nos veía un poco alejado y matarlo ahí mismo en frente de todo el mundo. Al principio pensé que me había mentido, pero era medio estúpido porque no había ningún motivo para mentirme a mí. Más si acababa de salir de una misión en la cual fui una de las únicas que realmente mato personas, yo sinceramente no le mentiría a una asesina por más que confié en ella y esas mierdas. Y después me di cuenta que no me había mentido, cuando el rey saco el segundo papel.

- ¡Adelaide Clare!

La gente chillo en ambas ocasiones, aplaudiéndonos a ambos igual de fuerte, la única diferencia fue que cuando mi nombre salió a la luz Daren susurro un ''no...'' en voz baja y mi hermana, Amelia, lo grito.

La mire tratando de que ella haga lo mismo, estaba revolviéndose entre dos guardias que la tenían agarrada para que no pase a las escaleras ya que ella estaba bastante dispuesta a hacerlo, enojada por lo que había pasado. Apreté mis labios en una fina línea tratando de controlarme, pero sabía que iba a ser imposible, más cuando la tomaron un poco más fuerte porque ella los llamo asesinos.

- ¡Suéltenla! – Grite hacia adelante, los guardias y mucha gente se giró hacia mí y si me sorprendió que los guardias, compañeros de Gray, me hicieron caso. Ellos me hicieron caso a mí. Amelia quien se confundió un poco al notar que ya nadie la tocaba no sabía qué hacer, lo notaba, mi hermana con humor de perros que solo le gustaba leer y llevarla la contra a todo el mundo ahora lloraba por mí, al igual que mi madre y mis hermanas más pequeñas que trataban de contenerse atrás de Amelia. Yo me impulse hacia adelante, tenía que ir con ellas, anhelaba abrazarlas. Pero un brazo tomo el mío.

-no puedes. – me susurro Erwen, él se había adelantado y ahora estaba mi lado.

-entonces tráelas aquí. – le advertí mirándolo mientras mis ojos lo acuchillaban-o iré. – este miro a su padre, que miraba la situación apretando la boca, después asintió con la cabeza asique mire a Amelia mientras me soltaba del brazo del príncipe. Esta salió corriendo por las escaleras hacia mí, con mi madre y hermanas atrás.

Cuando llegaron a mí, las abrace soltando un sollozo tan profundo que era más de alivio que de otra cosa. Tome por la cabeza a mi hermana de medio apretándola contra mí y luego los brazos pequeños de Mia y de Nora que apretaban mi cadera y las manos callosas de mi madre que apoyaba su cabeza en mi hombro.

Me quede ahí unos minutos, escuchando los sollozos de mi familia contra mí, que me habían extrañado tanto como yo las había extrañado a ellas. Ojalá ahora mismo el tiempo se pare, lo deseaba tanto que podría dar todo de mi misma para que mi vida ahora mismo termine. Ya. Sin tener que pasar por los juegos, sin tener que enfrentarme al Rey, al príncipe, al reino, a los demás pueblos por sus reyes, todos. Absolutamente todos. Pero sinceramente solo una cosa me alentaba a seguir; ver a Atrick muerto.

Cuando mi familia se desprendió de mi busque con la mirada a mi padre, esperaba que este por aquí pero no lo estaba. Y eso me preocupaba, pero supongo que se quedó en casa, que con su renguera no sería muy cómodo estar aquí entre la multitud, pero igualmente me parecía raro, él era terco como para no venir a verme. Supongo que le preguntaría a Mamá después.

Guerra De Corazones (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora