Isla negra

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Los marineros comenzaron a sacar todas sus armas, amontonaron las armaduras en el centro, guardaron todas las provisiones que habían traido de la isla de Ramandu, luego aseguraron las velas, y una vez toda la estructura del barco estuvo bien asegurada, comenzaron a ponerse las armaduras.

La reina se encontraba a un lado de la princesa, rezaba silenciosamente por encontrar una manera de salvar a su amiga, pero sentía que su súplica era ignorada. Entonces tomó su espada y la colocó a un lado de su daga, guardó la posición curativa en uno de los estantes con puertas de vidrio, regresó al lado de la mayor y depósito un beso en su frente junto con la promesa de encontrar una solución.

Caspian y Edmund se encontraban en el cuarto de navegación, se colocaban sus armaduras en un incómodo silencio, hasta que el telmarino notó que el más joven tenía dificultad para amarrar su armadura entonces se acercó, tomó los listones que unían el pecho y la espalda para después apretarlos.

- ¿Qué sucederá si no encontramos una solución para Lili o si morimos en esa isla? - preguntó el azabache.

- Encontraremos una solución.

- Ojalá Peter y Susan estuviera aquí - susurró con nostalgia - seguro Pet encontraría la solución y Susan nos tranquilizaria con sus canciones o fábulas improvisadas.

- ¿Así eran en su reinado? - sonrió de lado - se escuchan como dos personas diferentes a los que conocí.

- Bueno, en ese momento habíamos olvidado nuestro mundo y la única preocupación era Narnia - Caspian terminó de amarrar la armadura y se alejó - eran tiempos diferentes.

- Sí - aseguro el rey mientras se acercaba a la mesa de los mapas donde descansaba la espada de el Pevensie mayor - y eso es justamente lo importante, es un tiempo diferente, tal vez es el momento justo en el que demuestres que tú también eres un buen rey.

- No creo poder ser jamás igual que Peter.

- Y eso es justamente lo mejor de todo - tomó la espada que alguna vez le perteneció al magnifico y se giró para ver al azabache - serás recordado como un buen rey por ser tu mismo, no necesitas ser igual, solo debes de luchar por lo que crees correcto - se acercó y le tendió la espada - tú debes llevarla.

- Pero...

- Hazlo, es mejor que lo hagas tú.

Edmund tomó la espada y la observó por unos segundos mientras una sonrisa aparecía en su rostro, recordaba que en todo el tiempo que había estado en Narnia la espada siempre se le había hecho pesada, incluso cuando era un adulto, pero ahora que la sostenía y al aceptar que no era igual a Peter y que no tenía porque serlo nunca, la espada dejó de ser un peso en su vida y se convirtió en un signo muy valioso que atesoraría por toda la eternidad.

- Muchas gracias Caspian - envainó el arma.

Ambos reyes salieron de la sala y se toparon con todos los marineros listos en la espera de su rey. Por encima de ellos Eustace volaba en compañía de Reep, entre más se acercaba a la isla sus nervios se acrecentaba, en menos de un segundo su emoción se transformó a miedo y terminó por dar un giró brusco para dar marcha atrás, entonces nuestro valiente guerreo hizo lo mejor que podía hacer, hablar con la verdad.

- Oye, Oye - se acercó a su trompa - Eustace, ¿Qué crees que haces?  

El dragón siguió volando de regreso a la isla de Ramandu.

- Detente - pidió amablemente - ¡Que te detengas! - el niño se detuvo - entiendo que estás asustado, todos lo estamos, pero no te servirá de nada huir y esconderte de tus miedos, esa bruma está a nada de destruir todo lo que has conocido en este mundo y mucho más, así que regresa y acaba con los miedos - su compañero negó - escúchame, ellos te necesitan, pero si los abandonas entonces tampoco podrás volver a tu forma original, la princesa no despertará y sus majestades quedarán a su suerte.

Narnia: el viajero del Alba (2/2)Where stories live. Discover now