El inicio de todo

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Para su recorrido habitual el rubio siempre cargaba con aquel par de audífonos blancos mismos que siempre tapaban sus orejas, era una manera de bloquear cualquier estruendo provocado por los automóviles o las grandes aglomeraciones de su alrededor, es más si podía ignorar el llamado de ayuda de alguien para él era mejor, aunque prácticamente eso no fuera lo más correcto. Existían dos medios los cuales tenía a su disposición, la mayor parte del tiempo tomaba el más corto y rápido, es decir el típico tren de su estación, esto para poder llegar lo antes posible y otras veces solo a veces tomaba el camino largo, el cual era ir a pie y la razón de ello era para poder disfrutar un poco más de la vista que podía llegar a encontrar, porque si, aunque se tratara de un chico frío, sarcástico, desinteresado por no decir casi cruel también disfrutaba de las vistas apacibles como los cielos despejados o arrebolados. Pero eso solo sucedía a veces.

Después de cada clases se dirigía directamente a la biblioteca central donde se encontraba trabajando actualmente. En dicho lugar llevaba al rededor de un año y medio, demasiado a decir verdad ya que en los anteriores empleos no había alcanzado a durar tanto ¿lo máximo? 6 meses. En ocasiones le gustaba pensar que podría estar ahí hasta que finalizara su carrera incluso podría seguir ahí en lo que buscaba un trabajo de acuerdo a lo que estudiaba, no se sentía apurado ni muchos menos presionado, prefería hacer las cosas a su modo por lo que pensar en el futuro no era parte de sus rutinas.
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—¡Tsukishima! Llegaste a tiempo– habló una joven morena de altura algo alta, totalmente entusiasmada por ver al rubio.

–Siempre llegó a tiempo– mencionó mientras retiraba sus audífonos –y baja la voz, recuerda que estábamos en una biblioteca–

–Lo siento, a veces lo olvido– rio divertida pero con moderación.

–Siempre lo olvidas– se incorporó dentro de aquella recepción junto a la morena, misma que estaba apurada en recoger sus pertenencias. Su turno había acabado o más bien en 5 minutos más terminaría. –¿Hay algún pendiente?–

—Déjame pensar, mmh...no, bueno además de lo que hacemos siempre no hay algo más— acomodó su chaqueta de mezclilla al igual que su crespo cabello –bueno, hasta mañana recuerda sonreírle a los clientes ¿Ok? No queremos espantarlos.– lo que a ella le gustaba de su trabajo además de compartir su amor por los libros era molestar al rubio, reconocía que no era alguien accesible pero eso le divertía.

Suspiró con notable pesadez, claramente irritado por el comentario –Solo vete– la chica rio una vez más mientras salía del mostrador, unos pasos más y salió del lugar.

Sin embargo no pasaron ni 5 minutos cuando volvió a entrar, está vez sin expresión alguna sobre su cara, sin una sonrisa en sus labios, solo pasó frente a la recepción hasta estar dentro de él, situación que extrañó al rubio. Hubo un silenció largo, tal vez incómodo por lo que Tsukishima decidido hablar.

–¿Qué hiciste?– interrogó

–Nada– continuaba estática, sin mirar al rubio.

–Ya no es tu turno, vete de una vez–

–No puedo hacerlo...sino él no me verá–

–¿Él? De que estás hab...–

–¡Aquí está! El chico fresa– susurró exaltada.

Continuaba sin entender el molesto comportamiento de su compañera, su mirada simplemente hizo lo mismo que el de ella, mirar a la entrada principal sitio donde apareció un chico de tez aperlada, alto y mirada asustadiza. Parecía buscar a alguien...efectivamente a su compañera, mostrando casi al instante un poco de calma. Se acercó y se posiciono frente al par.

–L-lo siento ¿Llegué tarde?– 

–¡Claro que no! Llegas en un buen momento, mi amigo te explicará los detalles–

Destinados a conocernos [Tsukiyama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora