(Impensable)

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Lauren POV
Necesitaba hacer toda una reconstrucción de lo que ya me había acostumbrado en tan poco tiempo. Es extraño sentir tantas cosas en tan poco tiempo, ya debería haber previsto que estaba entrando en una locura cuando llegué aquí, me precipité y los problemas con la princesa comenzaron.

Era la primera vez que salía de mi ambiente de las aulas, de los libros que se enumeraban en mi mesa en pilas, y me dejaba vivir en este mundo de una manera tan intensa. Luego yo, que ya debería haberme acostumbrado a las locuras desde tan joven para no contextualizar lo que es estándar, en lo que es visible y cierto y palpable.

Un día y parecen semanas, un mes y juro esto aquí se verá como años.

No tenía mucho que hacer para sabotear mi cordura, apenas entré en mi cuarto,
tomé mis gafas de grado sobre la mesa, y salí a la terraza, sintiendo la brisa fría que me tocara la cara. Me perdí en el tiempo, poniendo mis manos en los bolsillos de mi pantalón, intentando visualizar la distancia y ese escenario no pareciera tan diferente.

Fueron minutos mirando las pirámides iluminadas en la noche, sonreí bajando la mirada, estaba fascinada por aquel país aunque fuera tan difícil y complejo, y tan largo de leer para empezar a entenderlo. Si al menos las mujeres de aquí tuvieran el lujo de la libertad, serían más felices y haría el reflejo de lo que físicamente eso es, aún más deslumbrante.

El desbloqueo de puertas me hizo mirar sobre mi hombro y vi a la princesa salir de su cuarto, sosteniendo dos copas de oro y una botella de vino.
Mi mirada se fijó en su caminar.

- ¿Quieres ayuda? -Pregunté acercándome. Ella no respondió, sólo me dio la botella y siguió caminando hacia la mesita baja, la lámpara marroquí estaba apagada, ella colocó las copas en la mesa y la encendió tocando en el exterior, sentándose sobre las almohadillas coloridas al suelo. Hice lo mismo en silencio, colocando la botella en la mesa y me senté del otro lado, sobre las almohadillas, recostándome en la comodidad mirando la bufanda negra que cargaba, extendiéndose sobre la mesa.

- La última vez que me ofreció algo, quería matarme. - Sugerí mirando desconfiada la tela.

- No es que eso haya cambiado mucho, los conceptos de gratitud sólo se han actualizado. - Ella soltó el tejido en mis manos, y yo lo trajé, mirándolo, era suave y parecía como seda negra, o satén, eran tan parecidos y estaba en tan baja luz que yo no sabía definir bien estéticamente lo que aquello que era.

- Quiero beber vino. - Ella justificó mi confusión mirando la bufanda.

Entendía que quería, ella no habría aceptado mi invitación si fuera contra su voluntad, ella no es el tipo de mujer que cede a los anhelos ajenos sobre sus voluntades.

- Es para cubrir sus ojos.
Arqueé mi ceja, me imaginaba acercando el vino en mis narices al intentar beber aquello con los ojos tapados.

- Puede confiar en mí, no es como si yo fuera a salir en la plaza pública para definir
sus características físicas a todos, alteza. - Traté de que se sintiera seguridad, pero lo poco que podía ver de sus ojos se veían irreductibles.

- No se pide la confianza, ella viene cuando conviene, no crea que yo vaya a confiar en usted sólo porque me pide que confíe, sólo necesito vino. - Podía sentir su voz temblando en algún punto aunque no fuera mi especialidad tratar con los sentimientos ajenos. Eso me hizo aceptar lo que ella quería, sólo la privacidad, eso es lo que ella quiere.

Quité mis gafas y lo puse sobre la mesita, y antes de poner el tejido sobre mis ojos, la miré bien, percibiendo que el paño que le cubría la cabeza estaba adornado con dorado y negro, estaba muy bonita hoy y yo ni siquiera sabía cómo ella era, eso es tan loco que si le contara a cualquier persona mi definición de belleza cubierta, se reiría en mi cara por enfocarme en algo tan incierto.

Hidden (Camren)Where stories live. Discover now