prologue

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Diciembre 1981

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Diciembre 1981

Stephen había regresado de Estados Unidos con la esperanza de encontrarse con el amor de su vida, dos años habían sido lo que estuvo alejado de él, dos años en los que su familia se mudó para ponerse a salvo. Prácticamente desde que se graduó de Hogwarts.

Pero cuando llegó a Londres, no se esperó las noticias que le llegaron primero su hermano Julián y Regulus Black habían muerto en su intento de derrotar al mago tenebroso, sabía que Julián jamás se había salido de la Orden y que siempre intentó hacer lo correcto, pero la noticia que más le dolió y desequilibró su mundo por completo fue saber que James Potter había fallecido por las manos de Lord Voldemort y a su vez Lily Evans también murió. Descubriendo que ambos habían dejado a un hijo, el pequeño Harry Potter. Y que Sirius Black había sido encarcelado en Azkaban debido a delatar a los Potter con Lord Voldemort, los había traicionado, algo que él y su familia se negaba a creer, pero ellos no habían estado presentes por lo que no podían defender a Sirius.

Durante un tiempo Stephen se había negado visitar el Valle de Godric, pero con la navidad acercándose y el intentó de seguir adelante sabía que tenía que ir a visitarlo.

Caminando por el cementerio pudo ver las lápidas con los nombres de las personas a quien demostraba sus respetos. Los recuerdos golpeaban su cabeza, desde la primera vez que conoció al azabache, sus días peleando debido a que ambos eran capitanes de sus casas, sus coqueteos sutiles hasta el primer beso.

Llegó hasta la lápida donde se encontraba el nombre de dos personas que él conocía.

James Potter y Lily Potter

Sacó su varita e hizo una corona de flores. Se puso de cuclillas pasando su dedo por nombre del azabache.

— Hola Darling — murmuró Stephen con el nudo en su garganta. — Hola Lils.

Stephen había sido gran amigo de Lily, y estaba feliz de que fuera ella quien estuvo junto a James en sus últimos años de vida y siempre iba a agradecerle que lo hiciera feliz cuando él no pudo.

— Lamentó no haber estado aquí para ustedes — suspiro. — Estoy intentando tener a Harry, pero el ministro dice que será un rotundo no, debido a que no lleva mi sangre y no soy su padrino, por lo que tendrá que quedarse con sus tíos, con tu hermana Lily.

Desde que Stephen se enteró de la muerte d e los Potter, intentó junto a su padre poder tener la custodia del pequeño Harry Potter, pero Dumbledore y el Ministro le dijeron que no se la iban a dar ya que no era familiar del menor y mucho menos su padrino por lo que tendría que seguir bajo la custodia de su tía Petunia.

— Durante semanas me negué a pensar en que habías muerto, en que nunca más volvería a escuchar tu voz o sentir tus manos sobre mi cabello, o tu risa, incluso las cosas que decías cuando bebías demasiado, pero todo eso se quedara en mis recuerdos, Jaime.

Una risa brotó de su garganta al decir aquel apodo que le ponía al azabache.

— Lo nuestro término en lo que menos deseábamos, James, en promesas.

Las promesas se las lleva el viento, al igual que los recuerdos, pero Stephen se negaba a olvidar a James, sabía que en algún futuro ellos se volverían a reencontrar que podrían ser felices y poder amarse como prometieron hacerlo.

Stephen se despidió de ambos, prometiendo que volvería, se negaba a dejarlos ir por el momento. Camino de regreso saliendo de aquel cementerio, se giró para ver hacia la lápida donde estaban los Potter y pudo notar la silueta de un patronus de ciervo que lo miraba, una leve sonrisa apareció en sus labios. Él siempre lo había estado cuidando, esa es su promesa.

PROMISE; James PotterWhere stories live. Discover now