• Tres •

10.2K 396 19
                                    


Alex.

Estoy sentada frente a ocho niños que me miran como si no pudieran creer que yo estaría a su cargo, tal vez solo es la tensión del primer encuentro, o al menos quiero pensar que no son así de serios todo el tiempo, digo, son niños.

Llevo ya diez minutos aquí sentada y solo los veo y ellos hacen lo mismo conmigo, siendo que el silencio no se iba hubo un punto que casi salgo de la cabaña; sin embargo desde que instauré el sentimiento de competencia veraniega me niego a ayudar a estos niños a ganar una copa inservible, además estoy completamente decida a que Henman ni siquiera tendrá el beneficio de ganarme en un campamento de verano para niños, eso y no perderé ante un aburrido cuarentón.

Suelto el aire dentro de mis pulmones de manera un poco exagerada, captando la atención de los niños –Esto será más difícil de lo que pensé – susurro para mí misma, realmente no sé cómo conectar con estos niños, así que la opción que me parece más viable es conocerlos a primera instancia –Así que... – comienzo de nuevo, tomo aire y los miro – Díganme sus nombres.

–Soy Olivia – contesta una niña de pelo castaño, (se podría decir rubio) sus ojos son claros y con contorno negro, su pequeña boca con un diente faltante formaba una sonrisa – Tengo nueve años, pero dime Liv.

–Lily y tengo nueve años – contesta otra niña de piel morena y cabello negro, una nariz respingada y lentes completaban su descripción, pero algo reservada, pues su tono de voz no me parece el más seguro que he escuchado, por lo que le regalo una sonrisa, una sonrisa de un extraño siempre me reconforta cuando no me siento segura.

Los niños ya llevaban su uniforme del campamento, el cual se basaba en una playera blanca bastante básica junto con unos shorts azules marino (lo cual no me sorprende, pues es el mismo color que tanto representa Berman); sin embargo a los guías aún no nos habían entregado un uniforme, al menos no hasta mañana por la mañana.

–Soy Joyce – miro a otra pequeña, se parecía mucho a Lily, solo que su piel es un tono más obscuro, sus ojos más grandes y facciones más delgadas, algo estético para una niña debo decir – Tengo ocho años y ella es mi mejor amiga – señala a la última niña en la fila de niños, la cual jugaba con el borde de su playera, me mira y sonríe abiertamente – Ah – añade también, como si recordara algo – Y ella es mi hermana – señala a Lily, quién intenta fulminarla con la mirada, suelto una pequeña carcajada y me giro hacía la última niña.

–Soy Annette, Annette Parker – sonrío – Mejor dime Ann, tengo ocho – me informa una pequeña con su despeinado cabello rojizo rozando sus hombros apenas, piel pálida, unas cuantas pecas y ojos marones, su sonrisa se contagia, por lo que suelto una pequeña risa.

– En realidad, todos aquí nos conocemos – escucho la voz de un niño, sin embargo no logro ubicar aún quien ha sido – Tú eres la anomalía aquí– todos los niños asienten con la cabeza en dirección a un pequeño pelinegro.

–Me sorprende que conozcas la palabra anomalía – contesto arqueando las cejas.

Busco con la mirada al pelinegro para preguntarle su nombre, pero luego de unos minutos me doy cuenta que eran dos niños, idénticos, o mejor dicho, dos pares de niños ¡Idénticos! ya encontré los niños que harán mi vida imposible, dos pares de gemelos, creo que el número de posibilidades de conocer a lo largo de toda mi vida un par de gemelos idénticos era ya extraña, encontrar a dos pares de ellos simplemente era una broma que el universo seguía jugándome, por lo que por varios segundos me quedo casi estupefacta mirando sus perfectos rostros.

El pelinegro (o como acabo de bautizarlo: gemelo uno), suelta una carcajada al percatarse de mi expresión de asombro, o tal vez simplemente crean que estoy tonta y ahora mismo les esté dando las herramientas para afirmarlo.

Con todo y tu orgullo®Onde histórias criam vida. Descubra agora