• Cuarenta y uno •

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Alex.

Subo mi pantalón de mezclilla azul marino de talle alto y abrocho el botón, alegrándome que después de haberme zampado dos porciones de estofado especial de mamá hubiera cerrado; tomo la chaqueta negra y me la pongo, quiero terminar de arreglarme antes que Peter llegue; entro al baño y me miro unos segundos al espejo: Rímel, poco rubor, delineador y un labial rosa casi natural. No había mucho que pudiera hacer por mi aspecto, sin embargo no me desagrada lo que veo, por lo que me resigno y me encojo de hombros.

           

Bajo corriendo las escaleras cuando veo las luces del auto de Peter estacionarse fuera, cuando estoy a punto de descolgar mi chaqueta una figura sale al comedor y me volteo, puedo notar que la casa aún permanece con el olor a la comida horneada y las ensaladas elegantes.

–Debes volver a la una, las calles estarán muy solas a causa del día festivo – escucho a Sam hablar desde el umbral de la puerta de la cocina, estoy a punto de reclamar, no porque quisiera llegar más tarde (debido a que mi plan era volver a las doce), sino porque es él quién me lo dice con semblante serio.

–Alexis – mamá se da cuenta que de la expresión en mi rostro y aparece a su lado, por lo que me obligo a morderme la lengua y asentir con la cabeza – ¿Segura que quieres ir? – no contesto y antes de que puedan decirme algo más, salgo de la casa. Ahora usa mi nombre completo, esto va mejorando.

Levanto la vista justo cuando Peter está saliendo del auto, las sombras de la noche reflejan sus rudas facciones y logro vislumbrar que me saluda a lo lejos con la mano cuando se da cuenta que salí, se acerca al lado del copiloto y abre la puerta.

–Gracias – le agradezco antes de entrar al auto.

–Te ves increíble – me dice antes de cerrar la puerta, sonrío y sigo con la mirada el trayecto de Peter hasta la puerta del auto.

Durante el camino gastamos tiempo hablando y escuchando música, la casa de Jannet está rumbo a Withmore así que no fue un problema llegar, además que Peter había ido antes, a fiestas, quiero decir, sin contar que realmente en Amberwood nada está suficientemente alejado de todos los demás, muchos podrían verlo como una ventaja y personas como yo se sentirían un tanto frustradas.

–¿No es un día algo extraño para dar una fiesta? – pregunta el chico a mi lado sin despegar la vista del camino.

–Siempre hay una primera vez para todo – me encojo de hombros – Además el Día de los Fundadores suele ser más una fecha en la que los adultos tienen una excusa para beber sin control y sin preocuparse por que sus hijos salgan y hagan lo mismo.

–¿Porque todo estará cerrado para nosotros? – pregunta nuevamente intentando contener la risa.

–Algo así – admito.

Cuando llegamos ya había comenzado la fiesta no hace mucho tiempo, aún no hay tanto disturbio como otras tantas veces, así que Peter estaciona el auto doblando la cuadra con tranquilos movimientos de sus manos al volante, cuando salimos noto el aire frio y automáticamente me llevo las manos a los brazos intentando frotarlos para mantenerlos en calor suficiente para continuar la marcha, Peter y yo comenzamos a caminar lado a lado hasta la entrada de la residencia Berman.

Al entrar, hay chicos por todos lados y para ser sincera conozco a dos de cada diez que pasan a mi lado, es en serio cuando Jannet dice que los invitados provienen de cualquier lugar dentro del suburbio vistoso, aunque todos son del mismo rango de edad, no creo que alguien se lleve más de cinco años con otro alguien. Hasta el equipo del periódico escolar está rondando por ahí con sus cámaras colgando al pecho y sus enormes y característicos lentes.

Con todo y tu orgullo®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora