44:Mira lo que me hiciste hacer

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Disfrutaba de otro de sus días libres. Para él, aquellos lapsos eran de gran utilidad en su labor de conocer y cuidar de Bárbara. Por el software Cannis, sabía que se encontraba en el consorcio perteneciente a la familia Weber así que no se veía en la necesidad de seguirla, la tenía cubierta.

A falta de novedades abrió YouTube y buscó uno de sus canales favoritos en habla inglesa: Mike Jenner. Gran creador de contenido en el entorno MGTOW anglosajón, aún desconocido en México. Dio play y comenzó a escuchar.

«Las mujeres son hipergámicas y superficiales. Aunque ya tengan un buen prospecto de hombre siempre buscarán poseer al mejor. Insaciables e inconformes, buscan exclusiva y enteramente su interés por encima de tí, sin importar si te hacen daño o tienes sentimientos reales, sinceros y profundos hacia ellas. » —afirmó con voz clara aquel rubio de ojos grises mirando fijamente a la pantalla.

¿Por qué Bárbara no lo veía? había estado para ella en todos esos años. Cuando estaban juntos solo recibía migajas, nunca era capaz de entregarse a él en alma, corazón y mente, en sus encuentros parecía estar en otro universo lejano. Era una muñeca viviente, no una mujer. Se preguntaba si con el resto era igual de ausente o a ellos si se les entregaba. Seguramente que si, ¿Qué tenían ellos que él no?

«Por eso es que los hombres debemos seguir nuestro propio camino y dejar de validar a la mujer moderna. Nosotros somos el jodido premio, no esas carruseleras asquerosas.»

Imposible. No podía arrancarla de su mente y cuerpo aunque la vida se le fuese en ello. Por ende tenía la determinación de dominarla y hacerla suya en todos los sentidos. Sin importar que o a quienes tuviese que eliminar para lograrlo. No descansaría.

«Al final Chad o Tyron que tanto aman y desean se dará cuenta que ellas no valen la pena, las desecharan. Cuando quieran darse una oportunidad con el hombre bueno que rechazaron en el pasado, será muy tarde.»

Difería del monólogo otorgado por el canadiense. No iba a esperar a que esos hijos de puta que todo el tiempo estuvieron interfiriendo en su felicidad con ella se diesen cuenta. Los retiraría del camino.
A las malas influencias femeninas de las que Bárbara estaba rodeada como la misma Irene Urdapilleta, también. Su hermosa hechicera y él todavía tenían oportunidad, lucharía por ella. Aún era temprano para ambos.

Su celular vibró. Era una notificación de Cannis. Bárbara dejó el consorcio. Qué raro, no acostumbraba a dejar su centro de trabajo tan temprano. Era toda una work-a-holic. Pausó el video y enfocó su atención en el trayecto de la tapatía. Varios minutos más tarde la ubicó en el Walmart de Polanco y dedujo la posibilidad que llegase a casa. Con el móvil en mano vistiendo un hoodie, gorra y lentes oscuros se preparó para salir, para prevenir cualquier eventualidad como un cambio de planes.

Media hora después confirmó sus sospechas. Bárbara si se dirigía a su apartamento. Sonrió satisfecho y cuando la vio acercarse al área donde residían fue a su encuentro. Solo la espiaría, no la abordaría. Verla sin que se diese cuenta le fascinaba. La vió en el vehículo y optó por escribirle.

«Hola, ¿Por qué saliste tan temprano del consorcio Weber? ¿Sucede algo?» —redactó y mandó. Para ella sería imposible saber quien era, pues le escribía desde un número nuevo.

Aguardó a que respondiera pero no lo hizo. Por lo visto no le importó y la vió tomar sus cosas para bajar del vehículo. Ya en la calle ella abrió la cajuela, quejándose. Le pareció graciosa su reacción. Su molestia le daba un plus de belleza. Estaba disfrutando del momento y un hombre joven que acudía a ella entró a su campo de visión. Por la distancia no supo que le decía el a ella, le vió tomar las compras y ella, ella...

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