6: De ambición y otros intereses

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Comenzar la universidad significó para Bárbara una tabla de salvación emocional y psicológica tras la muerte de Carlota. Estudiar relaciones internacionales siempre fue su ideal, pero con la crisis matrimonial de sus padres hubo un tiempo en el que no estaba tan segura de poder cumplirlo. Obtener seis millones de pesos como pago por haberle entregado su inocencia a Rafael la ayudó a colocarse de vuelta en el camino para lograr sus objetivos.

Tan pronto como recibió el dinero se inscribió en la mejor universidad privada de la zona metropolitana de Guadalajara y se mudó a un departamento de lujo cerca de donde estudiaba ya que su verdadera casa le traía malos recuerdos y no se sentía preparada psicológicamente para habitarla de vuelta, mucho menos estando sola. Irene por ser aun una niña se quedó viviendo con sus abuelos en Zapopan quienes no consideraban a Bárbara capaz de asumir responsabilidad sobre su hermana, sospechando que la manutención de su nieta mayor no era del todo transparente. No justificaba la vida que estaba costeándose ni la cantidad que depositaba para la menor sin falta todos los meses, que incluso era ligeramente superior a la hecha por Carlos desde Estados Unidos. Este también mostraba cierto interés por el origen de los ingresos de la joven, pero la distancia y renuencia que su hija ofrecía para hablar con él lo tenían en total desconocimiento.

Los abuelos no podían hacer mucho al respecto, ya que Bárbara había cumplido su mayoría de edad y a ojos de la ley era una adulta con pleno goce de sus libertades. Libertad que, para lo que hacía y con quienes se relacionaba resultaba bastante conveniente.

Salió de su última clase. Un riquísimo viernes por la tarde que la inspiraba a hacer planes. No se decidía, quizá era buena idea darle finalmente el sí a ese guapísimo chavo de tercer año de Arquitectura que tenía varios días buscando quedar con ella con motivo de una cita o bien, ir con sus amigas también universitarias a relajarse a un SPA cinco estrellas después de una ajetreada semana de estudio metida en exámenes, tareas, proyectos y exposiciones.

Tomó entre sus manos su móvil para hacer una llamada cuando vio que tenía más de tres llamadas perdidas y un mensaje de Laura. Suspiró profundamente, significaba que sus planes de viernes pasaron a último término. Ni modos, la chamba era esencial.

Abrió el mensaje de texto de su jefa y dio lectura al mismo. En este le daba instrucciones de con quien se vería, a qué horas, el lugar en el pasarían a recogerla que era nada más y nada menos que las propias "oficinas" de Laura y más importante; la manera en la que debía vestir. Por ser novata la madame la asesoraba como debía de vestir de acuerdo al evento y la temporada del año en la que estaban. Sus preferencias en cuanto a moda no contaban de momento, no hasta que tuviese más tiempo. Se encaminó directo a su departamento, si quería relajarse un poco antes de la noche debía estar en marcha desde ya. Ni modos, el trabajo era primero.

Transcurrieron muchas horas desde entonces, esperaba pacientemente en la recepción de la oficina de Laura. Hojeaba un cierto aburrimiento un ejemplar de TvyNovelas enterándose de las primicias semanales de la farándula nacional que no le importaban en lo absoluto, ya que solo trataba de hacer menos fastidiosa la espera. El hombre con el que se vería hoy no le emocionaba en lo más mínimo.

Escuchó ser nombrada y levantó la mirada. Era Pedro, el chofer y escolta de su cita. Se incorporó, ambos saludándose cortésmente. Siguieron su camino hacia la calle, abordando la flamante camioneta de vidrios polarizados donde esperaba el senador de la república Maximiliano Linares, con su aire de Rey Midas desinteresado a su llegada mensajeándose con sabrá quién.

Muy acostumbrada a su actitud indiferente tomó asiento y guardó silencio. Minutos después, ya con el vehículo en marcha se dirigió a ella.

—Bárbara, buenas noches. —La saludó alegremente, dándole un beso en la comisura de los labios, la joven sonrió falsamente. —Estaba en medio de una conversación importante, disculpa.

Alguien que te quiereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora