Capítulo 26

2.7K 385 55
                                    

Buenas noches, el contexto se lo venemos ofreciendo en el capítulo 27 👁👄👁

#DiNoAFunarALaAutora

________

AGUSTÍN

Nuestra casa se volvió patas arriba sin pensarlo ni planearlo. Antonella es una bebé tranquila, pero aprender sobre paternidad ha sido una experiencia interesante. Therine siempre me dice cómo hacer las cosas mientras me mira desde la puerta y yo trato de no entrar en pánico cuando intento, o cambiar un pañal o ponerle algo de ropa. Mi hija es tan pequeñita que, pese a que han pasado tres meses desde que nació, aún me da miedo cargarla y que lo haga mal en el proceso.

—El pastel que sea de tres pisos y pequeño. —Escucho a Therine hablar por teléfono en el pasillo, yo estoy en la habitación de Anto tratando de dormirla, sentado en la mecedora que, para mi sorpresa, Therine me pidió comprar—. No queremos invitar mucha gente, mamá, solo la familia y algunos amigos. Y no vas a invitar a tu vecina, doña Luz es bien criticona.

Suelto una risita. También planear nuestra boda ha sido caótico. Therine, su madre y la mía se han encargado del lado estético, yo he optado por encargarme de complacer todo lo que me pida y lo único que he hecho por mi parte respecto a la boda, es buscarme un esmoquin junto a mi padre, mi hermano y también mi suegro y Dylan.

—Bien, nos vemos en un rato, gracias.

Cuelga la llamada y entra en la habitación despacio.

—No, no se ha dormido, está más despierta que yo mismo —digo y se ríe—. ¿Ya quedó lo del pastel?

Contenta, asiente rápido.

—Todo listo para que nos casemos el sábado, ya están las flores, el pastel y el salón. —Se toca la cara y trata de no llorar de la emoción.

Estos meses todo ha sido maravilloso. Los primeros días después del nacimiento de Antonella, Therine por poco y flaquea con la idea de casarnos, pero hablamos largo y tendido una noche. Y, como si eso hubiera sido la solución a todo, nuestra relación empezó a mejorar. Si algo le molesta, me lo dice y no se pone a cuestionarse si debemos terminar o si está haciendo mal al quedarse. Y no se disculpa más que para aceptar que se equivoca en algo. Además pongo de mi parte y ella ama que haga eso.

Nos complementamos muy bien.

—Maravilloso, ya quiero que seas mi esposa, campanita mía. —Le lanzo un beso.

—Yo también —Me hace un gesto pícaro—. Además creo que vengo necesitando de una noche de bodas.

Antonella no nos ha dejado hacer nada en este tiempo, siempre despierta y llora cuando estamos a punto de hacer algo más que besarnos con desenfreno.

—No digas esas cosas frente a la niña, pervertida.

Se ríe.

—Bueno, no dije en qué consiste la noche de bodas. —Se acerca y me la pide, al tomarla me da un beso—. La voy a cambiar, ya casi viene tu madre por nosotras.

—Es cierto, no recordaba.

Hoy van a salir de paseo con mi madre, alegando que quiere tener una tarde solo de mujeres, incluso invitaron a Montserrat, Marisol y también a mi suegra. Llevará a la niña con ella porque yo tengo mucho trabajo que hacer.

Le pone un vestido pero arropándola de piernas y brazos porque hace un poco de frío aún.

—Nos vemos en la noche, te amo. —Se despide con un beso y finalmente se van.

Yo tomo aire antes de empezar con mi trabajo.

Aún me la llevo analizando por qué no renuncié definitivamente a la empresa, pero he de admitir que, desde que mejoró la relación con papá, todo me resulta más cómodo.

Ya no me parece tan demandante el trabajo e incluso gozo de dibujar en mis ratos libres en mi nueva tableta de dibujo que, sin poder creerlo, fue un regalo de Gustavo Martínez, a quien le mostré mis dibujos y me dio consejos de cómo mejorar porque, a sus ojos, dijo que tenía talento, solo debía pulirse muy bien antes de aventurarme a ir más lejos.

Entro en la oficina y, antes de abrir mi computadora, noto que la de Therine está a mi merced y una sonrisa ilumina mi rostro.

Es mi momento, ella no está.

Me ha ocultado el final de su cómic y yo estoy ansioso por saber qué va a pasar antes de verlo ilustrado en el libro en papel el próximo mes.

—No creo que me descubra —Sin pensarlo una segunda vez, enciendo la computadora y me voy directo a sus documentos.

Comienzo a leer los títulos de cada capítulo pero no me llama ninguno de los del cómic porque son los que ya conozco, más bien me detengo en un documento que lleva por título "El día que dejé de amarte".

Lo abro solo para ver una hoja con lo que según dice el documento, son casi trescientas palabras.

"Aun no sé cómo ocurrió. Incluso me atrevo a decir que la sensación de que mis sentimientos se fueran me dolió por unos diminutos instantes. La culpa se incrustó en mí pero no podía evitar que mi corazón ya no latiera del mismo modo en el que latió cuando me di cuenta que te amaba. Despertar a tu lado se ha vuelto tan agobiante sabiendo bien que ya no te amo como antes, necesito dejarte, necesito que se dé la oportunidad, porque..."

No termino de leer porque siento un hueco en mi pecho... ¿Qué demonios es esto? ¿Ella va a dejarme? ¿Ya no me ama? ¿Por qué no lo hablamos? ¿No se supone que hablamos todo lo que está mal? ¿Lo que nos molesta?

No puedo creer que estoy leyendo esto.

Salgo de la oficina, dispuesto a ir a buscarla a donde esté para hablarlo, pero me detiene una nota en el refrigerador.

"Suerte con tu trabajo de hoy, mi amor, Anto y yo te amamos"

No entiendo nada de esto, por Dios, es contradictorio.

Caballero se me acerca y me inclino a rascarle en el cuello como le gusta. Siento repentinas gana de llorar por no entender qué demonios fue lo que pasó como para orillarla a tener esos pensamientos.

Sin saber a quién recurrir con este tema, la decisión impulsiva abarca todos mis pensamientos y no la pienso para preparar mi maleta.

Le pongo su correa a Caballero y me voy directamente a casa de Dylan a quien no dejo que me pregunte nada, solo le pido de favor que me cuide a mi perro. Incluso mira mi maleta en en asiento trasero de mi auto y me mira tan mal que lo mando al diablo y simplemente me voy.

Ahorita no quiero hablar de esto, porque ni siquiera lo comprendo.

El viaje en avión se siente tan vacío. Quiero ponerme a llorar pero prefiero recordar el día en el que la conocí para torturarme. Me pareció una mujer insoportable de la que jamás creí enamorarme tanto. Disfrutar de sus besos y mucho menos de sus caricias. Adorar cada faceta de ella y que la vida se me iluminara con la llegada de nuestra hija.

Dios, ¿qué pasará con eso?

Pedir la misma habitación, más que costumbre, fue un impulso estúpido por seguir mis recuerdos. ¿De verdad esto se va a acabar? No quiero, pero tampoco puedo obligarla a quedarse conmigo para siempre. Si ella ya no tiene sentimientos por mí, es mejor rendirme.

Aunque no entiendo por qué sigue con la idea de casarnos si se supone que me dejará.

No entiendo qué hice mal, solo sé que no quiero enfrentar a Therine hoy, sabiendo la verdad que me oculta.

Un hotel para escapar contigo© [Todo contigo #3] PRÓXIMAMENTE EN PAPELWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu