Capítulo 29.

358 71 38
                                    

Quise borrar su sonrisa comemierda con un puñetazo, pero me sorprendió el hecho de saber que Shawn Kavanagh siquiera tenía una sonrisa comemierda

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Quise borrar su sonrisa comemierda con un puñetazo, pero me sorprendió el hecho de saber que Shawn Kavanagh siquiera tenía una sonrisa comemierda. Hasta hace días apenas descubrí que tenía una sonrisa, una normal, ya sabes, que a parte de la normal tuviera una comemierda era bastante sorprendente.

—Eso es una pregunta muy personal, señorita McDugents.

—Oh vamos, hasta donde sé sigues siendo mi vecino y mi amigo, además te hice sonreír —mencioné eso último como si fuera demasiado importante —, puedo hacerte preguntas guarras.

—No en el conservatorio, quedamos que aquí sería el profesor Kavanagh. De hecho, fuiste bastante respetuosa luego de entrar a mi oficina con humo saliendo de tu nariz y orejas.

Entrecerré mis ojos y golpeé su pecho, su fuerte y sólido pecho. Oh Dios, más cosas para anotar en la lista de Shawn es el hombre más caliente que han visto mis inocentes ojos.

—Solo... ¡Responde!

—Considerando que la profesora Xavier ahora es tu tutora me parece inapropiado que...

—¡Oh Dios, te acostaste con esa mujer!—mi gesto de asco fue claramente evidente, tanto que lo hizo reír.

Los ángeles estaban cantando en aquellas cuatro paredes, parecía que estaba llegando al cielo.

—Claramente he tenido sexo en mi vida, Lucy.

Aww, algunos tienen tanta suerte.

—Sí, pues yo también lo he tenido, sexo maravilloso. Es-pec-ta-cu-lar—dije mintiendo descaradamente. Él levantó su ceja mirándome entretenido, me crucé de brazos—. Pero jamás hubiese podido acostarme con alguien que destila veneno puro.

—No la conoces como yo lo hago.

—Iugh, no hagas referencias de como te acostaste con mi tutora. ¿Cuándo fue la última vez que tuvieron sexo? Dime que no fue ahí.

Señalé el escritorio mientras lo miraba con asco, en respuesta Shawn rodó los ojos y procedió a guardar algunos papeles en su maletín.

—¿Quieres que te lleve a casa?—preguntó en cambio.

—¡Oh Dios! ¡Te acostaste con ella en tu escritorio! No te creía de esos Shawn, pensaba que eras de esos británicos estirados.

Shawn negaba con su cabeza mientras colocaba el estuche de su pesado cello a sus espaldas.

—¿Tienes alguna fascinación por follar en los escritorios? —Eso me pareció caliente, miré de nuevo hacia su escritorio y por mi mente pasaron millones de imágenes como una ráfaga de flashes en donde Shawn y yo éramos los muy cachondos protagonistas—. ¿Será cómodo el escritorio para follar? ¿No me dejará ampollas el contacto de mi culo con la madera?

Shawn detuvo sus movimientos, abrió los ojos de par en par, pero rápidamente se recompuso y contuvo una sonrisa, esta vez podía saber cuándo Shawn se obligaba a mantenerse serio, poco a poco se hacía más fácil.

La melodía de Lucy | Hijos de sus padres #1Where stories live. Discover now