。☬ Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 1 ☬。

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。☬。☬。
TᴀᴇHʏᴜɴɢ
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Tres años antes....
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Me acurrucaba en el sillón de nuestra biblioteca, leyendo, cuando un golpe sonó. La cabeza de Seori descansaba en mi regazo y ni siquiera se movió cuando la puerta de madera oscura se abrió y mamá intervino, con su cabello castaño recogido y anudado en un firme moño. Mamá estaba pálida, y su rostro estaba contraído por la preocupación.

—¿Pasó algo? —pregunté. Ella solo sonrió, pero era una sonrisa falsa.

—Tu padre quiere hablar contigo en su oficina.

Me moví con cuidado de debajo de la cabeza de Seori y la acomodé en la tumbona. Ella atrajo las piernas contra su cuerpo. Era pequeña para una niña de once años de edad, pero yo tampoco era exactamente alto.

Mamá evitó mis ojos cuando avancé hacia ella.

—¿Estoy en problemas? —No sabía lo que podía haber hecho mal. Por lo general, Seori y yo éramos los obedientes; JiMin era el que siempre rompía las reglas y era castigado.

—Date prisa. No dejes que tu padre espere —dijo ella simplemente.

Tenía el estómago hecho nudos cuando llegué frente a la oficina de papá. Pero después de un momento reprimiendo mis nervios, llamé a la puerta.

—Adelante —dijo. Y entré, obligando a mi cara a lucir cuidadosamente reservada.

Papá estaba sentado detrás de su escritorio de caoba en un amplio sillón de cuero negro; detrás de él se alzaban estantes de caoba llenos de libros que él nunca había leído, pero que escondían una entrada secreta al sótano y un pasillo que conducía fuera de las instalaciones.

Levantó la vista de una pila de hojas, su cabello gris estaba bien peinado hacia atrás.

—Siéntate.

Me hundí en una de las sillas frente a su escritorio y crucé las manos en mi regazo, tratando de no morderme el labio inferior. Papá odiaba eso. Así que en silencio esperé a que empezara a hablar. Tenía una extraña expresión en su rostro a medida que me escrutaba.

—No podemos seguir ignorando por más tiempo la amenaza que los japoneses y los taiwaneses representan para nosotros. La Bratva y La Tríada están tratando de reclamar nuestros territorios. Son cada vez más audaces. Tenemos más suerte que la familia de Daegu que también tiene que lidiar con los mexicanos.

La confusión me invadió. Papá nunca hablaba de negocios con nosotros. No teníamos que saber los detalles más delicados del negocio de la mafia. Y por eso, con justa razón, también sabía que no debía interrumpirlo.

—Tenemos que poner nuestra rivalidad con la familia de Daegu a un lado y combinar fuerzas si queremos luchar contra La Bratva y La Tríada. —¿Paz con la Famiglia? Papá y todos los demás miembros de La Organización de Gwangju odiaban a la Famiglia. Se habían estado matando entre sí durante décadas y solo recientemente decidieron ignorarse mutuamente a favor de matar a los miembros de otras organizaciones criminales, como La Bratva y La Tríada—. No hay un vínculo más fuerte que la sangre. Al menos la Famiglia entiende eso perfectamente bien.

Fruncí el ceño.

—"Nacido en sangre. Jurado en sangre". Ese es su lema.

Asentí, pero mi confusión solo aumentó.

—Ayer me reuní con Kim Dong —¿Papá se reunió con el Capo de la mafia de Daegu? Un encuentro entre Daegu y Gwangju no había tenido lugar en una década y la última vez no había terminado bien. Todavía se conoce como el Jueves Sangriento. Y papá no era ni siquiera el Jefe. Era solo el Consigliere, el asesor de Kim Suk que gobernaba La Organización en ese entonces y con ello la delincuencia en el Medio Oeste.

권-ᴇ¹Where stories live. Discover now