。☬ Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 5 ☬。

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TᴀᴇHʏᴜɴɢ
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La sala de estar de la suite estaba decorada para la despedida de soltero... Había tenido la esperanza de salvarme de esa tradición pero mi madre insistió que sería una ofensa para las tradiciones de la familia de SeokJin si no me conocían antes de la boda.

Alisé mi traje de tres piezas color marfil y verde. Era de un color que se suponía traía buena suerte. Sabía que mi interpretación de lo que sería buena suerte a estas alturas difería ampliamente de la interpretación de SeokJin y mi padre.

A Seori no se le permitió asistir a mi despedida ya que era demasiado joven, pero JiMin había discutido hasta lograr quedarse. Aunque me preocupaba que pudiera haber otra razón detrás del consentimiento por parte de mamá. JiMin había cumplido diecisiete hacía unos días. Eso significaba que casi era lo suficientemente mayor para casarse. Alejé ese pensamiento. Podía oír a mamá y JiMin discutiendo en el dormitorio sobre lo que se suponía que vestiría JiMin cuando llamaron a la puerta de la suite. Era un poco temprano; no se suponía que los invitados llegaran hasta dentro de diez minutos.

Abrí la puerta. Vera estaba de pie frente a mí, con DonSeok detrás de ella. Era mi prima pero cuatro años mayor que yo. Su madre y mi madre eran hermanas. Ella sonrió disculpándose.

—Sé que llego temprano. Lo siento.

—Oh, no. Está bien —dije, retrocediendo para que así pudiera entrar. DonSeok se sentó de nuevo en la silla fuera de mi puerta. Me gustaba mucho Vera, así que no me importaba pasar algún tiempo a solas con ella. Era alta y elegante, con el cabello castaño oscuro más brillante que haya visto y una sonrisa tan encantadora.

Llevaba un vestido negro que llegaba a sus rodillas. Su esposo Min YoonGi había muerto hacía seis meses, y mi boda sería la primera vez en la que ella usaría algo que no fuera negro. Vera solo tenía veintidos. La edad de SeokJin. Me sorprendí deseando que su marido hubiera muerto antes de modo que ella pudiera haberse casado con SeokJin y entonces yo sería libre, pero luego me sentí horrible. No debería estar pensando así.

MinJae se encontraba junto a la ventana.

—¿Podrías por favor esperar afuera? —le dije—. Una despedida de soltero con mis familiares como invitados no es lugar para un guardaespaldas.

Inclinó su cabeza y luego salió sin decir nada.

—¿Tu esposo te envió su propio guardaespaldas? —preguntó Vera.

—Aún no es mi esposo.

—No, tienes razón. Pero te ves triste —dijo con una expresión conocedora mientras se dejaba caer en el sofá. Champagne, refrescos y una gran variedad de aperitivos estaban colocados en una mesa detrás de ella.

Tragué con fuerza.

—También tú —dije. Y pronto me sentí estúpido por decir algo como eso—. Yo... lo siento, no debí...

—No importa. Está bien. Entiendo el punto y creo que no es necesario tratar de ocultarlo —suspiró y sutilmente miró su anillo de bodas—. La verdad es que mi padre quiere que vuelva a casarme —dijo, girando el anillo. Mis ojos se ampliaron de la sorpresa.

—¿Qué? ¿Tan pronto? Pero...

—No inmediatamente. Al parecer él ya está hablando con alguien.

Esto era demasiado. No podía creerlo.

—¿No puedes decir que no? Ya estuviste casada. Es completamente innecesario que te obliguen a hacerlo otra vez.

—Ese fue un matrimonio sin hijos, y soy demasiado joven para quedarme soltera. Además, tuve que volver con mi familia. Mi padre insistió en ello porque dice que debe protegerme. —Hizo comillas en la última palabra.

권-ᴇ¹Where stories live. Discover now