𝟡. 𝕃𝕒 𝕠𝕡𝕠𝕣𝕥𝕦𝕟𝕚𝕕𝕒𝕕

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🗓️ MÁS TARDE

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🗓️ MÁS TARDE

Era la primera vez que la veía sonreír de verdad. Como una niña que descubre algo bonito. Las luces se reflejaban en su cara y cada vez que alguien lanzaba caramelos, ella se agachaba a cogerlos. Carlos había decidido llevarla a la Cabalgata de Reyes. Después del mal trago en el restaurante, creía que ella, y él también, necesitaban esto.

- Me duelen las rodillas –le dijo ella agarrándose a su brazo- ¿podrías...?

- Nop –le contestó Carlos ajustándose el cuello de su abrigo.

- Se supone que de los dos, quien hace ejercicio eres tú –le recordó ella alzando una de sus cejas.

- Si, pero no entreno para coger caramelos, Karisa –la castaña bufó al oír sus palabras, pero pronto se le pasó el enfado al ver otra nueva carroza que avanzaba por la avenida.

Nadie creería lo que Carlos acababa de hacer. Llevar a una chica a ver la cabalgata de Reyes. Hacerla feliz, y que ella disfrutara de esas pequeñas cosas que perdió cuando la hicieron crecer de golpe.

- Gracias por traerme aquí –Karisa se acercó y dejó un suave beso en su mejilla. Su sonrisa apareció de nuevo haciéndole sentir a Carlos que había hecho lo correcto.

- Anda, si te pones un poquito más delante seguro que te dan algún peluche.

Karisa dio un par de pequeñas palmadas y trotó feliz unos metros por delante de Carlos. Era cierto que desde donde estaba lo veía todo perfectamente, y no quería perderse detalle de absolutamente nada. Gigantes y cabezudos pasaban cerca de ella, ante su regocijo.

Un pequeño tumulto de gente comenzó a formarse cuando el rey mago Gaspar apareció a pocos metros. Este año, el personaje había recaído en un actor de moda televisivo y todo el mundo se apretaba intentando verlo de más cerca. Carlos recibió también los empujones de la gente y a duras penas conseguía permanecer en su sitio. Karisa miraba absorta el pasar de los malabaristas sin ser consciente de lo que había detrás de ella.

- ¡Karisa! –la llamó Carlos cuando comprobó que la distancia entre ellos iba aumentando cada vez más.

La chica se dio la vuelta y descubrió que casi ni veía a Carlos. Era tal la multitud de personas que se agolpaban cerca de ella, que le iba a resultar muy difícil el lograr alcanzarlo. Alzó su mano buscando la suya y sintió unos dedos que se entrelazaban a los suyos, tirando hacia el lado contrario de donde estaba Carlos. Se resistió asustada. La callosa mano tiraba de ella con todas sus fuerzas, pues  la fuerza del otro, era el doble que la suya y no podía hacer nada.

La sacaron a rastras de la cabalgata entre varios hombres, sin que nadie se percatara de lo evidente. La estaban secuestrando.

 La estaban secuestrando

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NARDIÁNWhere stories live. Discover now