𝟙𝟝. 𝕋𝕖 𝕕𝕖𝕗𝕖𝕟𝕕𝕖𝕣é 𝕙𝕒𝕤𝕥𝕒 𝕝𝕒 𝕞𝕦𝕖𝕣𝕥𝕖

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Carlos creía que ya no tenía miedo

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Carlos creía que ya no tenía miedo. Que todo lo que había vivido en estos 7 años lo habían curtido para no tenerlo. Él era el que infundía ese miedo, el que hacía que los demás temblara con solo pronunciar su nombre. Hasta ahora.

Tuvo miedo por Karisa. Por perderla. Por que ella callera de nuevo en ese abismo del que parecía que estaba saliendo. Se odiaba a si mismo porque le juró que la protegería y de nuevo había fallado a su promesa, y a escasos metros de donde él se encontraba. 

Pascale fue quien la encontró. Quería marcharse a casa de su hijo y al ir a buscar su abrigo, la descubrió hecha un ovillo en el suelo. Tardó poco en acunarla entre sus brazos y en llamar a Charles para que buscara a Carlos. Este, en cuanto entró, creyó que se le caía el mundo encima. Su maquillaje estaba corrido por sus mejillas. Sus llorosos ojos estaban hinchados, pero lo peor era que le rehuía la mirada muy avergonzada.

- No para de decir que es su culpa, Carlos –le dijo Charles también muy preocupado por verla así.

- ¿Os ha contado algo?

- Poco. Lo que le ha podido decir a mi madre. Que fue al baño y que entró un tío. El resto te lo puedes imaginar.

Carlos chasqueo su lengua e intentó tranquilizarse, pues, primero debía pensar en ella y después buscar venganza. Porque la tendría. El desgraciado que le había hecho daño, no vería mañana amanecer, de eso estaba seguro.

Se acercó con cautela y le hizo un gesto a Pascale para que se retirara. Le dio las gracias con un asentimiento de cabeza y ocupó el lugar de la madre de Charles. Al principio Karisa no quería ni que él la tocara, así que Carlos acabó sentándose enfrente de ella.

- Hola chiquita, ¿Cómo te encuentras? –le preguntó él en español. Si iban a hablar, mejor que lo hicieran en un idioma en los cuales los dos estuvieron cómodos.

- Lo siento Carlos, lo siento de verdad –repetía ella una y otra vez con las lágrimas inundando sus mejillas. 

- ¿Qué es lo que sientes? –tuvo mucho tacto al hablarle, pues necesitaba que ella estuviera tranquila y que confiara en él.

- Te dirá que yo lo provoque...que lo busque...que fui la que me arrojé encima de él...pero no es verdad.

- Sé que no lo es -le contestó con tranquilidad. Creía a Karisa. Jamás dudaría de su palabra. Y más al verla en las condiciones en las que estaba. 

- ¿De verdad? –le preguntó ella muy sorprendida- ¿me crees?

- Claro que te creo, Karisa –Carlos cogió una de sus manos y comprobó que estaba helada. Le agarró la otra y se las puso entre las suyas para que entrara en calor. Intentó sonreírle para que se tranquilizara, pero ella no podía- pero tienes que contarme que ha pasado, ¿lo harás?

Karisa asintió. Tragó saliva y empezó a relatarle todo lo ocurrido hacía solo unos minutos. Con cada palabra, sentía que se rompía de nuevo, por lo que pasó y por lo que pudo haber pasado. Y el efecto en Carlos fue devastador. Su sed de venganza crecía segundo a segundo. Pero, lo primero era ella y su seguridad, y tenía que sacarla de aquí lo antes posible.

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