𝟛𝟛. 𝕃𝕒𝕤 ú𝕟𝕚𝕔𝕒𝕤 𝕡𝕖𝕣𝕤𝕠𝕟𝕒𝕤 𝕢𝕦𝕖 𝕞𝕖 𝕚𝕞𝕡𝕠𝕣𝕥𝕒𝕟

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Karisa mordió sus labios sintiendo que en cualquier momento estallaría en sollozos, pero esta vez con más desconsuelo

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Karisa mordió sus labios sintiendo que en cualquier momento estallaría en sollozos, pero esta vez con más desconsuelo. Su cuerpo temblaba de manera considerable y estaba experimentando toda clase de emociones. Dolor, rabia, ira, tristeza, pena...y todas golpeándolas a la vez. Sintió la mano de Carlos como se posaba justo encima de la suya y se agarró a esos dedos como queriendo demostrarle que ella si se quedaría.

- Dime algo, chiquita –le rogó él con la voz apagada, por la contención de sus propias lágrimas.

- Estoy muy triste Carlos. No esperaba esto. Todo a lo que has tenido que renunciar. En lo que te has tenido que convertir. Y todo por culpa de tu padre. Es un desagradecido. Tus padres no te merecen. 

Karisa calló durante unos buenos segundos. Ninguno de los dos era capaz de hablar después del atroz relato del piloto. Él se echó hacia atrás en el sofá aún con sus dedos entrelazados en los de ella. Y era la castaña la que no quería soltarlos. Quería hacerle sentir de esta manera, que mientras ella estuviera a su lado, jamás volvería a estar solo. 

- ¿Entiendes ahora porqué no quería que lo que hay entre nosotros fuera a más? Si cometo un fallo, solo un puto fallo y la Bratvá se irá a por las personas que me importan -le confesó él con rotundidad. 

- ¿Acaso yo...? –Karisa mordió sus labios nerviosa esperando en su respuesta. 

- Los Leclerc y tú sois las únicas personas que me importan en el mundo. Y no estoy dispuesto a perder a ninguno. 

La pequeña castaña se giró hasta casi tener su rostro a pocos centímetros de los de él. Se fijó como la tenue luz de la lamparilla iluminaba sus facciones cansadas. Uno de sus dedos se posó en su mejilla rozándola con mucho cuidado.

- ¿Qué piensas Karisa? ¿me odias? –le preguntó algo descorazonado, pues durante todo su relato las expresiones de la chica habían cambiado modulando entre la pena y el horror.

- Jamás podría odiarte, Carlos. No puedo odiar a la persona que me salvó de un destino peor que el suyo. A veces tenemos que hacer cosas de las que no estamos orgullosos para poder seguir viviendo. Y yo pienso que tú, a pesar de todos tus actos, eres un superviviente...así que no, no te odio. Es más, te agradezco que me lo hayas contado, eso quiere decir que confías en mi.

- Claro que confío en ti, más que a nadie en el mundo. 

Karisa se permitió por primera vez en la noche, sonreírle. Ahora entendía más a Carlos. A sus decisiones. A ese odio irracional a su familia. Los dos se parecían en cuanto a que eran esclavos de los actos de sus padres. Con la diferencia de que él pudo luchar y a ella no la dejaron.

Acercó su rostro aún más y rozó sus labios con los suyos. Quiso besarlo para demostrarle que su relato no había cambiado lo que estaba empezando a sentir por él. Al contrario, ahora lo respetaba aún más.

NARDIÁNWhere stories live. Discover now