𝟛𝟞. 𝕄𝕖 𝕠𝕓𝕝𝕚𝕘𝕒𝕤𝕥𝕖 𝕒 𝕙𝕒𝕔𝕖𝕣𝕝𝕠

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📅 AL DÍA SIGUIENTE

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📅 AL DÍA SIGUIENTE

La puerta de Carlos estaba siendo golpeada sin cesar desde hacía unos segundos. El piloto se levantó malhumorado, pues al mirar la hora en su móvil, vio que eran casi las siete de la mañana. Aún faltaban un par de horas para levantarse y quien sea estaba interrumpiendo su momento de descanso. 

Fue hasta la puerta y la abrió con bastante malhumor, algo que se le pasó inmediatamente, al ver detrás de ella a un Pierre con la cara desencajada y los ojos hinchados.

- Pierre, ¿Qué coño pasa? ¿es a Charles? –la preocupación en el rostro del francés era más que evidente y apenas podía hablar. 

- No, Charles está bien...es Arthur...él...y Karisa tuvieron anoche un accidente...

Los latidos del corazón de Carlos empezaron a incrementarse a velocidades vertiginosas. Los 300 km/h a los que iba su coche no eran nada comparados al ritmo de su caja torácica. Se llevó las manos a la cabeza escuchando narrar a Pierre lo sucedido. Pero ni él mismo sabía a ciencia cierta lo que había ocurrido. Su móvil vibró en el bolsillo y al ver el nombre de Karolo respondió de inmediato.

- Dime que está bien Karolo –le exigió Carlos alzando la voz. Los nervios y algo más, tomaron su cabeza sin permitirle pensar con claridad. 

- Jefe, ojalá pudiera decírselo, pero, no nos dicen nada desde que los trajeron al hospital. 

- ¿Qué coño ha pasado?

Karolo le hizo un breve resumen de lo que sabía. Al parecer, y según la policía y las cámaras de seguridad de la zona por donde había pasado el coche, otro lo embistió repetidas veces hasta sacarlo de la carretera. Aunque fue un disparo a los neumáticos los que acabaron por estrellarlo. El otro vehículo huyó y tardaron más en encontrar a Karisa, Arthur y al guardaespaldas porque las vueltas de campana que dio el coche les hicieron caer por un pequeño socavón que había en la carretera, escondiéndolos a simple vista.

- ¿Quién fue Karolo? –Carlos mordía su lengua y apretaba sus puños furioso. Los ojos inyectados en sangre y las ganas de venganza y de que alguien pagara por ello era lo único que le movía ahora

- Lo estoy averiguando. Las autoridades no me dan acceso a las cámaras y es eso o dejar a Karisa sola.

- No, no. No la dejes sola –le pidió Carlos sintiendo como su labio inferior temblaba ligeramente.

- Y jefe...Iván ha muerto. Se llevó él todo el impacto y no han podido hacer nada por salvarle la vida.

- ¡Mierda! ¡Mierda!

Carlos gritó cada vez más enfadado. A punto estuvo de arrojar su teléfono al suelo. Respiró o por lo menos, lo intentó con calma y de nuevo se llevó el móvil al oído.

- No te muevas del lado de Karisa y ponle vigilancia a ella y a Arthur. De las cámaras ya me encargo yo. Y espero por su bien que el hijo de puta que ha hecho esto esté bien escondido, porque como lo encuentre le reviento los sesos.

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