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DYLAN

Samantha y Jeremy se trepan al auto de él, con sonrisas decorando sus rostros. No puedo negarlo, él la hace feliz. He visto esa sonrisa en ella por tres años, yo era quien la causaba.

Me adentro con ellos y Jeremy me mira por el retrovisor, borrando su sonrisa de inmediato. Sé que no le molesta tenerme cerca, sino que soy la personificación de las inseguridades en su cabeza y eso lo lastima.

―Vengo en son de paz, no te preocupes ―hablo y él asiente, aunque sigue tenso―. ¿A dónde vamos?

―Boston ―responde y Samantha se tensa en su lugar, mirando a Jeremy―. Sí, viene con nosotros.

Ella asiente, no muy convencida, y enciende la radio antes de mirar por la ventana.

― ¿Cómo les va como parejita? ―pregunto.

―Bastante bien, la verdad ―dice y Samantha lo mira con duda―. Nada importante.

―No me excluyan, por favor. Habla ―le pide y él suspira.

―Quiere saber cómo va nuestra relación ―admite.

―No creo que sea buena idea... ―murmura, encogiéndose en su puesto―... Perdón, me da miedo lo que pueda decir. Sé cómo te afecta.

―No te preocupes, tengo que aprender a lidiar con ello mientras siga aquí ―dice, restándole importancia solo para tranquilizarla.

―Nos va bien, Dylan. Somos felices ―responde ella, mirando por la ventana―. Voy a Boston a presentarme como la novia de Jeremy, oficializaremos nuestra relación.

Yo tenso la mandíbula, mirando a Jeremy por el retrovisor, y asiento. No se hablan mucho por el camino, solo escuchan música y se sonríen el uno al otro de vez en cuando. Él sostiene su mano por algunos minutos, varias veces, a lo largo del viaje.

¿Y yo? Pues yo deseo estar en su lugar.

Al poco tiempo nos encontramos frente a la casa de la familia Martin. Él ayuda a Samantha a bajarse del carro y entrelazan sus dedos cuando él toca el timbre.

Una señora de cabello canoso y ojos azules abre la puerta, sonriendo ante la sorpresa.

―Hijo ―saluda, abrazando a Jeremy y luego hace lo mismo con Sam―. Hola, Samantha. No esperábamos esta visita tan inesperada. Pasen, pasen.

― ¡Jeremy! ―escucho que grita alguien.

Un adolescente se acerca a él y lo abraza, palmeando su espalda. Noto que el castaño sonríe un poco tenso. Se parecen porque ambos son de piel caucásica y cabello castaño oscuro, pero el jovencito tiene ojos cafés.

―Hola, Dylan. ¿Cómo has estado? ―pregunta Sam y el muchacho le da un beso en la mejilla.

―Bien, bien. ¿Y ustedes? ¿Ya sabes el sexo del bebé? ―pregunta y caminan por el pasillo hasta llegar al living.

―Sí, es un niño. ¿Quieres saber cómo se va a llamar? ―pregunta ella sonriendo y él asiente―. Dylan.

―Lo supuse, es el mejor nombre ―se jacta, haciéndome sonreír sin mostrar los dientes.

―Me cae mejor que tú ―le digo a Jeremy, palmeando su hombro.

Él niega con la cabeza ligeramente y veo un asomo de sonrisa ladina.

― ¿Y la abuela? ―pregunta, dejando que Sam tome asiento primero.

―Ya voy a ayudarla a bajar ―dice Dylan y se pierde por las escaleras.

―Tu papá ya debe de llegar de trabajar en un rato. ¿Tienen hambre? ―pregunta la madre de Jeremy.

―Sí ―responde él.

Solo pido un día más © SPUDM #1 |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now